Santa Fe despidió las golondrinas: cómo es el increíble viaje que hacen aleteando 8 mil kilómetros
Con la llegada del frío, vuelan hasta Centroamérica y sur de Estados Unidos, buscando ambientes más cálidos para sobrevivir. Este verano, la sequía hizo que se concentren más cerca de los ríos grandes. Y padecieron la falta de insectos, que son su fuente de alimento. Ahora, asumen el desafío de la misión migratoria.
Santa Fe despidió las golondrinas: cómo es el increíble viaje que hacen aleteando 8 mil kilómetros
Acaso como nuestros antepasados que viajaron desde Europa a fines del siglo XIX hasta las Américas buscando un futuro mejor, las golondrinas dejaron Santa Fe, una de sus ciudades predilectas, en un éxodo migratorio que tiene mucho de relato bíblico. Para ellas, irse o quedarse no es una opción: viajan para sobrevivir, pues necesitan de ambientes cálidos para anidar y reproducirse. Volverán en noviembre y diciembre.
Este verano, las golondrinas (en sus especies doméstica, parda y negra, que son las que más llegan) regalaron a los santafesinos espectáculos aéreos fascinantes: había "nubarrones" de bandadas de estas aves en la Plaza España y la Constituyentes. También, en la zona del Puerto.
La golondrina parda (progne tapera, según su nombre científico), una de las especies que más llegan a esta capital. Gentileza: Pablo Capovilla
Sólo bastaba con alzar la cabeza, mirar hacia el cielo y ver esos movimientos pendulares, siempre en comunidad. Ahora, están en un frenético aleteo que las llevará hasta Centroamérica, incluso México y el sur de los Estados Unidos. No todas llegarán, claro: es la llamada "selección natural" que la pone a prueba en esta travesía. Acaso llegarán las golondrinas sanas; las que se enfermen, por ejemplo, quedarán en el camino.
Golondrinas de un solo verano
"Las golondrinas se agrupan en nuestra ciudad por las condiciones favorables en temperatura y por la cercanía a los ríos. La especie doméstica es la que más abunda; luego siguen la parda y la negra. Este verano nos regalaron un espectáculo maravilloso", le dice a El Litoral Pablo Capovilla, experto en aves, guía e intérprete de naturaleza. Con su colega Eduardo Beltrocco trabajan para la Secretaría de Ambiente municipal en la Reserva Natural Urbana del Oeste y en el Jardín Botánico.
Se vieron muchas, muchas en comparación con años anteriores. "A pesar de la sequía, de la gripe aviar y de todos los contextos ambientales negativos que vimos en la zona, tuvieron una muy buena época reproductiva", explica el especialista. Y las olas interminables de calor, ¿les jugaron en contra a estas aves? Capovilla sostiene que no, aunque toda oleada de temperaturas muy elevadas y prolongadas son más perjudiciales que beneficiosas para los ciclos biológicos de todas las aves.
Otro agravante: la fuente de alimentación. "Creo que éste fue un verano con pocos insectos, y eso fue una consecuencia de la sequía. Puede ser que se vieron más poblaciones de golondrinas en la ciudad porque no se fueron tan lejos, pues no hay agua. Se están secando espejos de agua, lagunas. Entonces, las golondrinas se quedaron cerca de los grandes ríos", añade.
Ansias constantes de cielos lejanos
El éxodo comenzó días atrás, con el inicio del otoño y el descenso de las temperaturas en Santa Fe. Algunas viajan hasta América Central y se quedarán allí; Otras siguen hasta América del Norte, y llegan a México e incluso al sur de los Estados Unidos. Son al menos 8 mil kilómetros que recorren durante interminables días.
Para muchas golondrinas jóvenes (que nacieron aquí en esta capital, por ejemplo), este viaje será el primero. "Esto también implica que, como todas las migraciones, se enfrenten a un desafío por la supervivencia. Hay como una selección natural obligada en las migraciones. Justamente, los procesos migratorios hacen que se mantenga la población de aves que sobrevive. Y es una prueba de que las poblaciones estén sanas", explica Capovilla.
La golondrina Doméstica (progne chalybea), otra de las que llegan en bandadas todos los veranos. Gentileza: Pablo Capovilla
Y amplía su concepto: "Las aves que estén enfermas o que tengan un problema, morirán seguramente (durante el viaje). Y dentro de las poblaciones de aves migratorias, las que sobrevivan siempre serán las más sanas. Éstas no distribuirán enfermedades entre las otras".
"Ahora bien -prosigue-: cuando empezamos a secarles los humedales, o a destruir el ambiente, por más que esa población migratoria sana sobreviva, comenzará a padecer estrés. Y es ahí donde empiezan a exponerse a algunas enfermedades. Esto nos lleva a pensar en las políticas medioambientales: si un país protege la biodiversidad de su ambiente pero el país limítrofe no, estamos en la misma: las aves migratorias, aunque sanas, se estresarán. Y ahí tendremos, lamentablemente, un problema", insiste el especialista.
Llegan desde tierras remotas, nidifican, crían y cuidan a sus pichones. Se mueven en comunidad -por eso se las ve en enormes bandadas- y asumen al gran desafío (que puede demandarles la vida) de migrar miles de kilómetros para sobrevivir. Las personas deberían tomar nota de estas enseñanzas de las golondrinas.