Son 150 voluntarios que realizan distintas actividades por los demás. La historia de Ana, una de las participantes. "Siempre que uno da, es más lo que recibe, porque te llena el alma saber que estás ayudando a otro", dice.
El voluntariado, una actividad, un estilo de vida.
Ana Pompone es una mujer como muchas pero con una luz especial en su mirada. Irradia la plenitud de quien sabe que está dando lo mejor de sí para los demás. Es abogada, docente, esposa, madre de 4 hijos y desde hace 8 años trabaja incansablemente para los más necesitados. Ser voluntaria de Manos Abiertas le cambió la vida y en esta nota nos cuenta su historia.
Ana llega al voluntariado por invitación de una persona que conocía a su hijo mayor y dedujo que tendría una buena madre. "Me convocan a participar en Cuenta Conmigo compartiendo tardes de juegos y merienda con los niños internados en oncología del viejo Hospital Iturraspe. Al principio tenía muchas dudas pero acepté el desafío y desde el primer día, sentí que ese era mi lugar. Me daba mucha felicidad ver sonreír a los niños, ser parte de sus vidas, poder charlar con ellos o simplemente escucharlos y acompañarlos desde el silencio. Respetarlos si querían llorar y descargarse".
Su compromiso y amor por la tarea hace que en tan sólo dos años, Ana sea presidenta de Manos Abiertas en Santa Fe. "Me sentí súper distinguida pero con miedo también. Lo lindo es que mucha gente te va acompañando y así te animas a dar más y seguir formando grupos".
Ser voluntario es un estilo de vida
En el hogar de Ana se respira Manos Abiertas. Sus hijos y su marido, a quien con humor define como un "voluntario involuntario", siempre están a la par participando de las tareas de la obra. "Sin su apoyo no habría podido", afirma. "En el voluntariado creces en amistades, vas conociendo seres valiosos en este camino de servicio. También entablamos amistad con nuestros "patroncitos", así llamamos a las personas que acompañamos porque respondemos a sus necesidades, ya sea de enfermedad, de soledad, etc. Aprendes todo el tiempo con algún gesto o actitud del otro que te hace reflexionar. Te transmiten alegría, fe, esperanza, fortaleza al abordar los tratamientos. Siempre que uno da, es más lo que recibe, porque te llena el alma saber que estás ayudando a otro".
150 voluntarios
Manos Abiertas se compone de 150 voluntarios que se forman para la tarea y trabajan en equipo. El lema de este año es "Mirar en grande, servir en lo pequeño". Cada uno da lo que puede y aunque en el todo sea poco, si se suma, es muchísimo.
"En Santa Fe tenemos una excelente recepción de la comunidad y eso nos impulsa hacia adelante. Lo advertimos en las colectas de sangre que hacemos y registro de médula ósea, que ya son 17. Siempre cubrimos los cupos. Esa mañana en la que vienen a donar los esperamos con alegría, música y regalos. Son pequeños gestos que para el que lo recibe, es un montón".
Prestando colaboración en el hospital.
Educación, salud y espiritualidad
Por su experiencia acumulada, Ana afirma que en Santa Fe falta educación para crecer y avanzar. Por este motivo desarrollaron en Alto Verde una escuela de oficio donde asisten alumnos mayores de 18 años y se los capacita en talleres de albañilería, carpintería, cocina y electricidad. También tienen un convenio con la Asociación Educando, de Buenos Aires, que les permite brindar cursos de computación. El título con el que egresan es de validez nacional.
En la dimensión educación, el grupo Santa Teresita de Manos Abiertas, brinda apoyo escolar a los alumnos de la escuela Jesús Resucitado de Alto Verde. En esta localidad comenzó este año, el Centro Educativo San Ignacio. "Al principio se dictaba un taller recreativo de arte pero notamos que los chicos no sabían escribir su nombre, ni edad. Hoy brindan apoyo escolar. A los padres que asisten les enseñan a tejer y cocer. Todo se va complementando y nuestro sueño es poder armar en un futuro, un taller de adicciones" comenta Ana.
Dos veces al año la organización convoca a nuevos voluntarios. Se organiza una jornada donde se les explica cuál es la visión y misión de las obra. Los interesados completan una ficha que pasa a un equipo de entrevistadores, luego de la entrevista se deriva al director de la obra que eligieron. "Estos procedimientos tienen que ver con el compromiso que debe tener la persona que quiera participar. Manos abiertas no es una organización religiosa, para ser voluntarios no es indispensable ser católico".
Otra dimensión de la obra es la espiritual, donde el grupo Mama Antula, ofrece servicios a las personas de escasos recursos del nodo San Ignacio. En salud está el grupo Cuenta Conmigo, que hace las visitas a los niños con tratamiento oncológico del Hospital Orlando Alassia. El grupo San José asiste en Acupa, la casa de cuidados paliativos del Centro Oncológico.
Además, cuentan con una Feria Americana que llaman El Roperito. Ahí la gente puede comprar a bajo costo todas las donaciones que reciben de la comunidad. De ahí se obtienen los recursos necesarios para sostener toda la estructura. Hay personas que también aportan a la obra y se está queriendo obtener aportes de empresas.
Ana Pompone, la protagonista de esta historia.
Redescubrir la dignidad
"Trabajamos para formar, no regalamos nada. Vemos la felicidad en los rostros de la gente que va a la feria americana y puede, con su dinero, comprar algo que les gusta; esa es nuestra alegría. En la fiesta de egresados de los talleres, notamos el orgullo de las familias por sus hijos y nietos que estudiaron, se recibieron y pueden trabajar de eso. La idea es hacer convenios de pasantías con empresas y que eso sea el puntapié inicial para conseguir un trabajo. Ese es nuestro anhelo" señala Ana.
Ana se emociona al recordar a su hermana quien falleció el año pasado. "Estuvo muy enferma y todo el acompañamiento que le hice a ella me puso triste. En ese momento me hacía sentir bien poder ayudar en el medio de mi tristeza. Manos abiertas es sanador, más allá de la edad y la formación, aquí vas a encontrar un lugarcito para hacer algo que te llene. Te vas a sentir parte del grupo y para muchos que están solos, es maravilloso. Entras a una obra, luego conoces otra y decís: que lindo, esto también me encantaría".
"Manos Abiertas abrió mi mente y me posicionó en la vida de otra manera. Soy más reflexiva, analizo cada una de mis actitudes, voy sin prisa disfrutando el momento. Soy más empática y comprensiva con el otro. Valoro todo lo que tengo y me siento una bendecida, a pesar de que problemas no me han faltado ni momentos dolorosos. Hoy veo el mundo con otros ojos y pienso que si Dios me manda una prueba por algo será, habrá un aprendizaje".
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