El Litoral
Relato en primera persona de quien trabaja en ese sector a diario.
El Litoral
El viaducto Oroño es la puerta de ingreso por el cardinal Este a la ciudad de Santa Fe. Acompañado por su antecesor, el Colgante, y la imponente Laguna Setúbal conforma uno de los paisajes más representativos de la región. Sin embargo, debajo de la conexión vial hay rastros de que allí vive gente.
De ese triste y, a la vez, preocupante panorama da cuenta Alberto Ramos, barrendero de la empresa Cliba, quien habitualmente relata en primera persona cómo encuentra la vía publica.
“Otro día de laburo. Es una muestra de la desprolijidad y la mugre de gente que viene a dormir aquí. Hace sus necesidades, es imposible describir el olor que hay; orina, materia fecal, la presencia de roedores. Un verdadero asco”, así comienza el relato.
“En cada pilote algo distinto. Rastros de que hicieron fuego, malos olores y residuos. Preocupa que estamos a metros de la Laguna Setúbal, de bulevar y la costanera. Si esto pasa acá, qué nos queda para el resto de los barrios”, reflexionó Ramos. “Esto debería estar prolijo, iluminado y cuidado; y nos total responsabilidad de la Municipalidad”, agregó.
Fuego en la base de los pilotes
Una situación que remarcó Ramos es la presencia de rastros de fogatas en los pies de los pilotes que sostienen las distintas partes del viaducto Oroño. “Hacen fuego, pueden quemar cualquier cosa, ¿Nadie ve esto? Sos las columnas que sostienen un puente en donde circulan miles de vehículos a diario”, señaló.
“Parece que tienen un living, una sala de estar y hasta una cocina”, cuenta a modo de chiste el barrendero de Cliba. Como se aprecia en las imágenes, los restos de comida y otros elementos quedan desparramados en el piso. “Están quemando también las raíces y los troncos de los árboles aquí plantados”, agregó.
“El baño”
Como corolario de la recorrida que compartió Ramos, se muestra lo que denominó como “el baño”. Se trata de un árbol, un poco más alejado. “Es imposible de mostrar por razones obvias”, cerró.