Lunes 11.11.2019
/Última actualización 10:05
En la vida moderna todo es rápido. Aquel elogio de la lentitud del que alguien escribió alguna vez, no tiene cabida: dormir poco, llegar urgente adonde sea y comer velozmente para luego volver al trabajo. Y comer sobre algo que, inmediatamente después del último bocado, se desechará: vasitos, cubiertos, platos y sorbetes descartables. Se denominan plásticos de un solo uso, se estima que tienen un promedio de utilización de 20 minutos y que tardan entre 150 y 500 años en degradarse completamente. Esto agrava el impacto de los plásticos sobre el medio ambiente.
Está en comisiones en la Cámara de Diputados de la Nación un proyecto de ley de presupuesto mínimo de protección ambiental, que plantea la reducción progresiva y prohibición específica de estos plásticos de un solo uso. La iniciativa focaliza en plásticos descartables en gastronomía hechos de poliestireno expandido (EPS). Y abre el debate sobre la reconversión de las empresas dedicadas a su producción, con otros materiales biodegradables.
Se presentó hace unos dos meses, después de un largo trabajo con ONGs y especialistas en medio ambiente. Lo impulsa la diputada nacional Brenda Austin (UCR-Córdoba), que visitó la ciudad invitada por el Concejo local para dar una charla abierta sobre el proyecto en ciernes y la problemática del plástico versus el medio ambiente.
En diálogo con El Litoral, Austin explicó los alcances de la iniciativa. “Esto apunta a la prohibición de plásticos de un solo uso (descartables como vasos, cubiertos y sorbetes), que están que están en nuestras manos unos pocos minutos y después, irán a vivir en el ambiente y convivir con la sociedad durante cientos de años”.
El proyecto toma como punta de lanza antecedentes internacionales. En países de la Unión Europea o Canadá, entre otros, ya hay normas nacionales aprobadas sobre la prohibición de plásticos “use y tire”. “Hay otros que ya están discutiendo este tema como Costa Rica, Chile, Uruguay y Perú. Básicamente, creemos que debe haber un piso mínimo nacional de protección del ambiente”, agregó la legisladora.
Para Austin, los plásticos de un solo uso están produciendo un grave impacto ambiental, y también en la salud humana. “Y nosotros consumimos parte de ese plástico que tiramos al ambiente: se calcula en 5 gramos por persona por semana (el uso promedio). Contamina nuestros ríos, el agua y el aire, pero también nuestros propios cuerpos. Lo único que tiene que discutir la Argentina es cuándo se discute esto: si es pionera o si va detrás del resto de muchos otros países”, dijo.
“Entiendo que éste es un tema que genera polémica —admitió— con la industria de producción de plásticos. Creemos que se debe acompañar la discusión con propuestas de reconversión: es decir, qué cosas tiene que hacer la industria para adaptarse al cambio dentro del mundo en que vivimos hoy, con las necesidades de preservar el medio ambiente para las generaciones venideras. Frente a eso, aparece la posibilidad de que (la industria) pueda reconvertirse produciendo bioplásticos (derivados de productos vegetales) que son degradables y compostables”.
También se evalúa como posibilidad un esquema de plásticos retornables (como hoy ocurre con algunos tipos de gaseosas). “Es decir, un retorno que permite la reutilización. Pero no hay que dejar de lado una dimensión que compete mucho a los gobiernos locales y que no puede estar ausente, que es el reciclado y la separación de los residuos. La buena gestión de la basura en las ciudades es clave para entender que más que en la basura hay un valor, y eso tiene que poder recuperarse”, subrayó Austin.
Respecto de las ciudades del país que están avanzadas en la gestión de estos plásticos “use y tire”, ya tienen ordenanzas de prohibición muchas de la costa bonaerense (Pinamar y Mar del Plata). También Ushuaia, en el sur del país. En Córdoba aprobaron ordenanzas con prohibiciones Río Tercero y Villa de Soto, entre otras. “Hay muchas ciudades con proyectos ya en discusión: Córdoba capital es una, y Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que cuenta con una regulación en vigencia prohibiendo sorbetes en grandes superficies comerciales y en cadenas hoteleras”, añadió la diputada nacional.
—Hoy se ven muchas iniciativas sobre el reciclaje y reutilización de plásticos, pero parecieran estar aisladas. ¿Hay alguna forma de aunarlas, con una planificación de pautas marcadas por alguna iniciativa legislativa?
—Hay un plano que es local: la gestión de residuos. Esa es un competencia municipal. Pero también hay un lugar donde sí tenemos que avanzar y mi proyecto también intenta eso. Hablamos de la prohibición de la producción, importación y exportación de plásticos de un solo uso. Eso implica una regulación sobre la industria plástica, y eso es competencia del Congreso de la Nación.
Un ley nacional sobre plásticos de un solo uso posibilitaría tener un piso mínimo que se aplique en todo el país. Habrá que hacer una puesta en común sobre este tema con los grandes productores, que son con quienes hay que trabajar la prohibición y la reconversión (hacia bioplásticos). Con respecto al reciclado, creo que también hay que buscar pisos mínimos. Argentina ya tiene una ley de Gestión de Residuos Sólidos Urbanos, pero estamos muy lejos de la aplicación ideal de esa norma.
“Para nosotros es una continuidad en el trabajo legislativo de lo que fue en su momento la erradicación de la entrega de bolsas plásticas en la ciudad, por ejemplo. Compartimos iniciativas sobre plásticos y medio ambiente con la concejala Marcela Aeberhard (PJ) y Luciana Ceresola (Pro-Cambiemos). La presencia de la diputada (Austin) nos ayuda a seguir en esta línea de trabajo para conocer la temática a nivel nacional y, llegado el momento, ‘bajarla’ al nivel de normativas locales”, dijo Carlos Suárez (UCR-Cambiemos).