De la Redacción de El Litoral
Las únicas instituciones que funcionan en el barrio son el club, la escuela Mateo Booz y el Proyecto Revuelta. La Municipalidad tiene proyectado un barrio nuevo.
De la Redacción de El Litoral
area@ellitoral.com
La Vuelta del Paraguayo fue el barrio más castigado por la última inundación. Allí el agua lo tapó todo y muchas familias no pudieron volver al barrio hasta agosto de 2016. Los vecinos de este paraje isleño ubicado al este del acceso a Alto Verde debieron escapar a los refugios municipales o se autoevacuaron en la otra orilla del riacho Santa Fe, a la vera de la ruta 168.
A un año de la emergencia hídrica, hoy los vecinos esperan respuestas a las demandas indispensables como el acceso a la salud, la seguridad y los servicios; como también a las 80 nuevas viviendas que el gobierno local tiene previsto levantar.
Pero el problema, además, es dónde canalizar esos reclamos, ya que el barrio se quedó sin vecinal desde hace años y, al parecer, no hay vecinos que quieran asumir ese compromiso, que de ellos depende.
Tampoco funciona ya el destacamento policial que había junto a la escuela Mateo Booz. Sólo queda el edificio con sus vidrios destrozados por los piedrazos y un cartel que lo referencia. “Ahí se juntan los pibes a fumar a la tardecita”, cuenta José Américo Montenegro, un jubilado que vive en frente, mientras teje con sus manos una malla de pesca “para hacer una changa”, a la sombra de un sauce y junto a los restos de una canoa pescadora.
“Yo me vine para acá hace unos 8 años, cuando me robaron todo en Villa Oculta”, dice José. “Acá se la pasa bien, pero hay algunos problemas con los vecinos”, agrega. Y explica luego que el martes pasado uno de sus hijos junto a su familia debió abandonar el barrio por ese motivo. La casa de José es precaria, como la mayoría de las viviendas del fondo de La Vuelta del Paraguayo. Algunas fueron levantadas con cortes de chapas y las de material muestran los rasgos de la austera vida de los pescadores. Y la marca del agua.
Sin dispensario
Llegar hasta los fondos de La Vuelta obliga a serpentear un camino de tierra que corre en paralelo al riacho, con casas a ambos márgenes. La calle fue mejorada tras la inundación. La altearon y le tiraron piedras. Por lo que se puede transitar sin inconvenientes. Pero hay zonas puntuales, sobre todo al fondo, donde las huellas y pozos complican el tránsito. Por allí pasa a diario el camión recolector de residuos y, de tanto en tanto, alguna patrulla.
Otra novedad del barrio son los medidores de luz amurados a los postes y los frentes de las viviendas. Pero la gran ausente es la iluminación en la vía pública que es escasa y mala. Tampoco hay ya dispensarios en La Vuelta del Paraguayo. “Hace unos cinco años atrás había uno, pero en una inundación lo usurpó una mujer con sus cinco hijos y ya no se fueron más”, cuenta Ana Díaz, que atiende un kiosco. Eso abunda en el barrio. Kioscos. Hay muchos en proporción a las aproximadamente 125 familias que habitan la zona.
Contención social
Los chicos van a la escuela Mateo Booz, que también sufrió la inundación pero la dejaron “nueva”. Son 32 alumnos los que llegan caminando por el camino de tierra, mientras que las 3 maestras que les enseñan, más la directora llegan en canoa cruzando el riacho. Por la tarde, los pibes cuentan con un una placita que tiene todos los juegos en condiciones. También tiene iluminación. O juegan a la pelota en la canchita del club de la agrupación que lleva el nombre del barrio, en memoria de los primeros habitantes.
Los jóvenes tienen un lugar de contención social en la casa de los talleres del Proyecto Revuelta, que está frente a la canchita. A ese Centro Cultural y Comunitario asisten unos 10 o 12 jóvenes, de 18 a 21, al Bachillerato Popular que lleva tres años de funcionamiento y a fin de año tendrá sus primeros egresados. Se trata de una inédita experiencia educativa, ya que es un espacio formativo de gestión social (modalidad que está reconocida en la Ley de Educación Nacional Nº 26.206, artículo 13).
“También tenemos talleres de música, acrobacia, costura y reciclado”, enumera con orgullo Néstor Dorado —hijo de pescadores—, un joven que vivió toda su vida en el barrio y hoy trabaja en la Cooperadora escolar de la escuela Mateo Booz, además de formar parte de Revuelta.
Pese a todo lo que se hace para salir adelante, Néstor se lamenta por la falta de un destacamento policial y cuenta que el club Excursionistas, en el acceso al barrio, “está abandonado desde la inundación”. Y como miembro de la cooperadora denuncia que el camión recolector de residuos “dejó de pasar desde hace dos semanas por la escuela”. Es que la calle en esa zona está destruida.
Para atender los problemas de salud, los vecinos de La Vuelta del Paraguayo deben asistir al centro de salud de barrio El Pozo o al de Alto Verde. En el primer caso, lo hacen cruzando el río en canoa y para llegar al del barrio vecino deben caminar, porque el colectivo no ingresa.
Otras de las tareas que están pendientes en el barrio son el desmalezamiento de espacios públicos y el mejorado de alcantarillas y drenajes.
De baquiano...
Una vez escuchados los problemas de los vecinos, cuando el equipo periodístico emprende la retirada del barrio, una moto alcanza el móvil. Su conductor se llama Ramón Reyes y quiere aportar algo: “Disculpe, sólo le quiero contar que se viene el agua”, se alcanza a escuchar entre el ruido del motor de su moto y el casco que lleva puesto escondiendo su voz.
—¿Por qué dice que viene el agua?—Por las gallinas y las hormigas. Las gallinas bajan todas las mañanas, pero ahora sólo bajan un ratito cerca del mediodía a comer y otra vez arriba. Las hormigas negras y las coloradas buscan irse arriba del techo. Eso significa que viene agua —asegura Ramón—, porque los animales no le erran.
—¿Y en cuánto tiempo puede llegar agua?
—Calculale que en 40 días. La radio no dice nada, pero a mí me lo dicen las hormigas, asegura. Pero no va a pasar de 6,20 metros, ahí va a andar. Lo que pasa es que acá con 5,70 metros ya nos inundamos (en realidad, las dificultades en el barrio comienzan con 5,20 metros).
Resulta risueño que a unos 100 metros de allí, al otro lado del riacho, investigadores y especialistas monitorean con rigor científico el comportamiento del río, en el laboratorio de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH). Y por el momento no visualizan ningún alerta de este tipo. Así que el “alerta de Ramón” queda en la anecdótica sabiduría popular.
Las 80 nuevas viviendas para inundados
Más allá de estos problemas, la cuenta pendiente más esperada por los vecinos que habitaron los refugios durante la última inundación y fueron censados son las 80 nuevas viviendas que les prometieron durante la emergencia.
La Municipalidad ya comenzó la construcción de los otros dos barrios para inundados, en Nueva Esperanza Este y en Jesuitas, pero el de La Vuelta del Paraguayo, ni siquiera se licitó. Son un total de 280 nuevas viviendas para los tres barrios, de las cuales 80 eran para La Vuelta.
La Nación aseguró los fondos para la construcción de las viviendas. Pero antes, la provincia y el municipio deben altear el terreno donde se construirán y la obra todavía no se hizo. La inversión presupuestada el año pasado para las 80 viviendas asciende a $ 131.323.259 (con un aporte de la Nación de $ 82.7400.000 y otro de la provincia y el municipio de $ 48.583.259). “Acá nadie nos dice nada sobre por qué no empezaron a construirlas, y se comenta que van a hacer 40 nomás”, cuenta José.
Pero desde la Municipalidad echan por tierra esa versión y anticipan que el proyecto se encuentra “muy avanzado” y en breve tiempo será licitado. “A diferencia de los otros barrios, en La Vuelta del Paraguayo debimos realizar estudios de suelo para poder nivelar antes de construir las viviendas”, explicó Sara Lauría, desde la Dirección de la Agencia Santa Fe Hábitat municipal.
“La situación es particular debido a que la decisión fue que la gente se reubique en el mismo barrio y no en otro (como ocurre con la gente que habitaba Playa Norte y La Vieja Tablada), reconociendo la historia e identidad que tienen los vecinos con su entorno”, dijo Lauría. “Pero hay dos dificultades: una de orden técnico constructivo y otra de orden técnico legal”.
Para resolver la primera, la Municipalidad ordenó la realización de estudios de impacto, “para estudiar de qué manera la intervención resulta lo menos invasiva y tiene el menor impacto a las crecidas”, mencionó la titular de Hábitat. Con dichos estudios se realizó un proyecto ejecutivo que en los próximos meses será licitado. Y luego será necesaria una segunda licitación de las 80 viviendas.
“Y en el orden técnico legal, son terrenos privados. Estamos avanzando en las negociaciones con los distintos propietarios, para que cada beneficiario pueda acceder luego al título de propiedad de su vivienda”, explicó Lauría.