Miércoles 22.11.2023
/Última actualización 3:33
Era madrugada en Santa Fe, todos dormían pero Lusail era una fiesta. La marea humana salía de la estación de subte y se dirigía directamente hacia el estadio o hacia esa calle céntrica que se convirtió en un ritual en la previa y el post partido. La "canasta de oro" relucía en una mañana cálida a pesar de que en Qatar ya era invierno. O casi invierno. Debutaba la selección, portando un invicto que nos invitaba a ilusionarnos. Pero… "tumbamos la chata" en el momento menos esperado. La imagen descolorida, sin fútbol, sin ideas, sin actitud del segundo tiempo, fue el corolario de este batacazo, de este golpe al corazón que nos dieron los árabes en el primer partido, mientras Argentina se desperezaba en ese martes qatarí de hace un año, que nos envolvió de dudas. Todo se resolvió en ocho minutos con dos buenas definiciones. Y luego metieron mucho, corrieron demasiado, pegaron bastante (contaron con la complacencia del árbitro) y se aprovecharon de una Argentina totalmente apática, con un Messi ausente, contrariado en el segundo tiempo, sin entrar en juego y sin hacerse cargo de la situación.
Fue impensado por un montón de cosas, no sólo porque Arabia Saudita era el rival más accesible del grupo (a priori), sino porque el primer tiempo había mostrado otra cosa. Argentina tuvo casi todo a su favor: hizo el gol a los 10 minutos y le anularon tres por posiciones adelantadas que presagiaban lo que podía llegar a ocurrir en la medida en que se lograse un poco de rapidez en el último toque y el pique oportuno y no a destiempo para quedar mano a mano frente al buen arquero árabe. Por centímetros, Argentina no terminó ganando por goleada ese primer tiempo. Pero, como dice el dicho, "no hay mal que por bien no venga". Y fue el cachetazo a tiempo que quizás estábamos necesitando, aunque a nadie le guste ni busque el sufrimiento porque sí.
Iban apenas diez minutos cuando se produjo el primer festejo. Nada hacía presagiar la hecatombe posterior. Crédito: ReutersEn ese partido, Scaloni movió el banco pero no encontró la fórmula del cambio, algo que sí ocurrió en los otros partidos. Lisandro Martínez, Julián Alvarez y Enzo Fernández a la cancha por el Cuti Romero, Papu Gómez y Paredes primero; más tarde, Acuña por Tagliafico.
El segundo gol de los árabes, una brillante definición que dejó sin chances a Dibu Martínez, quien luego adquiriría una importancia suprema para el logro del inolvidable título. Crédito: ReutersArgentina se paró con dos 9 (Lautaro y Julián), más Di María y Acuña abriendo la cancha por los costados. A todo esto, Messi buscaba espacios y no los encontraba. La gran pregunta es: ¿habrá estado realmente bien para jugar?, ¿se habrá creído que Arabia no iba a tener la suficiente capacidad para anularlo?. No sé. La cuestión es que Leo sufrió el partido. No lo encontró casi nunca. Sin Messi para que invente algo distinto, todo se tornaba estéril y complicado.
Final de la historia. Impensada, escrita con lágrimas de sangre y llena de preocupación para lo que se venía. Porque fue un golpe duro para Messi y su insistencia. Para el fútbol argentino y su historia.
Ningún partido se gana antes de tiempo, pero se sabe que, en fútbol, la jerarquía vale y los jugadores son los que marcan la gran diferencia. Y no pudimos ante un equipo entusiasta, que nos ganó metiendo y corriendo…
El gesto de Messi apenas terminado el partido era pura decepción. Allí fue cuando lanzó aquella famosa frase: "No vamos a dejar tirados a los argentinos). Crédito: ReutersLos análisis o las presunciones que se hacen desde la tribuna o la creencia del hincha, no sirven demasiado a veces. Es imposible, por ejemplo, saber si el partido se "canchereó" o si al rival se lo subestimó o si cuando se acordaron de jugarlo, ya era tarde. Esto último, si hubiese ocurrido (lo de "jugarlo"), posiblemente la historia habría cambiado. Argentina jugó de verdad sólamente el primer tiempo y allí pudo y debió definir el partido. Con el "diario del lunes", todo se vé más fácil. No fue mala la decisión inicial de poner al Papu Gómez de arranque, porque el primer tiempo lo jugó bien. Pero en un partido donde la defensa rival achicaba hasta límites insospechados y sorprendentes, parándose en una posición francamente "suicida", era necesario que alguien tuviera la suficiente explosión para picar al vacío o a los espacios que podían darse.
Era el momento de aplicar uno de los principios básicos de la resiliencia. ¿En qué consiste?, en entender que hay una crisis, una situación inesperada, algo que ocurrió y que no debía pasar y, a partir de ello, desarrollar la capacidad de cambio a partir de saber que el momento malo no es eterno y que el futuro depende de la manera en que reaccionen, individual y colectivamente.
Messi lo dijo luego del partido: "Era un partido que nunca creímos que se iba a perder". Y máxime de la manera en que ocurrió. Scaloni le señaló a los jugadores en el entretiempo que, al partido, lo veía raro. No era así. El problema principal era la mínima diferencia en el marcador, que no aseguraba nada.
El camino hasta aquí fue un lecho de rosas. Las espinas aparecieron en el momento menos pensado y por eso duelen más de lo previsto. Este grupo no estaba acostumbrado a perder. Cada vez que se encontraban, desde hacía un largo tiempo a esta parte en los 36 partidos invictos que se inició desde aquella derrota ante Brasil en la Copa América del 2019, fue para ganar o para empatar, nunca para perder. Tres años y medio en los que este grupo se juntaba para jugar y ganar (o a lo sumo, empatar en el peor de los casos). Esto se terminó. Preparados no estaban, porque no les pasaba desde hace mucho tiempo.
88.012 espectadores se dieron cita en Lusail ese 22 de noviembre de 2022 para ver el debut de la selección argentina.
"Argentina sobró un poquito al rival, fueron muy 'cancheritos' en algunos momentos y lo pagó. Ahora hay que ponerse otra vez el mameluco de laburo, olvidarse que son las figuras y los elegidos de todos como candidato a ser campeones del mundo. Hay que empezar de cero".
El campeón del mundo de 1978 definió así el partido en una entrevista con el enviado de El Litoral.
- Argentina 1 - Arabia Saudita 2
- Arbitro: Slavko Vincic (Eslovenia).
- Argentina: Emiliano Martínez; Nahuel Molina, Cristian Romero, Nicolás Otamendi y Nicolás Tagliafico; Rodrigo De Paul, Leandro Paredes y Alejandro Gómez; Ángel Di María, Lautaro Martínez y Lionel Messi. DT: Lionel Scaloni.
- Arabia Saudita: Mohammed Al-Owais; Saud Abdulhamid, Hassan Altambakti, Ali Al Bulaihi e Yasir Al Shahrani; Mohamed Kanno, Abdulellah Al Malki y Salman Al Faraj; Salem Al Dawsari, Firas Al Buraikan y Saleh Al Shehri. DT: Hervé Renard.
- Goles: en el primer tiempo, a los 10m. Messi (A), de penal. En el segundo tiempo, a los 3m. Al Shehri (AS) y 8m. Al Dawsari (AS).
- Cambios: en el primer tiempo, a los 49m. Nawaf Al Abid por Salman Al Faraj (AS). En el segundo tiempo: 13m. Lisandro Martínez por Romero, Enzo Fernández por Paredes y Julián Álvarez por "Papu" Gómez (A); 26m. Marcos Acuña por Tagliafico (A); 33m. Sultan Al Ghannam por Al Shehri (AS); 43m. Haitham Asiri por Al Buraikan y Abdulelah Al Amri por Al Abed (AS) y 118m. Mohammed Al Breik por Alshahrani (AS).