(Enviado Especial a Doha, Qatar)
Pumpido tuvo la idea y la concretó: invitar a los campeones del mundo argentinos a ver el partido con Países Bajos desde el lujo y confort de un lugar soñado en un estadio de fútbol.
(Enviado Especial a Doha, Qatar)
Kempes le habrá contado al Gringo Giusti sus proezas en aquélla tarde nublada y fría del 25 de junio de 1978. Daniel Bertoni habrá hecho lo mismo con el Checho Batista para hacerle sentir la emoción de haber asegurado la victoria con el tercer gol ante Holanda en esa final inolvidable que nos dio el primer gol. El Pato Fillol le habrá contado a Pumpido qué sintió cuando Rensenbrink metió ese cabezazo en el palo que hubiese cambiado la historia. Mientras tanto, el Negro Enrique le habrá dicho una y mil veces a Ricardo Julio Villa o a Larrosa su “obra maestra” de ese Mundial de 1986: “Yo le dí el pase a Diego y lo dejé solo en el segundo gol contra los ingleses”. Y habrán estallado todos, una vez más, en una sola carcajada.
El partido no era un partido más. A Holanda (o Países Bajos) siempre la sufrimos. Y a veces la padecimos, como ocurrió en el 74, cuando el Pato Fillol era el tercer arquero de ese plantel, detrás de Carnevali y Santoro. Y a Nery Pumpido no se le ocurrió mejor idea que llevarlos a todos juntos a un lugar VIP de un estadio fenomenal, para que los que regaron de gloria las flores de nuestro fútbol, pudiesen tener una noche a pleno.
“Nery, con su intensidad, nos vuelve locos. Nos lleva de un lado para el otro. Y lo peor es que nosotros le decimos que sí y ahí vamos, como ovejitas atrás de él… La verdad es que me pone muy contento verlo en el lugar en el que está. Y saber que lo disfruta muchísimo. No me sorprende, porque es el lugar ideal para él”, le contaba el otro día, a El Litoral, Sergio Batista en el mano a mano exclusivo concedido.
Mientras tanto, analizan fútbol. Porque de eso saben y un montón. Y Nery tiró una frase, también en la charla con El Litoral, a modo de disparador: “No me está gustando el Mundial. Lo bueno es que los chicos le perdieron el miedo a los grandes. Pero en cuanto al juego, no me gusta. Se juega mucho para los costados, mucho toquecito intrascendente, llegan a un determinado lugar de la cancha y enseguida vuelven hacia atrás. No son directos”, señaló el santafesino.
Y a propósito de lo que dijo, el que se metió en esa discusión es Juanma Lillo, hoy entrenador acá en Qatar. Para quiénes no lo tienen bien referenciado, Guardiola alguna vez dijo: “Juanma Lillo es el mejor entrenador que tuve”. Y el Flaco Menotti, en una de sus visitas a Madrid para hablar de fútbol con Valdano y con Cappa, lo referenció: “Hay uno que está más loco que nosotros, que vé muy bien el fútbol y que le gusta cuando se juega bien: Juanma Lillo”.
¿Qué dijo Lillo?, algo bastante similar a lo que disparó Nery: “Ahora, todo es a dos toques, forzamos esto. Lo digo como uno de los exponentes de este método: soy un padre arrepentido. Todos los equipos son muy similares y los jugadores son casi idénticos. Es cierto que ahora hay apenas unos pocos malos jugadores. Pero tampoco hay jugadores excepcionales. Tratando de acabar con los malos jugadores, también hemos matado a los buenos. Todas las prácticas son globalizadas, iguales. Pase aquí, pase allá, encontrar los espacios y los buenos gambeteadores están terminados. ¿Dónde los podemos encontrar?, no puedo ver a ninguno”, dijo Lillo.
La iniciativa de invitar a los campeones del mundo a presenciar este Mundial ha sido una gran iniciativa, bien recibida por ellos. En ninguno de los casos tuvieron retribución económica por lograr lo que lograron. Tampoco se busca en estos casos. El mejor premio es levantar esa copa que tanto se añora en la Argentina y por la que hay todo un país pendiente de volver a conseguirla en este certamen. Ya estamos entre los cuatro mejores del mundo, pero vamos por más. Ellos también lo sienten y lo saben. Y apoyan.