(Enviado Especial a Doha, Qatar)
Fue en Luseil, antes del partido con México. Infantino llegó al palco principal y saludó al santafesino campeón del mundo, luego de la invitación que le hizo para participar del homenaje a Maradona.
(Enviado Especial a Doha, Qatar)
El hombre dejó los protocolos y esos discursos lleno de buenas palabras y flacos de conceptos que casi siempre se utilizan para estos casos. El hombre no dejó de reconocerse italiano e hincha del Inter. El hombre no dejó de admitir que, tanto como italiano como ‘interista’, lo padeció cuando Maradona jugaba. El hombre se sinceró y sin tapujos lo señaló como su ídolo. El hombre es Gianni Infantino, el presidente de la Fifa. Se bajó al llano, se codeó con la masa popular del fútbol y se puso a la altura de todos, reconociendo su admiración por Maradona y también lo que lo hizo sufrir cuando Infantino era un italiano que quizás esa aspiración de llegar algún día a lo más alto de la dirigencia del fútbol mundial, formaba parte de sus ideales lejanos o sus sueños difíciles de concretarse.
“Cuando Nery me llamó, no dudé ni un segundo y medio en decirle que sí, que iba a estar en ese homenaje a dos años de la muerte de Diego”, dijo Infantino en pleno corazón de Sout Wakif, en Doha. Y el sábado, el encuentro entre Infantino y Pumpido volvió a producirse en Luseil. El Litoral fue testigo de ello y también de observar en qué consideración, tanto la Fifa, como la Uefa y la Conmebol, se ocupan de preservar a los otroras ídolos del fútbol para que el tiempo y el olvido no se los devoren.
En una larga fila de sillones muy confortables no van los dirigentes, sino los ex jugadores. Así, se los pudo ver a Cafú, al Cholo Simeone, Kempes, Zabaleta, Lugano y Pumpido, entre otros. A lo sumo, Infantino y los presidentes de las federaciones que juegan el partido, pero el resto de los dirigentes que acceden a esos lugares, van ubicados detrás.
De esto también hay que aprender. Todas estas leyendas (en nuestro caso, los 14 campeones del mundo que están viendo el Mundial en Qatar), llegaron invitados para volver a estar en la situación que alguna vez vivieron y por la que no sólo llegaron a la cima sino que consiguieron la gloria eterna que nada ni nadie les quitará.
Eso se llama reconocimiento y agradecimiento. En definitiva, el fútbol se hace bueno o malo, grande o pequeño por los jugadores. Y no existe, en el planeta, instituciones o países que no tengan sus ídolos, algunos de ellos convertidos ciertamente en leyendas. A ellos hay que cuidarlos, protegerlos de las sombras del olvido, enseñarles a las nuevas generaciones quiénes fueron para que, si alguna vez preguntan por ellos, todos sepan que tuvieron la brillante idea de darle un poco de alegría al pueblo.