- Con indicadores económicos que siguen siendo preocupantes, hay interpretaciones opuestas. ¿Considera que estamos mal o empezando a estar bien?
El economista advirtió sobre la necesidad de una reforma tributaria integral, donde todos los impuestos estén armonizados. Apoyo a la reincorporación de Ganancias, rechazo a la reducción en Bienes Personales y alarma por los términos del RIGI.
- Con indicadores económicos que siguen siendo preocupantes, hay interpretaciones opuestas. ¿Considera que estamos mal o empezando a estar bien?
- La verdad es que los indicadores muestran una recesión realmente muy fuerte. Y para saber si estamos mal o estamos bien, yo creo que hay que mirarlo en dos dos dimensiones distintas. Una cosa es si uno mira la foto y se compara con el mundo, dado que Argentina es un país en desarrollo. Y como tal, no está tan mal. No es un país desarrollado, pero dentro del club de los países en desarrollo, estamos en mitad de tabla para arriba, claramente. Ahora, si vemos la película, es otra cosa. Vemos un deterioro relativo en prácticamente todos los indicadores, empezando por el ingreso por habitante, pasando por la pobreza y la distribución del ingreso. Y después los indicadores productivos. Bueno, el ingreso por habitante se plasma también en cuánto producimos por habitante, cuánto aportamos. Y después indicadores quizás más cualitativos, en términos de educación y cuestiones por el estilo. Entonces, la foto no está tan mal; la película sí está mal y es lo que tenemos que revertir.
-¿Qué tan mal?
- Estamos estancados en términos de ingresos desde 2011. Y en ingresos por habitante, el último trimestre que se conoció (que es el primero de 2024), estamos un 16% abajo del máximo de 2011, lo cual es mucho. Significa que, en promedio, los argentinos y las argentinas somos 16% más pobres de lo que éramos en 2011, cuando además la tendencia de América Latina era de crecer un 1 o 2%, con lo cual la diferencia es cerca del 35%. Si hubiésemos seguido desde 2011 la evolución de América Latina, en promedio todos seríamos un 33% más ricos. Eso, obviamente, se traslada a la pobreza. Todavía no tenemos el dato del primer trimestre, pero va a dar encima del 50 %, posiblemente en torno al 55 %.
Y en particular, en el cortito plazo de los seis meses que vivimos del nuevo gobierno, los indicadores son bastante contundentes. Tenemos una recesión muy fuerte, de la magnitud de 2002 y de la pandemia. Y una inflación que, es cierto, fue bajando, pero de un nivel altísimo. En diciembre pegó el salto del 25 %, después fue al 20, 13, 11, 8, 4 y aparentemente junio va a dar un poquito por encima de 5. Con lo cual se detuvo el proceso de desinflación.
- Aún pisando algunas variables, como tarifas, combustibles…
- Sí, las de siempre. Tipo de cambio, también. No son procesos de desinflación sostenibles cuando vemos que precios tan importante como el tipo de cambio y las tarifas están atrasados, o se postergan aumentos exclusivamente para mostrar un dato mensual particularmente bueno en materia de inflación; uno sabe que es pan para hoy y hambre para mañana. Y en ese contexto, seguimos teniendo el cepo que teníamos el año pasado y posiblemente el torniquete se ajustó un poco más todavía. Como ordenamiento macroeconómico, es cierto, hay un equilibrio fiscal, que tenía un déficit fuerte. Con el costo de la recesión de la que hablábamos antes.
- ¿Ese equilibrio fiscal puede considerarse genuino también o simplemente es el efecto de dejar de pagar lo que había que pagar?
- Es genuino en el sentido de ya van muchos meses que se sostiene y hubo un ajuste importante. Principalmente en jubilaciones, al cambiarse la fórmula de actualización. Ahora se ajusta mensualmente, no se van a seguir deteriorando, pero en el medio hubo un buen porcentaje de inflación que no se recuperó. Uno podría cuestionar si es sostenible mantener niveles de gasto tan bajos en infraestructura. En algún momento eso va a empezar a crujir. Ya tuvimos un accidente ferroviario en la Capital Federal, pero van a aumentar los accidentes en las rutas, las demoras. Y eso va a generar pérdida de competitividad. Bueno, ahí veremos que sucede, pero en principio no pensaría que no es sostenible este equilibrio fiscal, porque también hay margen para, por ejemplo, seguir ajustando en tarifas o cambiar algunos impuestos también. Siempre hay margen para tomar alguna medida discrecional adicional para sostener el equilibrio. Pero con eso no alcanza.
- ¿Qué es lo que sería necesario?
- Estamos de acuerdo con que tiene que haber un equilibrio fiscal o al menos un déficit financiable en el mercado. Estamos de acuerdo con que el Banco Central no puede seguir financiando al Tesoro, como lo venía haciendo de manera recurrente hasta el año pasado. Es una herramienta de súper excepción.
Pero tenemos el problema del cepo. Y ahí es donde no avanzó el gobierno; llamativamente, porque tuvo un par de meses de calma cambiaria, de reducción de la inflación, de baja del riesgo país de 2500 a 1200 puntos, de brecha en mínimos después de mucho tiempo.
Y ése era el momento, un momento de calma. Los momentos de calma en Argentina son muy cortos, pero cada vez que los tenemos hay que aprovecharlos. Y llamativamente no se aprovechó para relajar ciertas restricciones. Porque el cepo no es una única cosa; son un montón de regulaciones. No es todo o nada, uno puede ir relajándolo, e ir viendo por ejemplo como evoluciona el tipo de cambio paralelo, para ver cuál sería el valor de un tipo de cambio libre (porque hoy el paralelo no es libre, como dice Milei, está regulado), qué tan lejos o cerca estamos. En ese momento estábamos a 20%. La brecha era 20%, y si uno agregaba el impuesto País sobre las importaciones, casi no había brecha. Hoy es del 50 %.
-¿El dólar a 1016 que se calcula para diciembre es creíble?
- Eso sería el valor del tipo de cambio oficial, obviamente el presupuesto no incorpora el tipo de cambio paralelo. Ahí no dice nada. Sí habla de una inflación de 140% anual, pero que es una proyección. Las proyecciones fallan mucho, porque saber el futuro es muy difícil. Y no coinciden con la percepción del mercado: si uno toma el relevamiento de expectativas del mercado del Banco Central, es mayor. Entonces, en algún punto lo que faltó fue una estrategia y un sendero a través del cual ir saliendo de las restricciones cambiarias. Porque lo que está en el fondo de ésto es que necesitamos dólares, y esto es más viejo que la Argentina misma. Y el cepo evita que salgan los dólares, pero es como una piedra en una puerta giratoria: no salen, pero tampoco entran, porque nadie está dispuesto a poner un dólar si no sabe cuándo, a qué precio y en qué condiciones va a poder sacarlo. Entonces, ya se llegó a un punto en que el cepo frena una salida de dólares, pero en un contexto de reservas prácticamente nulas; de hecho, negativas en términos netos. Es decir, necesitamos relajar el cepo. El problema es, cuando hablamos de competencia de monedas, que hay muchas estrategias en las cuales se utilizó para fortalecer la moneda nacional, los casos de Uruguay y Perú son los más emblemáticos. A nosotros en Fundar nos gusta más hablar de convivencia de monedas. Porque si metés al peso a competir con el dólar, sabemos quién va a perder.
Y nosotros pensamos que la moneda nacional es muy importante, y hay que fortalecerla, y que se puede aprovechar el dólar para fortalecerla. Obviamente, con un marco regulatorio muy distinto del que aparentemente piensa Milei. Pero tenemos un problema, y es que hay mucho vencimiento de deuda el año que viene en dólares. Entonces, sacar a competir o a convivir el peso con el dólar, en un contexto en el que el respaldo de la moneda nacional es el Estado, y es un Estado que claramente está teniendo dificultades o va a tener dificultades el año que viene para pagar su deuda, es muy desafiante.
- Seis meses después, el gobierno logró la ley Bases y el paquete fiscal, con muchos cambios. ¿Lo que se aprobó es mejor o peor a la primera versión?
- Una cuestión es el factor político: que el gobierno actual no pudo sacar una ni una ley en el Congreso durante seis meses, y finalmente pudo sacar una ley bastante distinta de lo planteado originalmente. Uno de los principales puntos de la ley bases es el régimen de inversión, el RIGI. Un régimen que es excesivamente generoso. Es cierto, se necesitaba un régimen de inversiones justamente para fomentar estos sectores que nos pueden proveer dólares. Hidrocarburos y minería para empezar. También otros sectores, como el agroindustrial, pero ése es sector que históricamente en Argentina nos provee muchos dólares. Minería hasta ahora no ha generado tantos dólares para Argentina; hidrocarburos por momentos lo hizo, en otros momentos los consumió. Hoy con Vaca Muerta tiene el potencial de generarnos muchos dólares, nuevamente, y el obstáculo está en el cepo y todo lo que hablábamos antes. El RIGI intenta subsanar ésto, al menos para estos sectores que nos pueden dar dólares y ayudar con este embotellamiento macroeconómico que tenemos. El problema es que desde el Estado argentino se les ofreció a las empresas mucho más de lo que las empresas pedían y eso es muy llamativo. Y también es un problema, porque se plantea un régimen de inversiones para obtener dólares. Sin embargo, el RIGI es muy generoso para las empresas, que a partir del tercer o cuarto año no necesitan liquidar los dólares. Por otro lado, pueden importar mucho más barato que otras empresas. Entonces, eso va a consumir más dólares.
Por otro lado, lo que pueden proveer son impuestos, recursos tributarios. Y a esas empresas se les redujo el impuesto a las Ganancias, al 25%, cuando el resto paga 35 %. Son cosas que las empresas no pedían. Las empresas pedían que les dejen una libre disponibilidad de la mitad de las divisas. Bueno, les damos el 100 %. Pedían estabilidad tributaria. Bueno, se la damos, pero además les bajamos el impuesto de las Ganancias. Es muy llamativo y va a ir en contra de los intereses del país.
- Siempre se parte de que las inversiones externas son necesarias para el despegue del país...
- En realidad, uno tiene que aprovechar estas grandes inversiones del exterior para fortalecer el entramado productivo local. Aquí finalmente entró un artículo para eso, que hay que ver después como resulta la implementación, pero inicialmente no tenían ninguna obligación de desarrollo de empresas locales. En todos los países que tienen este tipo de regímenes, se les ofrece ventajas a las empresas, pero también se les exige. Acá les ofrecemos más de lo que querían y le exigimos poco o nada. La verdad es que desde Fundar pudimos reaccionar rápidamente frente al RIGI y creemos que si bien no es lo ideal, el proyecto que se aprobó es mucho mejor que el original. Por ejemplo en el tema de recursos naturales, que ya lo teníamos muy trabajado, y a la vez también aceitados los vínculos institucionales como para llegar con eso al Congreso, y poder tener incidencia.
Y el RIGI tiene algunas mejoras, como que se tomen en cuenta a los proveedores locales, o que los tres o cuatro años de libertad para disponer de las divisas no se cuente desde el momento en que se presentan, sino desde cuando empiecen a producir. Entonces, hay cambios en la dirección correcta, pero nos parecen insuficientes. Seguimos pensando que la ley no va a ser lo que haga que Argentina sea un país desarrollado, pero claramente tiene mejoras con respecto a la versión inicial.
- ¿Y el paquete fiscal?
- Nosotros tenemos una propuesta de reforma tributaria integral. Partimos del diagnóstico, que en general es compartido, de que el sistema tributario argentino está totalmente emparchado. Es como un auto que fuimos arreglando por partes y que ya no queda nada del original, y ahora las partes crujen unas contra otras. Es necesario plantear un nuevo esquema, que tenga en cuenta que los impuestos se relacionan unos con otros, y por lo tanto hay que coordinar correctamente las modificaciones. Las modificaciones del apartado fiscal no hacen eso. Son modificaciones parciales, algunas de las cuales van en dirección correcta, otras no, pero que no tienen nada que ver unas con otras.
- No obstante, lo de reponer el impuesto a las Ganancias para la cuarta categoría estaba entre las propuestas de Fundar…
- Sobre eso no hay ninguna duda. La verdad es que la eliminación de la cuarta categoría del Impuesto a las Ganancias de las Personas Físicas fue un error y tuvo fines claramente electorales. Pero no hay prácticamente país en el mundo que no tenga ese impuesto, y de hecho Argentina ya lo tenía bastante bajo. El umbral a partir del cual se empieza a pagar ese impuesto en el mundo es mucho más bajo que en Argentina. Yo entiendo, hay un montón de personas no estaban alcanzadas por el impuesto y que a partir de la aprobación de la ley lo van a estar, y es costoso. Y más en un contexto en el cual todos somos casi un 16% más pobres que hace 13 años. Tienen razón estas personas al quejarse, pero el problema es no haber crecido en estos años. Y la verdad es que ninguna persona alcanzada por el impuesto es pobre, mientras que tenemos más del 50% de la población bajo la línea de la pobreza. Entonces la situación personal se entiende, pero cuando uno mira la población total, cualquiera que esté alcanzado por ese impuesto no está en la peor situación de la Argentina. Entonces, hay detalles de diseño que se podrían mencionar, pero es algo positivo.
- Pero a la vez se rebaja Bienes Personales…
- Eso es muy llamativo, en un contexto de consolidación fiscal que, justamente, genera dudas sobre si va a ser o no sostenible, o que para que lo sea va a haber que hacer esfuerzo por el lado del gasto. Que se reduzca fuertemente el Impuesto a los Bienes Personales, y que junto con el blanqueo se prometa estabilidad hasta 2038. Y además ya lo vivimos en el gobierno de Macri, en un contexto de consolidación fiscal, bajar impuestos y en particular este mismo impuesto, que es poco distorsivo y que es progresivo. Y el costo fiscal de la reducción de bienes personales más que compensa la ganancia que uno obtiene por la restitución del Impuesto a las Ganancias. Entonces, claramente va a contramano. Y, lo que es más grave aún, es que si uno adhiere al blanqueo paga 4 o 5 años por adelantado con una alícuota reducida, y te dan estabilidad hasta 2038 a una alícuota todavía menor. Con lo cual, hoy la recaudación tributaria aumentaría por este impuesto, pero en los próximos cuatro años no habría recaudación sobre las personas que adhieran, y después estabilidad por 10 años más. Eso es un problema. Porque es un impuesto progresivo, que además en el mundo se está fortaleciendo.
Hubo un periodo en el cual se decía que era mejor no gravar al patrimonio, pero después las cosas van cambiando, y cuando en el mundo se empieza a cobrar nuevamente el impuesto al patrimonio, en Argentina se reduce y se le da estabilidad por 15 años. Y esto también es grave, porque si un futuro gobierno tiene una idea de estructura tributaria distinta, a eso no lo va a poder tocar.
- Entonces, considera que hay aciertos y errores.
- Sí. Pero sigue sin ser la reforma integral que necesitamos. El sistema tributario sigue fomentando la informalidad. Por ahí anda también la modificación del monotributo, que si bien había que ampliar las escalas, no deja de fomentar la informalidad. Nos gustan los esquemas simples, pero no tan baratos. Pensamos que una persona que factura 5 millones por mes tendría que pagar más que lo que dispone la ley. Pero en cualquier caso no se está mirando la integralidad del sistema tributario, que además es federal, con impuestos coparticipables, con otros que no lo son. Ese equilibrio de cómo influyen unos impuestos sobre otros, por ejemplo no tocar retenciones. El gobierno dice estar trabajando en una reforma tributaria integral y en los considerando de la ley está que antes de fin de año la anunciarían. Veremos qué aparece ahí.
- Para terminar, volvemos al principio: ¿hay una luz al final del túnel, o es que viene el tren?
- Ésa es una gran pregunta. Nosotros en Fundar somos optimistas, por naturaleza. Porque pensamos que Argentina tiene unas capacidades productivas muy importantes. Que por algunos problemas de coordinación, o por no ponernos de acuerdo, no estamos desarrollando. Pero tiene un gran potencial y más aún en el mundo que viene, que demanda alimentos que nosotros producimos, energía que nosotros producimos, minerales que también nosotros producimos. Durante mucho tiempo no sabíamos muy bien que tenía Argentina para ofrecerle al mundo. Hoy lo sabemos. Lo que necesitamos es ponernos de acuerdo para poder ofrecerle al mundo lo que Argentina tiene para darle. Entonces, nosotros somos optimistas en ese sentido. Si nos ponemos de acuerdo en algunos presupuestos mínimos de políticas de Estado, que no estén sometidos después a volantazos, todos podemos estar mejor.