Graciela Azcona*
Graciela Azcona*
En las personas que se convocan y se hacen presentes en un espacio público para manifestar su opinión, reclamo o denuncia parece haber un registro de injusticia respecto de un hecho o situación. Esto se constituye en un “motor”, es lo que promueve la necesidad de decir y hacer en consonancia con un componente emocional que insiste en expresarse de manera colectiva, trascendiendo lo privado. La finalidad es dar a conocer, “llamar la atención”, poner “altavoces y lupas” sobre la problemática en cuestión.
De manera general, aparece un tema convocante que promueve identificación. Pero las particularidades se hacen manifiestas y emergen en el mismo conjunto de sujetos con mayor o menor hincapié en algunos aspectos del fenómeno por el que se movilizan, y la forma en que lo hacen.
La necesidad de manifestación pública y colectiva es lo principal del “porqué” y del “para qué” de una movilización social que busca la visibilización de problemas. El “cómo” se lleva adelante es un punto a problematizar, ya que la reiteración podría llevar a convertirla en un “ritual” y, de este modo, naturalizar las marchas. La consecuencia sería la pérdida de la eficacia.
Por otro lado, es importante no perder de vista hacia quién o quiénes están dirigidas. En ocasiones, esa figura aparece diluida. Se desdibuja el sector o factor verdaderamente responsable de la situación que origina la protesta.
* Operadora psicosocial. Trabajadora de la Escuela de Psicología Social Dr. Enrique Pichón Rivière de Santa Fe.