Diana Maffía: "Las mujeres somos especialistas en construir espacios de resistencia"
El compromiso ineludible de las universidades con la democracia, el valor de la investigación pública y la necesidad de consolidar una memoria colectiva en este diálogo con El Litoral en el que reflexiona: "Algo está mal si a otras personas les va mal".
Diana Maffía: "Las mujeres somos especialistas en construir espacios de resistencia"
Diana Maffía recibió en Santa Fe el título de Doctora Honoris Causa, la máxima distinción que otorga la Universidad Nacional del Litoral. Fue el 22 de abril, el día antes de la masiva marcha que unió a lo largo y ancho del país a personas de todas las edades y condiciones en defensa de la educación universitaria pública y gratuita.
"Datos, espíritu crítico, solidez en el respaldo de conocimiento, son parte de las responsabilidades éticas de las universidades y de la ciencia pública", dice Diana Maffía. Foto: Guillermo Di Salvatore
Filósofa feminista, como gusta definirse (solo para resumir su impresionante trayectoria), vino a la capital provincial a hablar de "Universidad Pública y Democracia", justo en un momento histórico y político de crisis y discusión, más que de debate. Y por eso sus conceptos resultaron una buena excusa para reflexionar, por sobre estridencias y tensiones, acerca de la directa relación que une y alimenta a las dos instituciones en las que centró su conferencia. Desde una perspectiva de género, por supuesto, en la que quedó de relieve la importancia de la comunidad y la solidaridad en tiempos en que se fomenta el individualismo.
Es mediodía de lunes y la nota tiene hora de finalización (a las 13 la buscan de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, donde Maffía desarrolló buena parte de su agenda) pero el inicio se demora y faltan 10 minutos para el horario límite. "Me casé en 7 minutos hace 44 años así que sabés todo lo que se puede hacer en 10", se ríe ante la preocupación por un plazo demasiado breve para todo lo que hay que conversar.
Así que arranca sin pérdida de tiempo (igual, la charla se extendió por 20 minutos) y va al hueso.
“Soy mujer pero tuve la posibilidad de contrarrestar barreras que a otras dejaron en el camino, no tengo moralmente derecho a deprimirme ni a ser pesimista”, dijo Maffía ante el escenario actual. Foto: Mauel Fabatia.
"Es muy importante tener un gobierno de la democracia dentro de la universidad; eso implica que los claustros participan de aquellas cosas que los afectan, que hay un diálogo en el que son escuchadas las distintas posiciones, que hay elecciones plurales en los consejos directivos y académicos, que hay centros de estudiantes que eligen a sus representantes, cambian y se renuevan". "Dentro de la universidad hay muchos modos de organizarse, peticionar e incidir en los cambios", dice Maffía. Y luego "hay una cuestión muy importante que es el compromiso de la universidad con la vida democrática".
El lugar donde discurre la charla tiene una fuerte carga simbólica. A pocos metros de allí, está el Paraninfo de la UNL donde, 30 años atrás, fue sellada la Reforma de la Constitución Nacional.
Maffía recurre a su propia experiencia de "una primaria, secundaria y carrera universitaria en dictaduras", para destacar "el valor que tiene la democracia" y "el compromiso por fortalecer las formas democráticas, transferir los saberes y que los estándares más altos de conocimiento que se producen en la universidad sean accesibles para los distintos grupos sociales que van a ser sus destinatarios".
El valor de lo público
Es allí cuando reflexiona que a todo eso "no lo puede financiar un laboratorio ni una entidad privada".
"Es muy importante tener un gobierno de la democracia dentro de la universidad”, resaltó Maffía un día antes de la marcha federal por la educación pública. Foto: Reuters
"Hay algo muy importante que diferencia la investigación pública de la privada, sin objetar el hecho de que una empresa privada puede tener sus áreas de investigación y financiar investigaciones. Pero el objetivo de la investigación pública es la publicidad de los resultados y la comparación con otros centros que estén abordando cuestiones similares".
Por el contrario, "una empresa va a tener clausurados esos resultados, porque el objetivo es utilizarlos dentro de sus propios fines de lucro, no de bien social; más allá de que puedan tener compromiso social".
Entonces, no es decente decir "vamos a cerrar el Conicet y si quieren investigar que vayan al mundo privado", por dos motivos: primero porque no toda la investigación tiene aplicación directa y, segundo, porque es muy relevante que la investigación sea pública y básica, también en Humanidades, donde se puede producir un sentido crítico sobre la vida social".
- ¿Por qué el embate sobre lo público?
- Esto, que es lo que valoramos dentro de la universidad, de producir ciudadanía crítica y valores de análisis social, es un aspecto riesgoso para una gestión que sea autoritaria, porque se está produciendo crítica que desmiente la difusión, a veces intencionada, de determinados fenómenos.
De izquierda a derecha, la decana de la FCJS, Claudia Levin, el rector de la UNL, Enrique Mammarella, la Dra. Diana Maffía y la decana de Humanidades, Laura Tarabello. Foto: Manuel Fabatia
Datos, espíritu crítico, solidez en el respaldo de conocimiento, son parte de las responsabilidades éticas y políticas de las universidades públicas y la ciencia pública.
Argentina tiene una economía del conocimiento de una productividad enorme pero de una amenaza de cero sostén público por parte el discurso gubernamental actual. Creo que no es solo una amenaza económica, sino también ideológica.
- Hablás de los aprendizajes y de tu propia etapa de estudiante, ¿creés que a las nuevas generaciones les faltó conocer una parte de la historia para interpretar el riesgo que entraña esta amenaza?
- Creo que hay intencionadamente un aplanamiento de la visión histórica que, en algunos casos, tiene que ver con cuestiones políticas. En una reunión reciente se evaluó el impacto del juicio a las juntas y de cómo la película "Argentina, 1985" trajo al presente un hecho que mucha gente ignoraba, pero que es único en el mundo donde, al salir de una dictadura, la democracia juzgó su propia ruptura del orden constitucional: algo inédito.
Sin embargo esto se silenció por una cuestión de apropiación política partidaria del discurso de los derechos humanos. Hay una responsabilidad también en no hacernos cargo de la historia. La reapertura de los juicios, después de la nulidad de las leyes de obediencia debida, punto final y el indulto, volvió a traer el compromiso de la justicia con los juicios de lesa humanidad. Pero hubo un pasado muy sólido y relevante que mucha gente no conocía y no estaba en la currícula escolar.
- 1985 fue una película que vieron muchos y muchas jóvenes.
- Justamente, qué arco intergeneracional se produjo de algo que estaba en las memorias individuales pero no estaba expresado colectivamente. Pongo esto como un ejemplo: ahora, el silenciamiento que se se está produciendo en este momento no es el de una disputa política, partidaria o de apropiación de la memoria. Lo que se está haciendo ahora es borrar la identidad, borrar aquello que nos hace ser las personas que somos. La memoria es lo que nos hace singulares y nos hace participar de un colectivo identitario, histórico, social con una cultura compartida, y con logros que no van a ser puestos en duda. Sin esa memoria colectiva, lo que queda es un conjunto de personas que son productoras y consumidoras de mercancías y que son, muchas veces, ellas mismas mercancías. Para una concepción economicista donde no hay Estado que iguale, sino personas libradas a su suerte, y el destino de esas personas es producir dinero o consumir bienes, hay sujetos que sobran (las personas ancianas, las desocupadas, migrantes, con discapacidad). Y solo queda un pequeño conjunto de sujetos que cuanto más neutralizada tenga su identidad, más podemos disciplinar su consumo: son ideales para un capitalismo concentrado. Y eso es lo que se está produciendo, no solo en nuestro país.
- ¿Cómo entra el feminismo en esta ecuación?
- Las mujeres hemos tardado décadas en construir una autoridad epistémica sobre nuestras formas de ver el mundo y resolver los problemas.
En una reunión previa (a esta entrevista) hablaba con la red de profesoras sobre cuestiones de ambientalismo, diseño urbano y decisiones que tienen que ver con el modo en que se dispone el trasporte público, la iluminación, los espacios de juego. Si luchamos por esos espacios de participación en lo público esas miradas van a estar. Son miradas autorizadas, formadas desde la universidad y los centros de investigación.
“Tenemos que volver a juntarnos, a sentir que formamos parte de un colectivo frente a toda la idea de que seamos sujetos individuales atados a nada”, valoró la entrevistada. Foto: Guillermo Di Salvatore
Hay un trabajo de muchos años en estas materias. ¿Dónde se ha hecho eso? En las universidades. ¿Quién lo ha hecho? Muchas veces las feministas desde sus distintas disciplinas. Son miradas para intervenir en el espacio público con argumentos. No tenemos que perder eso. ¿Depende de cuánto presupuesto tenga la universidad? Relativamente, porque tenemos muchos órdenes de alianzas, empezando por los encuentros nacionales de mujeres donde todos estos temas fueron tratados a lo largo de más de tres décadas ampliando los horizontes de la mirada de género sobre la vida en común.
Y luego están nuestras casas, la escuela, el almacén, todos los espacios donde expresamos nuestras opiniones. En parte la aridez, la ignorancia y mala fe de lo que está siendo el discurso público, están contrarrestadas por las pequeñas políticas comunitarias en un comedor público, una olla popular, un centro cultural donde estamos construyendo espacios de resistencia. Y las mujeres somos especialistas en eso, porque muchas veces se nos ha negado el espacio público.
Entrevista a Diana Maffía doctora Honoris Causa de la UNL
Así que nuestras formas de alianza han sido estas políticas de bases, de suturar comunidad. Porque la comunidad ha sido pateada y puesta en órbita y tenemos que volver a juntarnos, a sentir que formamos parte de un colectivo frente a toda la idea de que seamos sujetos individuales atados a nada, sin identidades personales ni afectos, sin compromisos por el otro o la otra, sin que tengamos empatía para reconocer que aunque a mi me vaya bien, que a otra persona le vaya mal, está mal.
Sentir esto es formar parte de una misma comunidad y esto es lo que está siendo destruido ideológicamente. Creo que hay que recuperar el valor de estos aspectos de activismos tan básicos y comunitarios.
- ¿En algún momento atravesaste un momento similar a este?
- Ninguno con esta violencia verbal e institucional desde las más altas esferas. Pasamos la dictadura, el menemismo; tengo 70 años así que pasé muchísimas cosas, pero ningún momento como este en términos de ignorancia profunda y de exhibición de esa ignorancia como diciendo "no nos importa".
Hay tanta verdad puesta en el escenario que lo desesperante es esa falta de conciencia colectiva, este queremos hacerlo de otra manera.
Ante un Paraninfo repleto, la filósofa feminista fue distinguida el lunes 22 de abril por la UNL. Foto: Manuel Fabatia
- Frente a este escenario, ¿sos optimista?
- Hay una distinción entre el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad y creo que, como una persona profundamente crítica, puedo tener una mirada pesimista en algunos aspectos. Pero como alguien que tiene una situación privilegiada en muchos otros, porque ya prácticamente cumplí mi etapa laboral, soy mujer pero tuve la posibilidad de contrarrestar barreras que a otras dejaron en el camino, no tengo moralmente derecho a deprimirme ni a ser pesimista. El optimismo de la voluntad hace que actúe como si esos cambios fueran posibles, porque yo tengo que acompañar a otras.
Perfil: Diana Maffía es Doctora en Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires, Profesora regular de Gnoseología y de Problemas Especiales de Gnoseología en el Departamento de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, directora del "Programa de Actualización en Género y Derecho" en Derecho de la UBA, y de "Epistemología feminista" en la Universidad de Rosario.
Fue diputada de la Ciudad de Buenos Aires, miembro del Consejo Académico del Centro de Formación Judicial del Consejo de la Magistratura de la CABA y defensora Adjunta del Pueblo de la CABA en el área de Derechos Humanos y Equidad de Género.
Escribió catorce libros como autora y compiladora, y más de cien artículos publicados en diferentes formatos. Además de una amplia trayectoria internacional, fundó la Red Argentina de Género, Ciencia y Filosofía (RAGCyT), junto a Silvia Kochen y Ana Franchi, y el II Congreso Internacional de mujeres, ciencia y tecnología.
Fue reconocida como Doctora Honoris Causa por la Universidad de Córdoba y la Universitat Jaume Io de Valencia (España). Y desde el 22 de abril, en la UNL.