Enrique Cruz (h)
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Tanto se habla en fútbol de los estados de ánimo y el que mejor empezó fue Unión, volcando el juego por el costado izquierdo. Entre Velázquez y Rosales aprovecharon la absoluta desconcentración sabalera en el arranque del partido. Fue inexplicable lo que hizo Colón. O bien hubo muchísimo de mérito de Unión, que con Rosales como gran abanderado del juego empezó a inclinar la cancha hacia el arco de Pozo. Una pelota que sacó muy cerca de la línea de sentencia Urribarri fue el presagio para lo que pasó un ratito después, cuando Rosales clavó un chanfle estupendo, arrancando desde la izquierda hacia el medio que dejó sin chances a Pozo. Golazo.
Colón amagó con equilibrar el trámite, pero en un contragolpe letal llegó el segundo, que nació en una estupenda habilitación de Rosales para Barrales, un centro que no alcanzó a detener Pozo y capitalizó Montero. Un Montero que no se había acomodado a la categoría todavía y un Rosales que fue dejado en el banco por Kudelka en los últimos dos partidos, fueron los que sorprendieron a un Colón estático, sin ideas y con una llamativa indecisión, sobre todo por el sector de Barraza.
Unión venía precedido de “mala fama” por su falta de gol y sin embargo lo había solucionado en 17 minutos. Colón apostaba demasiado al pelotazo y no estaba bien parado en el fondo. Sciacqua le ordenó a Costa que se volcara un poco más al medio para ocupar el puesto de enganche. La falta de fútbol de Colon se notaba más cuando la pelota pasaba por Rosales y Velázquez, que manejaban la pelota cuando Unión mostraba mayor velocidad y precisión.
Muy mal Barraza por un costado y dando la impresión de que Urribarri era una cosa a la hora de atacar, que retrocediendo para marcar. De esta manera, Colón sufría del medio hacia atrás lo que no generaba del medio hacia arriba, salvo una enorme pared entre Fuertes y Prediger que despejó Vera muy cerca de la línea de gol y una jugada de Urribarri que no conectó bien Moreno de cabeza.
Lo mejor de Unión
El primer tiempo de Unión fue lo mejor que se le vio al equipo en lo que va de su vuelta a Primera. Sólido para defender, presionando bien en el medio y jugando con una precisión en velocidad que sorprendió al inestable sistema defensivo sabalero.
Rosales y Velázquez estuvieron un escalón arriba si hablamos de lo que ofensivamente se vio; hubo un trabajo muy parejo de todos y sin fisuras ni puntos flojos. Esta fue la gran diferencia que hubo entre uno y otro: mientras Unión reinaba por solidez y una notoria diferencia de velocidad, Colón no salía del asombro y la confusión. Falto de fútbol en el medio, bien tomado Fuertes arriba, más allá del empeño de siempre del Bichi para correrlas a todas y con una falta de seguridad defensiva que lo llevó, inclusive, a caminar por el límite de quedarse con uno menos cuando Raldes le cometió una tremenda falta en el medio a Barrales, que bien pudo merecer una decisión más contundente de Baldassi y no precisamente por entenderse de último recurso, porque le quedaba todavía un trayecto enorme al jugador de Unión para avanzar.
Posturas definidas
Obligado por las dificultades físicas de Prediger, Sciacqua sacó a uno de los pocos que empujó y creó problemas en el primer tiempo, para apostar a un movedizo Higuaín. Ambas posturas quedaron definidas: Colón atacando y Unión esperando para contragolpear, con un Rosales inteligente y a veces imparable para un Colón que jugaba al límite en defensa.
Las subidas de Urribarri por izquierda aportaban algo de sorpresa. Pero no terminaban de meterse Costa y Moreno en el partido. No alcanzaba la prepotencia para empujar y meter pelotas adentro del área de Bologna, porque Avendaño y Erramuspe sacaban todas. Y llegado el cuarto de hora, Sciacqua sacó al otro volante de marca que tenía en la cancha (Bastía) para poner otro delantero (Lesman), quedando sin contención en el medio y sumando gente en ataque sin nada de claridad.
Y fue el mismo Lesman quien tuvo la chance en una jugada en la que otra vez se proyectó Urribarri, se internó en el área, le pegó mal de derecha y la pelota le quedó para que Lesman defina desde muy cerca, pero el delantero sabalero le pegó de zurda y con muy poca potencia, permitiendo el rechazo defensivo de Unión. Ya en la parte final, el mismo Lesman cabeceó y el travesaño salvó a Bologna, cuando un par de minutos antes Baldassi había anulado el tercero de Unión por posición adelantada.
La mayor evidencia quedó en el final. Colón se fue diluyendo por completo más allá de que tuvo chances para descontar, pero nadie puede discutir la justicia del resultado. Unión fue más, “primereó” con un arranque espectacular, redondeó un primer tiempo muy bueno y después supo jugar con solvencia y seguridad. Rosales fue la figura, pero hubo varios rendimientos individuales destacados, como los de Bruna y Avendaño, más un acompañamiento adecuado del resto.
El final fue un descontrol, adentro y afuera. Unión se acostumbró a festejar en este 2011 que seguramente será difícil de olvidar y hasta de igualar. Hacía 22 años que Unión no ganaba en el Centenario. Y lo hizo con autoridad y marcando diferencias en todo aspecto, más allá de que no llegaba mejor que el rival. Una demostración más de que el clásico es un partido aparte, especial, diferente y donde todo lo que se juega antes no cuenta.