Jueves 24.8.2023
/Última actualización 15:27
A.N.I.M.A.L. (estilizado así como fruto de la sigla de “Acosados Nuestros Indios Murieron Al Luchar”) llega a Santa Fe en el marco del “Tour 30 años”: la formación integrada hoy por el fundador Andrés Giménez (voz y guitarras) junto a Marcelo Castro (batería y percusión), Cristian “Titi” Lapolla (bajos y voz) y el invitado Osko Cariola (programación y teclados), sumado a partir de su participación en el álbum aniversario “Íntimo extremo”, plagado de invitados internacionales.
El reencuentro será en Tribus Club de Arte (República de Siria 3572 ) el viernes 8 de septiembre a las 21. Las entradas están a la venta en la boletería de Tribus (de miércoles a domingo, de 18 a 0) y a través del sistema Ticketway y sus puntos de venta (online y físicos).
Mirar atrás
-Están realizando la gira por los 30 años de A.N.I.M.A.L. Eso nos remonta a 1993, un tiempo con cambios de formación hasta llegar a la que grabó el primer disco. ¿Cómo recordás esos tiempos?
-Con alegría y con nostalgia. Pero con algo que siempre llevó a A.N.I.M.A.L. a lo que fue después, y lo que me llevó a mí en mi vida: creer en lo que amábamos, creer en lo que en lo que soñábamos, en lo que anhelábamos. Empezamos como todo grupo de barrio, de amigos, queriendo mostrar su música; plagados de ideas, de sueños, de anhelos; pero con algo que siempre tuvimos, que fue esa firmeza y ese convencimiento total de que lo podíamos hacer.
Y por ahí no teníamos ni equipo: yo no tenía equipo en ese momento, tocaba con un equipo prestado de guitarra; Marcelo (“Corvata” Corvalán) tocaba con un equipito muy chiquitito, armado casero por alguien; Aníbal Alo (primer baterista de A.N.I.M.A.L.) tenía una batería que era lo mejor que teníamos, pero tampoco era “guau”. Pero trabajábamos mucho con lo que teníamos para lograr ese sueño: pasaron los años y muchas de las cosas que soñábamos se iban cumpliendo y hasta se duplicaban o triplicaban en expectativas.
-¿Cuándo te diste cuenta que eso empezó iba en serio, y que iban a ocupar el lugar que A.N.I.M.A.L. tiene en la historia de la música argentina? ¿Hubo un momento de click?
-Sí: creo que fue entre el disco “Fin de un mundo enfermo” y el disco “El nuevo camino del hombre”. En ese momento tocábamos en el Teatro Arlequines, que era un teatro muy importante para lo que era la escena hardcore-punk argentina; un teatro de 400 personas full. Nos asomábamos siempre por la ventanita y veíamos la calle, y contábamos los chicos que iban llegando: “Guau, mirá vinieron 50”; “Guau, mirá vinieron 70”; “Mirá qué bueno, vinieron 100”: era una locura.
Un día estábamos ahí en la ventanita, ya en ese momento tocaba Martín Carrizo, miramos con él y con Corvata y dijimos: “Guau, loco, la fila da la vuelta de la esquina y no se ve donde termina”. Ese día terminamos haciendo dos funciones en un mismo día: impensado. A partir de ese momento pasamos a tocar otro lugar más grande, icónico, que era Cemento. Y terminamos presentando el disco que sigue, “El nuevo camino del hombre”, un 14 de septiembre en Estadio Obras, que era el templo del rock; con entradas agotadas (que eran en ese momento 5.400 entradas).
En ese momento fue que dijimos “guau”, pero seguíamos con esa fantasía de barrio, de amigos, de disfrutar de todo lo simple. Terminamos de tocar en Obras y para festejar que lo habíamos llenado fui a comer a una pizzería que estaba enfrente de Obra, que se llama Rojo y Negro (ahora está más lejos), con mis padres y los padres de Marcelo. Los chicos pasaban y nos veían comiendo la pizza ahí después del show.
Era todo muy profesional de parte nuestra, pero a la vez con esa inocencia que siempre también caracterizó a A.N.I.M.A.L. hasta el día de hoy: siempre fuimos una banda con mucha inocencia en el buen sentido, de no creernos absolutamente nada. De ir pasando etapas y llenando lugares, viajando y tocando; y seguir siendo los que fuimos.
Despegar
-Nombraste los discos que los cimentaron. ¿Cómo fue hacer el primero y editarlo, en una época que el sonido que planteaba A.N.I.M.A.L. era bastante de ruptura para lo que era la escena metalera argentina?
-Un disfrute: tener la posibilidad de entrar a grabar un disco, que lo habremos grabado en una semana, muy poquitos días. Nos ayudó mucho en ese momento el papá de Aníbal Alo con el estudio de grabación. También empezábamos a trabajar con Alejandro (Taranto), que nos ayudó mucho. Trabajó de productor y técnico Mario Altamirano, que nos llenó de sabiduría.
Fue toda una experiencia ese disco: era experimentar dentro de un estudio con el equipo que nos prestaron para la guitarra, que era un Marshall; no me acuerdo el equipo que había de bajo, pongámosle un Ampeg.
-Había que descubrir el sonido.
-Claro: era la primera vez que tenía un Marshall para poder sacarle el sonido. En ese momento tenía una SG Special, la más barata; Mario Altamirano me prestó una Gibson Les Paul, la primera vez que tenía una en mis manos. Todo fue así, dejando lo mejor de nosotros y experimentando todo el tiempo. Fue algo hermoso, por la inocencia que tenía la banda en ese momento. Algo similar nos pasó en “Fin de un mundo enfermo”: creamos un estudio se llama Columbia en Valentín Alsina, con Altamirano de productor y de técnico; y ahí ya teníamos un poco más de ruta. Aunque no habíamos crecido mucho: entre el primer y el segundo disco se empezó a hablar de había una banda que era extraña para el momento. Pero era una época donde tocábamos y había 15 personas, de las cuales diez eran amigos nuestros.
Cuando hicimos el segundo disco ya teníamos un poquito más de cancha, yo ya había visto un par de equipos. Ya estaba Martín en la batería, que venía de una escuela, tenía muchos amigos: Jota Morelli, Cristian Judurcha. Bateristas que si no tenías el platillo que querías te lo prestaban; le prestaron redoblantes para poder probar diferentes.
Adiós y regreso
-Llegó la separación de la formación con Corvata y con Andrés Vilanova, llegó el disco “Combativo”, y después disolviste la banda y armaste D-Mente. Ahí estuviste una década, sacaste varios discos. Eso después también se terminó. ¿Cómo fue después decir: “Vamos a reflotar A.N.I.M.A.L.”, con los que también habían sido miembros (Cristian “Titi” Lapolla y Marcelo Castro), y cuánto pesaba también resucitar un grupo que había sido histórico? Era volver a ponerse una camiseta que significaba tanto.
-Cuando terminamos con “Combativo” y terminamos, pensé que nunca más íbamos a volver con A.N.I.M.A.L. Porque sufrí un montón, me dolió mucho terminar con A.N.I.M.A.L.: lloré mucho en mi casa solo, me pegó súper mal; no tenía más ganas de tocar. León Gieco, que es con mi viejo, me llamó millones de veces y me alentaba: “Loco, vamos, tenés que seguir tocando, cantando, te cantas todo, sos un re tipazo, sos buena gente”. Un montón de hermosuras.
-Te invitaba a cantar “Cinco siglos igual” en distintos lugares del país: ibas de gira por un tema.
-Buenísimo que te acuerdes. Me empezó a invitar a tocar, yo todavía estaba en un duelo del que no quería salir. Fue muy fuerte: cuando vos empezás con una banda en la que anhelás estar toda tu vida, y no terminás porque somos viejitos, sino porque cada uno en algún momento de la vida piensa diferente... y nadie es el dueño de la verdad, no es culpa de nadie. Es como la familia: en algún momento uno piensa de una forma y otro piensa de otra; y no quiere decir que uno sea el malo y el otro el bueno: se da así. Y es difícil, porque uno le pone tanto empeño, tanto amor a las cosas... uno como todos los que estuvimos en A.N.I.M.A.L.
Era difícil para todos, pero por ahí para el que para el que se quedaba, que era yo, era más difícil: por ahí el que se queda siempre es el malo de la película. Siempre fui un tipo que callé, y el que calla siempre otorga; después me doy cuenta con los años. No me gusta confrontar, no me gusta el quilombo.
Leoncito me empezó a sacar esa angustia, y ahí un montón de amigos me decían: “Salí, armá una banda, salí, tocá”. No quería repetir la fórmula, hacer A.N.I.M.A.L. con otro nombre. Me parecía una falta de respeto sobre A.N.I.M.A.L. y sobre mí.
Toda la vida escuché metal, pero también todo tipo de música. En este momento estaba escuchando muchísimo rock viejo, porque estaba tomando con León en muchos lados, escuchando Tom Petty, Crosby, Stills & Nash. Me agarró para el lado de hacer una banda de rock and roll, cantada: y ahí fue que hice D-Mente.
Pero llegó un momento en que me di cuenta que todos los chicos que venían querían ver a A.N.I.M.A.L. (risas). Decían: “Loco, tocate un tema de A.N.I.M.A.L.”. Y en un momento junté a todos los chicos (sigo siendo muy amigo de todos de todos D-Mente, porque los amo) y les dije: “Chicos, les estoy cagando la vida, porque todo el tiempo nos piden canciones de A.N.I.M.A.L. Hagan su historia cada uno, porque no vamos a despegar nunca más, y los estoy atando a algo que no es justo que yo les haga esto”. Nos dimos un abrazo todos.
Así acabó (bien) D-Mente: una banda que a mí me encantaba, que para mí no fue apreciada. Una banda impresionante, un sonido mortal, unas canciones hermosas.
En ese momento había formado (un par de meses antes) otra banda con Andreas (Kisser, guitarrista de Sepultura), en ese momento Flavio (Cianciarulo, bajista de Los Fabulosos Cadillacs) y Álex González (baterista de Maná) que fue De la Tierra. Y ya estaba de nuevo con ese gustito de “epa, me gusta también”.
-Pudrirla un poco, volver a ese sonido.
-Claro. Estaba en eso, y un día recibo un llamado de Marcelo Castro, baterista de A.N.I.M.A.L. Porque tampoco tenía mala onda con ninguno. “Hola, guacho, ¿cómo andás?”. “Bien, ¿vos? ¿La escuelita?”. “Bien. ¿Puedo ir a tomar unos mates con vos?”. “Sí, vení”.
En el medio de la mateada me dice: “¿Por qué nunca más le diste chance a A.N.I.M.A.L.?”. “Porque me cascotearon demasiado, inmerecidamente. Pasé un momento feo y no quiero volver a que me cascoteen gratuitamente por algo que no es así: por continuar con A.N.I.M.A.L. me ligo todos los palazos”.
Me hizo entender un montón de cosas que me ayudaron un montón. En esa misma tarde me dice: “¿Me dejás llamar a alguien? A Titi”. Vino Titi a tomar un mate, y empezamos a hablar y a reírnos, y acordarnos de un montón de cosas que habíamos pasado juntos cuando grabamos “Animal 6”, un montón de cosas; y cuando nos despedimos Marcelo tiró: “Locos, si alquilo una sala de ensayo, ¿tocamos un rato los tres juntos?”. Nos miramos en la puerta de mi casa y dijimos: “Sí, avisanos”.
Marcelo alquiló una sala, fuimos y no pudimos tocar y no nos pusimos a tocar cualquier cosa. En un momento en un momento nos pusimos a tocar “El nuevo camino del hombre” o uno de esos temas; cuando terminamos nos empezamos a acordar de otros, y cuando nos quisimos acordar habíamos estado cuatro horas tocando temas de A.N.I.M.A.L, y sonaba a A.N.I.M.A.L. Y unos días después nos volvimos a juntar.
Fue reencontrarse con gente que es parte de la historia de A.N.I.M.A.L, y quisieron que vuelva a resurgir ese fueguito sagrado.
Entre amigos
-Ahí sacaron “Una razón para seguir” en 2018, y después sacaron el “Íntimo extremo” en 2022.
-Primero sacamos “Vivo en Red House”, que es un DVD, apenas volvimos.
-A “Íntimo extremo” lo agarró la situación pandémica. ¿Cómo fue hacer estas reversiones, que tienen un montón de invitados tan variados, en ese contexto?.
-Fue loquísimo. La pandemia creo que a todos nos enseñó, y a todos nos dejó cicatrices de por vida: pasamos momentos horribles y pasamos momentos de enseñanza y momentos que no se te van a ir nunca más de la cabeza; es algo muy loco todo lo que sucedió ahí.
Teníamos ganas de hacer un disco nuevo, pero también se venía una celebración de los 30 años del primer disco. En un momento hablo con los chicos por vídeo y les digo: “¿Y si reversionamos, para festejar estos 30 años, 10 o 15 canciones históricas de A.N.I.M.A.L, pero en un formato más electrónico, más abierto? Rompamos”.
Porque la historia no es comparar la versión original con la de “Íntimo extremo”: la versión original de cada disco es única e irrepetible; no podés volver a hacer una versión ni mejor ni peor, es única. Entonces la idea era romper el esquema de lo que estaba propuesto en la versión original; y jugar con algo que A.N.I.M.A.L. había jugado un poco en discos como “Combativo”, con Martín: las programaciones, las teclas.
Metimos en la banda un gran amigo que es como un hermano: Oscar Cariola, que toca en 202 y antes en Santos Inocentes, que la recontra tiene en la programaciones, las teclas, en lo electrónico. Me gusta mucho también la música electrónica: eso también hace que podamos haber hecho esto.
Entonces empezamos a trabajar las canciones en ese formato, sin perder lo que es A.N.I.M.A.L, porque es un disco súper pesado a la vez. Cuando terminamos de grabar todo (que fue difícil, porque iba uno, todos con máscara, con el terror que había en ese momento), estaba en el estudio con Oscar: “Poneme los temas que quiero que quiero escucharlos para interpretarlos”.
Cuando pone “Combativo” se me ocurrió: “Qué bueno sería que en este tema cante Enrique”. Los pibes me miran: “¿Qué Enrique?”. “Bunbury, boludo: es amigo, lo llamo, le pregunto”. Les canté como me imaginé las partes que Enrique iba a cantar, que después terminó cantando con su voz histriónica.
Lo llamé y me dijo: “Ey, tío, Andrés, ¿cómo estás?”; hablamos un poco de la vida y le conté, le puse el tema y le canté arriba. “Tío, envíamelo, me voy poner el mejor traje de A.N.I.M.A.L. para interpretar lo mejor para A.N.I.M.A.L: es un placer que me hayas invitado y te hayas acordado de mí”.
Corté y (no me avergüenza decirlo) me puse a llorar, porque para mí Bunbury es una institución de la música en habla hispana en el mundo:un artista increíble. “Pará: ¿y si jugamos con esta locura de que empiezo a invitar amigos que no tengan nada que ver con el metal”. Todo me dijeron: “Sí, dale, ¿pero a quién?”.
Me empezaron a sonar las voces en cada canción de los que están; y gracias a Dios cuando levante el teléfono todos los que llamé... porque lo llamé yo: acá no hay compañía de por medio. Por eso se hizo realidad: porque si esto hubiese sido planeado por una compañía era imposible de hacer: por los permisos, es todo un quilombo.
Así lo llamé a Draco (Rosa); a Juanes, a Lali; a los Agarrate Catalina; a Andrés Calamaro; a León; a Abel (Pintos); a Lula (Bertoldi); a (Alejandro) Lerner, al Roco (Pachukote) de Maldita Vecindad, a Rubén (Albarrán) de Café Tacuba; a Alex Lora de El Tri; a Chizzo de La Renga; a Matamba en Bolivia; a los Lucybell de Chile; al Neo Pistea y Ca7riel; a Sandy Cruz.
Pensaba: “Qué bueno que está jugar con esto históricamente”; y gracias a Dios todos estos monstruos me respondían: “Qué gloria, gracias por llamarme”.
Incansables
-Van tocar por Santa Fe y algunas ciudades más; en octubre arranca una gira latinoamericana, un poco para recuperar el salir afuera. ¿Cómo sigue la actividad hacia adelante?
-Ahora volvemos a Santa Fe: tengo muchas ganas de tocar en Tribus, que todo el mundo me habla maravillas. Tengo muchas ganas de volver: hace mucho que no vamos a Santa Fe, a ninguno de esos lugares cercanos.
Vamos a estar tocando en varios lugares de Argentina: Neuquén, Comodoro Rivadavia, después vamos a Córdoba. Hay varios shows, otras provincias que se están sumando, que los vamos a ir haciendo.
Y también jugando un poco con la posibilidad de recorrer Latinoamérica, que es algo que A.N.I.M.A.L. hizo toda su vida. Son países que (a diferencia de Argentina, que por ahí tocamos tres o cuatro veces en cada lugar) en Latinoamérica una o dos por año entonces. Son eventos que tenés que viajar más, pero bueno es parte de todo lo que conlleva salir de tour en Latinoamérica.
Vamos a empezar ahora por Centroamérica (ya estuvimos en Colombia hace un mes y medio), vamos a vamos a hacer Chile, México. El año que viene seguramente vamos a hacer nuevamente (después de muchos años) Estados Unidos, que es un territorio que hicimos mucho pero después lo dejamos de hacer.
-Lo dejamos después de haber hecho giras muy buenas. Ahora hay dos promotoras muy importantes que se interesaron mucho en hacer una muy buena gira para el próximo año. Se ve tangible y lo vamos a hacer.
Mientras tanto seguir tocando viste tocando, y planeando si Dios quiere un nuevo disco, recién para fines de 2024, que por ahí va a ser separado en dos partes. A mí me encanta hacer un disco de 12 o 15 canciones; pero hoy cambió el sistema, con las plataformas digitales. Y también está bueno sacar ponele dos EP de cinco o seis canciones cada uno. También puede estar bueno, es un formato lindo,
-Como para que no se pierdan los temas.
-Claro. A veces hoy sacás 12 canciones y la vieja guardia, los viejos seguidores, te escuchan las 12. Pero el que no te conoce escucha una canción y no todo el disco: es medio rara la forma de escuchar hoy en día la música (risas). Una canción, “no me gusta”, pum: a otra cosa.
Hay que aggiornarse dentro de uno que uno puede, porque soy vintage: sacar un corte, otro corte, me rompe. Prefiero prefiero ir sacando cinco canciones y a los tres meses cinco más y así.
En eso estamos: hasta que el cuerpo aguante, seguir tocando.