Sábado 21.11.2020
/Última actualización 11:22
Tras los turbulentos cambios producidos en los años ‘70, que a pesar de todo engendraron obras crepusculares y sombrías como “El tirador”, último film de John Wayne y “El fugitivo Josey Wales” de Clitn Eastwood, los ‘80 fueron un tiempo de decadencia para el western. El género había sido incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos y apenas hay un par de películas destacables en el período: “Cabalgata Infernal” de Walter Hill, con Keith Carradine, David Carradine y Dennis Quaid y la entretenida “Silverado” de Lawrence Kasdan, protagonizada por Kevin Kline, Scott Glenn, Danny Glover y Kevin Costner. Este último fue el que recuperó, en 1990, buena parte del terreno perdido a través de “Danza con lobos”, que se estrenó hace exactamente 30 años, el 21 de noviembre de 1990.
Basada en la novela de Michael Blake, quien se ocupó personalmente de adaptarla al lenguaje cinematográfico, la película está ambientada en el período posterior a la Guerra de Secesión de los Estados Unidos (los interesados ese tramo en particular de la historia, no se pierdan “Il buono, il brutto, il cattivo” de Sergio Leone) en plena Conquista del Oeste, uno de los tópicos predilectos del género. En ese contexto, el teniente John J. Dunbar sufre una angustia existencial tras los horrores que observó. Una acción suicida es confundida con una acción heroica y es enviado hacia un lejano puesto fronterizo que ha sido abandonado. Allí, completamente solo en medio de una llanura desconsoladora, entra en contacto poco a poco con una tribu de siox, con quienes termina estableciendo una relación de mutua amistad y respeto.
Kevin Costner hizo una jugada temeraria en “Danza con lobos”. Si bien había obtenido una popularidad bastante amplia como actor a través de títulos como “Los intocables”, “La bella y el campeón”, con Susan Sarandon y “El campo de los sueños”, le faltaba un recorrido por hacer. Sin embargo, en “Danza con lobos” decidió reservarse el rol principal (en muchas escenas, dado el tenor de la trama, incluso está solo) y asumir la dirección del proyecto. Todo un reto, más aún considerando que la historia seleccionada cambia completamente la perspectiva tradicional del género (cómo lo había anticipado en parte, años antes, Arthur Penn en “Pequeño gran hombre”) y coloca a los pueblos originarios de Norteamérica, en este caso los sioux, en el centro de la escena. Cuenta, de algún modo, el lado B de la Historia, desde el lado de los oprimidos.
La osadía fue recompensada. “Danza con lobos” fue un rotundo éxito de público, con una recaudación de 184 millones de dólares en total, diez veces más que los 19 millones invertidos. Fue muy bien recibida por la crítica (el reconocido Roger Ebert escribió que tenía “el atractivo épico y la claridad de un western de John Ford”). Obtuvo 7 premios Oscar, entre ellos los de Mejor Película (por encima de “El padrino III” y “Buenos Muchachos”) y Mejor Director, el mismo año en el cual competían Francis Ford Coppola y Martin Scorsese. Y el reconocimiento internacional, al ser distinguida en el Festival de Berlín con un Oso de Plata.
El único punto, acaso, cuestionable del film es la decisión de que el interés romántico de Costner (que interpreta la actriz Mary McDonnell) sea una mujer blanca criada por los siuox tras perder a su familia, en lugar de una nativa. Esto desentona en parte con la encendida defensa de los aborígenes que realiza el film. Lo que equilibra la balanza es la mirada cariñosa hacia las costumbres y códigos de la tribu, que se sintetizan el personaje de Kicking Bird.
D.R.Hay algunos datos de color que alimentan el aura de respetabilidad que se creó en torno al film con el paso de los años. Uno de ellos es que unos 45 minutos del film tienen diálogos en el idioma de los indios, obviamente con subtítulos. El otro es que, debido a que el film se rodó durante una intensa sequía, para llenar el estanque utilizado para algunas de las escenas debieron transportar agua en camión durante varios kilómetros. A su vez, es una de las cuatro obras que se pueden integrar dentro del género del western que alcanzaron el Oscar a la Mejor Película del Año. Las otras son “Cimarrón” (1931), “Danza con lobos” (1990) “Los imperdonables” (1992) y “El renacido” (2016), que se emparenta con otros géneros.
D.R.Tanto la versión original del film, que dura 3 horas, como la edición posterior con el corte del director, que agrega más de 50 minutos de escenas adicionales, siguen vigentes cómo enormes experiencias cinematográficas.
D.R.