El documental dirigido por Matías Riccardi se estrenó en junio de 2019 en el Cine América. Está centrado en la figura del futbolista Leopoldo Luque, campeón del mundo en 1978, quien falleció este lunes.
En febrero de 1975 se estaba por jugar un amistoso entre Unión de Santa Fe y Patronato de Paraná. El técnico del club santafesino era el “Toto” Juan Carlos Lorenzo, que venía de dirigir en Europa. Esa noche, estaba previsto el debut de varios jugadores, entre ellos el “Loco” Hugo Gatti y Victorio Nicolás Cocco, que había sido campeón con San Lorenzo. El avión de Cocco iba a llegar sobre la hora, de modo que Lorenzo le reservó la camiseta número 10. Pero finalmente el jugador no pudo llegar. De modo que el “Toto” debió confiar en un integrante del plantel que hasta entonces no había sido siempre titular. Era Leopoldo Jacinto Luque. Empezó el partido y Luque la “rompió”, hasta metió dos goles. Al final, Lorenzo lo abrazó y sentenció su destino. Le dijo: “Flaco, si usted me hace caso, va jugar en la selección”.
Esta anécdota -recordada por el jefe de Deportes de El Litoral, Enrique Cruz- y muchísimas otras figuran en “Leopoldo Jacinto, vida de campeón”, documental sobre la vida de Luque que se estrenó en junio de 2019, en el Cine América de Santa Fe. El film abarca diversas facetas de la vida y desarrollo profesional del reconocido deportista santafesino y para eso se vale de su propio testimonio, pero también de los futbolistas que lo acompañaron en la selección nacional y de periodistas de distintas generaciones, que lo trataron y lo vieron jugar en distintas etapas.
El director, Matías Riccardi, dialogó con El Litoral y contó muchos detalles vinculados con la producción de este trabajo que, según dice, lo disfrutó particularmente por ser futbolero. “Luque era uno de mis ídolos, junto con el Pato, con Alonso y con Pasarella. Además, se propuso en cierto modo reivindicar el logro que supuso en términos deportivos el Mundial ‘78, que quedó atado siempre al oscuro contexto que vivía el país, en medio de la dictadura militar. “En distintas charlas futboleras me daba mucha bronca que se hablara mal del Mundial ‘78, sobre todo gente de mi edad. Doy clases en la Universidad de Palermo, y cuando empecé con este tema había gente que no sólo no sabía quién es ese Luque, sino que no sabían nada del Mundial, o lo único que sabían era que estaba ‘manchado con sangre’, por decirlo de alguna manera. No podían separar lo deportivo del contexto político. Hablaban de la Copa arreglada, así de extremistas somos los argentinos. De ahí que me pareció interesante trabajar sobre eso, pero sin partir de una hipótesis del estilo ‘el Mundial estuvo arreglado’, porque era caer en un lugar común. De hecho, ya hay documentales y libros sobre eso. Mi afán era contar la historia desde un personaje y me acordé de Luque”, explicó.
En principio, según Matías, iba a ser un cortometraje sobre las situaciones que vivió Luque en el Mundial. “Pero cuando tuve la suerte de conocerlo y me contó su vida en una hora y pico de charla, me encontré con una historia que es la que intento reflejar en la película. Que va más allá del Mundial y tiene que ver con sus orígenes, su humildad y las peripecias que tuvo que vivir en las inferiores. Eso me permitió abarcar mucho más allá y llegar hasta el presente. Me interesaba exponer todo su recorrido. Tuve la suerte de tener una historia servida en bandeja”, contó.
—A lo largo de la película, además del testimonio troncal de Luque, incorporás testimonios de otra gente vinculada con él. ¿Por qué?
—Me interesaba, teniendo la posibilidad de tener a Luque, cosa que a veces no pasa en los documentales, que todo sea un relato en primera persona. Sobre todo para recuperar la dialéctica de la charla. De la charla que teníamos con nuestros padres o con nuestros abuelos o con alguien con quien te sentabas a tomar un café. Quería que fuera un diálogo entre Luque y el espectador en esta época de tanto Whatsapp, redes e Internet. Lo imaginé como si Luque le estuviera contando una historia al espectador. Pero había momentos en que necesitaba que se armara un contrapunto, sobre todo en esto del Mundial y en una especie de apoyo a todo lo que le tocó vivir a Leopoldo. Y tuve la suerte de que justo sus mejores amigos dentro de aquel plantel fueron figuras destacadas, como Fillol, Kempes, Bertoni, Olguín. Entonces mataba dos pájaros de un tiro, porque me podían reforzar el concepto de Luque como persona y como jugador. Los periodistas de Santa Fe me sirvieron para contar los orígenes de Luque, su paso por Unión, toda su etapa en la liga. Y después quería tener tres generaciones de periodistas y tuve la suerte de contar con Macaya Márquez, Alejandro Fabbri y Román Iuch. Todo eso me sirvió para armar un debate en torno a controversias como el partido contra Perú en el Mundial ‘78. Eso de algún modo el público agradece, más allá de la posición que tome cada espectador.
Preguntas
—Lo que intentaste es, a través de la historia de Luque, abrir interrogantes.
—Sí. Interrogantes respecto de aquel partido. Respecto a si fue valorado o no al día de hoy el equipo del ‘78. Que es un karma que viven estos muchachos, que sienten que no fueron lo suficientemente reconocidos. Igual mi intención nunca es bajar línea. Cada uno sacará sus propias conclusiones. No es una película sobre el Mundial, sino que apunto a contar sobre alguien que llegó muy tarde al fútbol, que estuvo varias veces por largar y que si no fuera por el apoyo de los padres, por perseverancia, lucha, sacrificio y esfuerzo, hubiera terminado en Atenas de Santo Tomé a los 25 años y después trabajando de otra cosa. Y el fútbol argentino se hubiera perdido una figura como Luque.
Sostener la pasión
—¿Pensás que el film le puede interesar a un público más amplio que el interesado por el fútbol?
—Aspiro a eso, a llegar al público no futbolero, contando una historia de vida. De alguien que empezó muy de abajo, llegó a la gloria y no tuvo ningún tipo de trauma ni de depresión o como lo llames.