Jueves 3.6.2021
/Última actualización 18:20
Los relatos que Silvia Braun desarrolla en su nuevo libro “Una corona sin rey” tienen como rasgo unificador un contexto en común: la Argentina del último año y medio, convulsionada al igual que el mundo entero por el Covid19, que originó un inédito escenario de incertidumbre.
Sin embargo, las historias no se refieren directamente a la pandemia y sus efectos, sino que hablan de amor, odio, esperanza, frustración, prejuicios, negligencia, dolor, alegría, generosidad y poder. En síntesis, de lo que ocurre con los seres humanos cuando se ven obligados, sin preaviso, a caminar sobre la cornisa.
Los personajes, algunos citadinos, otros pueblerinos, están sumidos en la misma angustia. No son héroes, tampoco podrían definirse como antihéroes. Simplemente son personas que reaccionan de modo diferente en el momento en que tienen que ir hacia lo desconocido. Cómo en “La peste” de Albert Camus, esa situación extrae lo mejor y lo peor de cada uno de ellos.
Gentileza de la autora Silvia Braun.Silvia Braun. Foto: Gentileza de la autora
El valor que tienen estos cuentos, tan breves como contundentes, es que logran tocar fibras diferentes en cada uno de los lectores. Por momentos, emocionan sin remedio (“La abuela Teresa”). Otras veces directamente conmocionan (“La danza inmóvil). Hay tramos donde asoma el humor (“Ahicito nomás”) y otros que predisponen más bien al desconsuelo (“La fiesta”).
Sin embargo, y aquí está uno de los logros fundamentales, la primacía siempre está en la profunda humanidad. Que engloba a esa abuela amorosa eje de la unión familiar, a ese hombre desesperado por hallar un chivo expiatorio para tanto dolor y a esa adolescente que decide ir a bailar con el chico que le gusta sin darse cuenta del dolor que puede causar.
En diálogo con este medio, Silvia Braun señaló que el origen de sus relatos está principalmente en la imaginación, pero siempre con base en hechos reales que funcionan como disparadores.
Los textos nacen de “distintos gestos que localicé y sobre los cuales escribí. En general, para escribir me baso en la observación. Me basta ver caminar a una persona y ya tengo una historia. Hoy salís a la calle y la mirada que te clavan por encima de los barbijos ya te dice todo”, apuntó.
Este libro, desarrollado con un estilo sencillo que indaga tanto la descripción de escenarios rurales como urbanos, fue escrito por Braun en apenas dos meses. Pero le llevó otros cuatro realizar la corrección y la edición final.
“Me costó más la corrección que la escritura. Me acordé de unas palabras de Gastón Gori cuando me decía que esto es como un campo de chauchas. Sacás las chauchas y decís ‘que suerte’. Al otro día te levantás y hay cuatro chauchas. Las sacás y al día siguiente hay otras tres. No se termina nunca”, señaló la autora.
Consultada respecto a si el proceso de creación de “Una corona sin rey” fue catártico, Braun admitió que la escritura en general la escritura en general tiene ese efecto, más allá de las temáticas sobre las cuales se ahonde.
“En este caso, la temática se impuso. Pese a todo, no quería centrarme en algo necrológico, patológico o enfermizo. Si no darle una vuelta por el costado y centrarme en las historias de unas personas a quienes la pandemia tocó de forma oblicua. Creo que eso está logrado”, explicó la escritora.
Muchos de los relatos están contenidos en el libro, cuya segunda parte está en proceso de preparación, están dedicados. En efecto, uno de ellos (“La vida ajena”) está dedicado in memorian a Abigail Jiménez, la nena de 12 años enferma de cáncer a quien le negaron el ingreso vehicular a la provincia de Santiago del Estero, quien murió en enero.