Jueves 31.10.2024
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El Indio Lucio Rojas desembarcará en el Teatro Luz y Fuerza (Junín 2957, Santa Fe) el sábado 2 de noviembre a las 21. Compartirá con su público una fiesta folclórica, compartiendo con su público sus nuevas creaciones y los clásicos de siempre. Además, contará con un anfitrión de lujo como invitado especial, el cantautor santafesino Efraín Colombo, compañero creativo de los hermanos Rojas desde hace tiempo.
Las entradas ya están disponibles en www.ticketway.com.ar. En la previa del show, el cantor nacido en Marca Borrada conversó con El Litoral sobre su propuesta, su recorrido artístico y su apuesta por las canciones como forma de trascendencia.
Lanzamientos
-¿Qué significa para vos este show propio en un teatro santafesino, presentando repertorio nuevo?
-Volver a una ciudad que siempre nos da mucho, porque tenemos la bendita oportunidad de estar en las fiestas populares grandes que tiene Santa Fe. Sabemos el cariño, el amor que hay de la gente, no únicamente por mi proyecto, sino por la familia Rojas.
Comúnmente no hago teatros, porque siempre busco otro formato, el de peña; que es donde me gusta dejar mi música. Pero venimos trabajando esta expresión del proyecto y repertorio, que queremos empezar a dejarlo en algunos teatros de algunas ciudades y bueno, vamos a arrancar por Capital Federal, en La Trastienda; vamos a venir ahora a Santa Fe, el sábado.
Es el reflejo de lo que va a ser nuestro espectáculo, nuestro repertorio para la temporada del verano. El teatro para nosotros siempre es como la medición de qué siente la gente con las nuevas canciones, con la nueva estructura que uno forma para eso.
Queremos en estos últimos tiempos dejar canciones: venimos trabajando desde hace un tiempo largo, casi un año, junto con Alfredo, mi hermano; el Efra Colombo; un amigo salteño, el “Toba” Pedro Toledo, y yo, en muchas canciones. Y hemos empezado a largar esas canciones en junio, julio: son canciones de nuestra autoría, y a través de las plataformas digitales vamos dejando eso.
Hoy sentimos que estamos preparados: que con todas esas canciones (que ya están algunas en la gente) podemos darle una vuelta de rosca al repertorio que desde hace tiempo no le dábamos. Por eso es muy importante la llegada a Santa Fe: por mostrar las canciones nuevas y casi todas propias. Si bien cuando armamos un repertorio, o armamos el espectáculo, sabemos que dentro de todo ese trabajo hay canciones que a la gente le gusta escucharlas; y soy partidario de que esas canciones no pueden irse, tienen que estar: no puedo dejar de cantar “Marca borrada”, porque es el sello de la familia, del lugar de donde venimos; no puedo no cantar “No me abraces porque lloro”, que son clásicos y propios.
Eso es lo más importante: son clásicos ya del repertorio popular argentino, y son clásicos del repertorio de la familia y principalmente de El Indio Lucio Rojas; y también son de la autoría nuestra. Es lo más lindo que nos puede pasar. Siempre digo: cuando empezamos a componer canciones empezamos a describirnos cómo somos; y es donde aparece la identidad, la ideología, el sentimiento, el amor: principalmente por el proyecto propio.
Estas canciones son eso: son la identidad de nosotros: del Alfredo, mía; donde hemos puesto de manifiesto desde la melodía hasta la letra, la descripción de dónde venimos, quiénes somos; por qué sentimos ese lugar tan maravilloso como es el Chaco Salteño, el Chaco Boreal. Y a partir de ahí el reflejo de lo que significa el pensamiento nuestro por nuestra música se hace se hace natural, simple y sencillo para dejarlo en canción.
Parte del cancionero
-Meter algo en el cancionero popular, como tantos otros autores que ustedes cuando empezaron decían: “Tal autor dejó tal canción”. Son ustedes los que ahora están dejando para otra gente que viene atrás.
-Ese trabajo de composición que el Jorge, mi hermano, hace muchos años nos fue inculcando; junto con el Efra fuimos parte de muchos talleres con Jorge y otros autores-compositores importantes, hoy hace que lo tengamos casi naturalizado. Nos damos tiempo y espacio para poder encontrarnos a componer; en algún momento pensábamos que no funcionaba: que las canciones “salen”. Nos dimos cuenta de que el trabajo de encontrarnos y de estar pensando pura y exclusivamente para realizar una canción tiene frutos maravillosos.
Creamos una convivencia especial para ese encuentro, donde vivimos horas, momentos, días; a veces trabajamos de día, a veces de noche; vamos encontrándole la vuelta en qué momento podemos charlar más de la canción. Nos pasó de tener conversaciones de amigos que nos cuentan, o en el mismo caso de Jorge, cómo fue crear en un momento, en una etapa, de su vida junto con Los Nocheros las composiciones con La Moro (Noemí Cristina Laspiur).
Yo lo vi a Jorge con Silvia Mujica, horas y horas sentados, viajando o en algún lugar, componiendo. En ese momento yo decía: “Estos locos”; pero te das cuenta de que han marcado una etapa, que fue maravillosa, y que cambió el repertorio de un momento muy lindo de nuestra música. Entonces decís: "Ese es el camino". Y seguramente (Manuel J.) Castilla con (César) Perdiguero hacían lo mismo.
Lo escuché varias veces a Federico Córdoba de Las Voces de Orán, de contar momentos de grandes autores, donde salieron temas que son populares. Entonces capaz que es el momento donde esta nueva generación encuentre ese espacio y esa forma de seguir mostrándonos la canción. Soy un convencido que somos protagonistas: llegamos al corazón de la gente, llegamos a las fiestas populares, pura y exclusivamente porque la canción lo permite.
La canción es el arma más importante del cantor, que puede generar la emoción en el que la escucha; y eso crea un lugar y una forma de comunicación especial con la gente.
-En este show tuyo, con un público más fanático, funcionarán de una manera; y eso te dirá cómo puede funcionar, por ejemplo, en el Festival de Guadalupe, ya con un público más grande.
-El seguidor nuestro tiene la templanza de hacerte saber si te estás yendo por un camino que no es el que te conocen, que no es el que te hace sentir la canción. El público nuestro siempre ha sido muy respetuoso: primero y principal del tiempo que nos conocemos. Tengo casi 24 años viviendo profesionalmente de la música, y he recorrido muchas fiestas populares; y el amor y el cariño por la gente es maravilloso. Pero también te hacen saber si está bueno lo que estás haciendo, o no está bueno. Y mucho más ahora, que es mucho más fácil: en un comentario en las redes es muy claro.
Creo que por más seguro y convencido que estés, ya sea de un repertorio, del arreglo de una canción, respeto mucho lo que la gente dice. Porque cuando subimos un escenario tenemos que alegrar a la gente. Yo vengo a eso: a que desconectemos de una realidad y nos encontremos en otra, aunque sea un ratito. Y si no logramos eso, la gente también te lo hace saber.
Entonces está bueno estar pendiente de esas cosas: mucho más ahora, que es mucho más fácil, a través de las redes, de los comentarios que te llegan directamente.
Oportunidades
-Decías 24 años profesionalmente en la música, muchos más de toda la vida. ¿Cómo sentís que ha sido tu crecimiento desde los comienzos?
-Nosotros cantábamos con el Alfredo, con el Jorge, en las fiestas de la familia; allá en Marca Borrada, en la orilla del río. A mí no se me había pasado nunca por la cabeza que la música nos iba a dar una oportunidad de vida: nos cambió la vida y muchas veces vivimos cosas maravillosas y otras no tantas. Pero cuando el Jorge abre la puerta esa, que se comunica con la gente a través de su canto, de la música, también a nosotros mismo el embudo nos llevó: lo digo por el Alfredo y por mí.
Salí del monte a estudiar: primero arranqué veterinaria, después arranqué educación física. En el medio de ese proceso, un día el Chaqueño y Jorge me dicen: “Los Carabajal buscan una primera voz, y nosotros te postulamos a vos”; riéndose. Me fui a probar: fui con Jorge, me senté al frente de Kali Carabajal, que para mí era lo máximo que tenía en el folclore.
Crecí escuchando Los Carabajal, pero sin saber cómo eran sus rostros: escuchábamos radio en el monte, no había televisión, no había cassettes, nada. Ese momento era el auge de Los Manseros, de Los Carabajal, de la música santiagueña que había copado el repertorio y las fiestas populares. Y tenerlo ahí a Kali fue maravilloso: canté la mitad de una chacarera y me dijo: “Ya está, hijo, suficiente. Ahora voy a hablar con tu hermano”. Dije: “No se anima a decirme ‘andá, seguí haciendo lo que estás haciendo’”. Salieron como a los 20 minutos con Jorge, abrazados; y Jorge me dice: "Bueno, Indio, preparate para ir a vivir a Santiago del Estero”.
Si bien yo ya andaba cantando en las peñas con muchos otros changos, lo hacía por diversión, porque me gusta. A partir de ahí lógicamente cambió mi vida: Los Carabajal son una escuela; primero una escuela de formación para muchos cantores. En mi caso no únicamente como cantor, sino también como persona: tenía 19, 20 años cuando subí a la formación de Los Carbajal a recorrer el país, las fiestas populares; llegar a Brasil con la gira; fuimos a Estados Unidos, giras de dos, tres meses. No entendía lo que estaba viviendo, España, por todos lados. Esa etapa, fue el cimiento de lo que hoy tiene mi carrera.
La otra etapa, que la tomo como mucho más productiva, fue la etapa con Jorge. Él se va de Los Nocheros, y al tiempo nos dice al Alfredo y a mí: “Quiero que se vengan conmigo”. Lo primero que dije fue “sí”: no sabía si Jorge me necesitaba de chofer, de asistente, de cantor, pero sí. Y lo mismo pasó con Alfredo: yo estaba en Los Carabajal, Alfredo haciendo cumbia, viviendo con Leo Mattioli, en un momento maravilloso de su carrera.
Fue muy lindo el trabajar con Jorge, no únicamente como familia: fue encontrarme con un profesional, que como hermano no lo sabía. Con Jorge tenés que estar preparado 100%; y esa preparación fue muy linda, porque trabajamos vocalmente, aprendimos a producir una canción, producir un evento; aprendimos el trabajo de la logística que teníamos que organizar. Ese proceso es el que más amo: más allá de subir a cantar, el “prepararme para” fue muy importante en ese proceso con Jorge.
Y en medio de todo ese crecimiento aparecieron Los Rojas. Creo que se dio naturalmente, no pensé que se podía dar. Pero ahí estuvo la visión de Jorge, de hacer que sus seguidores nos conocieran: nos dio la posibilidad de ser protagonistas dentro de su espectáculo. Fue una cosa muy linda, porque se empezó a juntar todo el aprendizaje con Los Carabajal, el aprendizaje de crear una puesta, el aprendizaje de crear una logística de trabajo; de proyectar, de soñar, de ilusionarnos: fue maravilloso.
Esa etapa fue inmensa; el Jorge un día nos dijo al Alfredo y a mí: “Muchachos, ya está: hasta acá llegamos juntos; vayan, porque consideramos que están preparados para todo lo que venga”. Y realmente es así: hoy me considero preparado desde cualquier punto que tenga que ver con el trabajo, con la música, en lo personal, como ser humano.
Hoy el presente de El Indio Lucio Rojas simplemente lo disfruto y lo agradezco; es un agradecimiento a casi 25 años de andar por la ruta, de llegar a cada fiesta popular, de muchísimo trabajo: grabé tres trabajos con Los Carabajal, con DVD, con discos en ese momento; con Jorge grabamos todos sus trabajos como solista en el apoyo vocal; después la creación de Los Rojas, con otros discos más.
Así que son muchas horas de estudio, de preproducción, de producción, para crear un evento; y eso hoy a mí me hace tener muchísima tranquilidad cuando voy a encarar un sueño nuevo, porque sé que voy a dejar lo mejor. Porque sé que todo lo que venga en algún momento del proceso ya lo he vivido; y hoy lo que me fortalece siento que es la creación de la canción. Por eso hago mucho hincapié en la canción: porque la canción va a seguir siendo la protagonista, para que nosotros nos podamos conectar con la gente.
Cantor de monte
-Hablabas de la importancia de poder contar tu realidad, tu lugar, algo que otro no va a hacer si no lo hace uno. ¿Cómo es reflejar tu lugar en el mundo en una obra?
-Creo que facilitó todo. Se hizo mucho más simple, mucho más sencillo, porque primero cuento mi vida, mi realidad: de dónde vengo, quién soy, por qué canto eso que me apasiona tanto; por qué bailo. Porque antes de ser cantor bailaba en el monte, en la sombra. Allá los referentes más importantes siempre fueron los músicos: el violín, el bombo legüero, el bailarín y el coplero. Cantor de chacarera somos muy nuevos: nuestros primeros referentes de ese rincón de la Patria son el Chaqueño, Jorge, el Negro Palma, Pastor Juárez, mi primo hermano; que son los referentes de nuestro canto.
Si bien la copla es ancestral, y uno de los más importantes para mi vida es mi viejo: él tiene una tonada especial, el Alfredito heredó esa forma y expresión, que es muy lindo, pero siempre fue muy sencillo.
Porque decimos de dónde venimos: cuando hablo de mi tierra, hablo de ese origen: no conozco otro, es mi lugar, no hay otra forma que pueda explicar otra cosa, porque no la conozco. Cuando hablo del entrevero, de la diversidad cultural que tengo, es porque me criado con el pueblo originario y con el criollo. Sé cómo hay que ir a juntar un algarrobo, un mistol en el monte, como también sé cómo hay que ir a sacar leche a la vaca, porque he vivido en esa forma; en esa creación mía desde niño hasta adolescente. Salí de ahí a los 18 años para estudiar, sin conocer la luz: no tenía una perilla para prender la luz: teníamos que hacer fuego o prender un mechero.
Mi vida la cuento y la canto. Es sencilla, porque la gente entiende y se conecta rápidamente. Hoy nuestra música está viviendo un momento muy especial; me refiero a la música del Chaco Boreal, del Chaco Salteño, formoseño, chaqueño, santiagueño. Está viviendo y ha encontrado un espacio importante en las fiestas populares; y porque también empieza a tener referentes importantes. Por eso tengo la tranquilidad de que mi proyecto El Indio Lucio Rojas está sentado en un cimiento muy fuerte y muy firme; porque es generacional también lo que vivimos: así tengo un proyecto junto con Lázaro Caballero y Christian Herrera, que es Cantores del Monte. Un proyecto con Guido Bertini (un gran baterista, arreglador, compositor; que estuvo con Los Nocheros desde un principio, después con Jorge) que se llama Bagualero, con otro par de amigos cantore que creamos distintas expresiones, pero porque lo sentimos.
Eso hace a tener esa posibilidad de poder conectarme desde otro lugar. Bagualero es un proyecto que musicalmente tiene otra expresión: donde cantamos una zamba con un hang, con un bajo acústico; donde cantamos una chacarera que la estructura se la damos nosotros, como la sentimos. Cantores del Monte junto con Lázaro y Christian, es una creación que es más tierra que otra cosa: parece que salís debajo de la sombra de un algarrobo, o de una vizcachera; es puro, natural.
Por otro lado, estamos trabajando con canciones con Efraín, que no únicamente son para mi proyecto, sino también para otros proyectos y otros artistas. También lo vemos desde ese lugar: hemos tratado de ocupar nuestro conocimiento y nuestro tiempo en cosas que realmente sentimos que van a quedar. Y eso es lo que estamos viviendo hoy.
Vínculos creativos
-¿Y cómo se articula todo eso en agenda, en tiempo?
-El Efra se apura y se desespera. Me dice: “Uh, pero no terminamos esta canción”; y yo siento que el tiempo nos sobra, y no me crea intranquilidad eso. Porque sé que tengo el tiempo para esas cosas; capaz que tiene que ver con tantos años de vorágine, que por ahí no nos paramos ni a tomar agua. Y hoy donde veo una aguada linda me paro y me quedo; y si veo un fuego me paro y me quedo, y hacemos un asadito. Y si hay una sombra prefiero quedarme en la sombra y no caminar tanto.
Es parte también de la vida; y creo que la vida también te va enseñando que hay tiempo para todo: no lo dejes pasar, pero hay tiempo para todo. Lo vivo así: veníamos viajando ayer, y el Alfredo me dice: “Che, me salió un tema maravilloso, creo que es una cumbia”. “Bueno”, le digo, “hablemos al arreglador y hay que hacer la cumbia”. Y ya estábamos hablando para quién es la cumbia. El Efra anoche me decía “Hay una canción”; “Uy”, le digo, “me parece que alguien la puede cantar”. Creamos también formas para cuidar la canción: sigo insistiendo que la canción va a ser la que nos va a dar la continuidad y el tiempo en que nos quedemos cantando, o no cantando: porque también es lindo cuando vos escuchás una canción tuya por otro cantor, es lo más lindo que te puede pasar.
Para mí el Alfredo es el gran autor-compositor de la familia: lo escuchás cantar al Chaqueño Palavecino y escuchás canciones del Alfredo que son eternas en el folclore; y que van a quedar para toda la vida, porque ya han pasado distintas generaciones. Alfredo escribió su primera canción teniendo 16 años, y la canta el país; y yo sé que la va a cantar el país para toda la vida. Así como Juan Carlos Carabajal o Carlos Carabajal, o Peteco han creado canciones que van a quedar, eternas; siento que Alfredo ha creado canciones eternas.
-¿Cómo se dio el vínculo con Efraín, que atraviesa las provincias, las regiones, y cómo se retroalimentan para hacer una cosa nueva?
-Al Efra lo conozco de chiquito: con Los Carabajal teníamos la peña La Casa de los Carabajal en Cosquín; y llegaba un dúo, el Dúo Girasol: qué molestos que eran, Dios mío. El tío de Efraín (y padre de Patricia Ratti), Julián, era muy amigo de Los Carabajal. Cuando lo veía llegar a mí me daba bronca, porque yo traía amigos salteños para que canten en La Casa de Los Carabajal; y Kali y Musha son amigos de Julián, y le daban el mejor horario. Yo decía: “¿Para qué llegan estos? Justo ahora, que tenía un amigo salteño que iba a canta esta noche”.
Después lo veo un día que andaba ahí atrás del escenario, haciendo notas: “¿Qué hace haciendo notas este?”. Le terminó haciendo una nota a Jorge; al Alfredo y a mí ni nos saludaba (risas).
Esa amistad, ese respeto es de muchos años; y ahí fuimos descubriendo el talento de Efraín para con la composición y la autoría que es lo más lindo, más allá de que es un gran cantor. Él fue descubriendo junto con Jorge creaciones muy lindas, y hoy alimentamos eso: como decía antes, la alimentación de buscar la canción nos hace estar más juntos. Y más allá de buscar las canciones, también cuidar a la canción, proteger a la canción. Ese vínculo nos apasiona y lo vivimos de una manera muy especial; la amistad se ha sentido fortalecida por ese lugar. Y después siempre compartimos música, compartimos momentos, ideas, días; eso se fortalece con el tiempo y alimentamos eso para que esté siempre latente.
Generar oportunidades
-Hablabas de calentar motores para la temporada de los festivales, para lo que va a ser el verano. ¿Cuál es la expectativa?
-Como decía hoy, nos vamos preparando para la temporada: pensamos que tenemos que repercutir en el trabajo previo al llamado de la producción de un evento. Fundamentalmente eso, cuando uno piensa en crear un nuevo espectáculo. Venimos de una situación sociopolítica económica tremenda del país; y donde más se notó fue en las fiestas populares: este año hubo más de 40 fiestas populares que no se hicieron, desde marzo a noviembre. No se hicieron y no sabemos si van a volver, que es lo más triste.
Los cantores, que somos protagonistas de cada fiesta popular, tenemos que saber las situaciones que estamos viviendo; y tenemos que empezar a cuidar lo que están viviendo las fiestas populares, y entrar a defenderlas entre todos.
No fue un año positivo para eso. Desde lo personal tengo un agradecimiento maravilloso, porque estoy trabajando bien, y llego a cada lugar. Pero también porque el esfuerzo de, por ejemplo, crear un espacio y venir acá a Luz y Fuerza, de llegar a Capital Federal a La Trastienda. Nos hace también este fortalecimiento: porque también somos artistas independientes, y sabemos que nadie nos está cuidando la espalda. Al teléfono lo tenemos que atender nosotros, y tenemos que ver la forma de cómo, si no hay una fiesta popular, generar un movimiento para que nuestra estructura esté presente.
-No solo atender, también hay que llamar.
-Exactamente, así que lo hicimos. También pasó que en otros tiempos estábamos sentados, porque los llamados eran para decir: “No, queda lejos: para qué vamos a cantar allá, tengo este acá”. Hoy no pasa eso, es la realidad que se vive. Pero estamos preparados, porque son muchos años de trabajo, y ya hemos vivido distintas etapas; y esta situación la hemos vivido muchas veces. Y creo que hoy tenemos muchas más herramientas que antes. En la pandemia, cuando nos dijeron que teníamos que estar encerrados dijimos: “¿Dónde vamos a cantar?”.
Nuestra estructura se preparó desde el trabajo independiente en crear canciones, en mostrar canciones, y en crear contenido y conocer lo que significaba un streaming: nunca habíamos escuchado esa palabra, y hoy es natural. Cuando fue la pandemia hemos trabajado tanto, que cuando tuvimos una ventana, salimos corriendo: estábamos listos: estábamos en gateras, esperando que se abra la puerta. Hoy sigo sintiendo que estamos preparados, porque nos seguimos profesionalizando.
La temporada que viene, en el caso personal, es maravillosa: volvemos a llegar a las fiestas populares donde son visibles, y donde sabes que podés mostrar tu espectáculo; y después muchas tantas que son inmensas, que te hacen ser parte. Va a ser una temporada linda; porque si bien las temporadas pueden ser bajas, nunca desaparecen. Y nosotros vamos a estar y ser parte de un montón de fiestas populares, porque ya estamos presentes en la cartelera, ya estamos presentes en el llamado de teléfono (que nos hayan llamado o que nosotros llamamos), ya está la conexión.
Es el trabajo de estos últimos dos, tres meses, de consolidar todo lo que está casi listo para que pase; y porque también queremos seguir siendo protagonistas y ser cabeceras de las fiestas populares de nuestro país.
-Y ojalá que vuelvan las que no se hicieron.
-Sí: hay que trabajar para eso. Creo que hay que crear los espacios, hay que unificar muchísimas cosas, Muchísimas veces nos pasa que los cantores (yo me siento un cantor, otros dicen ser artistas) por ahí tenemos que bajarnos de la moto y vivir la realidad. No puede ser que un solo artista valga más que diez fiestas populares juntas. Y por ahí decimos: “¿Y el Estado?”. Y el Estado también tiene todo su derecho de decir: “No lo puedo seguir haciendo”.
Entonces tenemos que nosotros estar preparados para defender eso, y también para correr riesgos; porque soy un convencido de que, para poder sostener, o para poder pensar en crear una fiesta popular, tenés que correr riesgos. Y a mí me encanta correr riesgos.