“Fue grave pero tomado muy a tiempo y tratado por maravillosos profesionales. Ya estoy dispuesto a salir al ruedo. Cualquier cosa que sufra, sea una cosa importante como ésta o algo menos grave, siempre busco todos los recursos, absolutamente todos para poder superarlo y salir de las situaciones, porque nada me hace más feliz que salir a cantar, pienso que si no lo hago estoy desaprovechando una oportunidad que es única, que es irrepetible, así que estoy muy feliz porque veo que lo puedo hacer en muy buenas condiciones”, dijo en una entrevista con La Capital.
Jairo estuvo acompañado por sus músicos Gustavo Horche (batería), Dhani Ferrón (bajo y coros), Guillermo Cardozo Ocampo (teclados), Yaco González (percusión) y Guillermo Arrom (guitarra). Él, de impecable traje negro con camisa blanca, y todos los demás de riguroso negro.
Mauricio, Oscar y Guillermo. Los Cardozo Ocampo están en la huella. Es el pianista y arreglador. Vengo escuchando sus músicas desde “Galopera” y aquel folklore que peleaba en las radios porteñas.
Jairo González, Yaco González, Fran Posse. Los “Jairo” están en la huella. Conozco desde aquel González que en España era amigo de unos amigos míos (Claudina y Alberto). Corrijo, no lo conozco, se quien es, charlé algunas veces pero conozco a Jairo desde la contemporaneidad. Desde cruzar el mismo humo, igual smog y parecía “nostalyí”.
Hay una presencia eterna girando donde vaya Jairo: Salzano, Daniel Salzano. Hubo y hay otros poetas acompañando las canciones de Jairo. Es necesario indicar que “El Valle y el Volcán” es con María Elena Walsh y fue su cruce para alcanzar una muy alta consideración y reconocimiento.
Hizo, en este recital un especial reconocimiento -mensaje- a Mirtha Legrand indicando que la conocida “Mirtha” le había enviado un mensaje diciendo ”Vivir enamorado, eso es vivir, señor”. El texto se corresponde con una canción: “Morir enamorado”. La cantó con esa dedicatoria: a Mirtha.
Vagué por ese escenario del Hotel Hermitage donde su dueño, Aldrey Iglesias, un hombre con el alma en “la Xunta de Galicia” y aquel patriarca gallego, Fraga Irirbarne estaba, como yo, como otras 500 personas, sentado escuchando alguien que canta textos con reconocidas melodías y me dije: aquí está pasando algo, este tipo viene de una operación, lo acompañan a subirse al escenario pero agarra la guitarrita y canta, deja la guitarra se apoya en el micrófono y canta. Sonríe con esa boca de 50 dientes blancos y canta. Tiene un monstruo como el nieto del “Paragua” Ocampo haciendo de cada tema un blues, un 5/4 una lenta milonga cuando no era así, una balada se rapea y se conversa, está acomodando todo para que este tipo siga cantando, pero ahora de un modo diferente, como más de adentro, como si dijese escuchá vos, che, a vos que te estoy cantando. Reversiona sus temas como un atrevido.
El respeto que me brota es mayor. Creo entenderlo. Una vez la vi a Tita, en un hotel en Rosario, en un sótano, una “pasita de uva” la veterana y dijeron vamos, se paró, acomodó la sonrisa, se retocó el pelo y con esas patitas chuecas y esos tacos que la vencían subió y cantó: “Se dice de mí...” y listo: era Tita.
El escenario hace eso. Te pone dentro. Tita estaba enamorada de vivir. Jairo también. Este tipo tiene eso, prenden las luces y sale porque hay algo que lo empuja. No debería, no necesitaría pero no es así, lo necesita. Charlaba con un viejo amigo, poeta, que me decía: “Vea Bigote... hay que mirar algo dentro para escribir para afuera, yo siempre tengo algo que me salva, sé que no debo hacerlo pero me enamoro fácilmente y eso me salva, el enamorado tiene menos sueño y es más ciego...”. Caminé con él muchas calles en Rosario cuando, por amores, se quedó un tiempo en esa ciudad Mario Trejo.
Escuchando a Jairo advierto que es eso. El enamorado tiene menos sueño. Obviamente sueña con la vida, no con otra cosa. Jairo demuestra una porfía. Independiente qué su show es realmente diferente a lo que se escucha (vengo de “escuchador” desde 1970) lo suyo tiene un secreto que lentamente se escapa. Está enamorado. A los enamorados les pasa esto:
“El amor vence al tiempo. Se sube a una paloma, se escapa con el viento. El amor vence al tiempo, espía por la ventana se queda con un sueño lo agranda y lo despliega. El amor vence al tiempo, retiene las miradas impide que se aleje el suspiro más fuerte, aquel del primer beso. El amor no responde cuando tocan el timbre y espera las señales que vienen con misterio, con palabras pequeñas, a veces un te quiero. El amor vence al tiempo olvida los dolores no tiene documentos. El amor está suelto en la plaza del pueblo, en un barco que llega, en un sonido nuevo. El amor vence al tiempo, se nota en la sonrisa y en cada movimiento del hombre enamorado que no puede morirse porque aun falta un beso. El amor no se muere, no lo vence la muerte, respira para siempre si cantan sus canciones en el mismo palacio del sapo del estanque y el milagro mas cierto”.
Jairo está cantando su secreto: canta como nunca antes por algo simple y nuevo, eterno y permanente: está enamorado y se ha dicho aquí mismo: el amor vence al tiempo.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.