Miércoles 17.4.2024
/Última actualización 19:29
Este jueves desde las 10, en el Auditorio de ATE (San Luis 2854) se realizará una jornada especial dedicada a explorar “El Teatro como herramienta pedagógica para la construcción de escenarios de paz”. Esta actividad, organizada por la Defensoría del Pueblo y el Órgano de Revisión de Salud Mental de la provincia de Santa Fe, contará con Leonardo Echeverri y Ximena Escobar, fundadores del Teatro Azul de Armenia (capital del departamento de Quindío, en Colombia).
La actividad, planeada con antelación, se resignifica hoy como un homenaje al destacado periodista, crítico teatral y difusor cultural, Roberto Schneider, fallecido la semana pasada. “Va ligado a los temas que trabajamos en el teatro, pero además va a ser muy bonito, porque vamos a hacer un homenaje a Roberto Schneider: nos íbamos a ver con el acá y no nos esperó, se adelantó. También vamos a hablar pues de Rafael Bruza, de Jorge Ricci, del Flaco (Juan Carlos) Rodríguez, de Carlitos Méndez: de estas personas maravillosas con las que la vida nos dio la oportunidad de compartir acá en Santa Fe”,cuenta Leonardo.
En diálogo con El Litoral, los creadores repasaron su trabajo como teatristas y gestores culturales, formando públicos e interviniendo socialmente en su comunidad, sin renunciar al mundo.
Máquina de sueños
-¿Cómo nace el Teatro Azul?
Leonardo: -La idea de Teatro Azul nació en La Habana, en Cuba. Estábamos haciendo una coproducción con el Teatro Mío y el Teatro Nacional de La Habana, en 1998. Tocaba ponerle un nombre a lo que nosotros éramos, porque estamos como Ximena y Leonardo, no era un grupo. Éramos muy jóvenes, con una idea y unas puertas abiertas muy interesantes.
Nos fuimos para el Malecón, una tarde muy calurosa; nos sentamos a recibir la brisa del mar, que estaba espectacular azul; y a recordar las montañas nuestras, que son azules a lo lejos, porque vivimos en el planeta azul. Hablábamos Ximena y yo de que queríamos, no sólo un grupo de teatro, sino que queríamos una máquina para volver reales los sueños, y queríamos compartir el teatro que hiciésemos de ahí en adelante con gente de todas las latitudes del planeta azul. Ese fue un primer insumo, y lo otro fue una lectura.
Ximena: -Estábamos leyendo el libro “Azul” de Rubén Darío, que dice que “azul es el color del arte”. Entonces dijimos: “Bueno, vamos a ponerle Teatro Azul”: ahí nace el nombre. Somos de Armenia, de la zona cafetera, donde decimos que el verde es de todos los colores, incluso azul: creo que es uno de los lugares más verdes.
Siempre con esa necesidad de tener un puerto que es Armenia, que es una provincia colombiana de donde somos; y siempre la necesidad de trabajar ahí. Armenia es una ciudad que tiene 350.000 habitantes, y al día de hoy no tiene un teatro municipal. Entonces estaba esa necesidad de hacer teatro y y contar lo que nos pasaba, lo que necesitábamos decir a través de lo que hemos denominado el “Teatro Necesario”, pero también la necesidad de construir un espacio que fuera un oasis cultural para la ciudad y para el departamento.
Ingreso al Teatro Azul de Armenia (Quindío, Colombia), con murales y esculturas de Luis Guillermo Vallejo Vargas. Foto: Gentileza Teatro AzulCasa común
-Evolucionar del grupo a la sala.
Leonardo: -A un grupo que tenga infraestructura; pero como la infraestructura no existía en la ciudad teníamos que atrevernos a soñarla. Y como teníamos una máquina para volver reales los sueños, pues entender que soñar no es desear, sino que soñar es trabajar todos los días por un propósito. Y empezamos a construir nuestro primer teatro, que lo hicimos nosotros en guadua: es un bambú gigante que sirve para construir. Hicimos un curso de construcción haciendo el teatro, e hicimos nuestra primera sala: esto fue en el año 2001.
En 2005 nos trasladamos al centro de la ciudad, donde había un lote abandonado que nos dieron en comodato; y empezamos a construir lo que hoy es la sede de Teatro Azul. Que está vestida con la obra de Luis Guillermo Vallejo Vargas, que es un pintor y escultor importante de Colombia.
Ximena: -Ahorita la sede tiene una capacidad para 250 espectadores; nos permite tener un espacio para crear y buscar esa estética cierto que queríamos tener, pero también un espacio que le permite a la ciudad alimentarse con el arte.
-Es el único edificio que Vallejo Vargas pintó de manera integral.
Leonardo: -Además de que es un gran mural, porque son como 1000 m2. Y tiene esculturas de obras de él, que hay en otras ciudades.
Ximena: -Es el escultor vivo más importante que hay en Colombia. Hizo uno de los monumentos que es el más visitado de Colombia, que es el Cañón del Chicamocha, que está en Santander, y otro que está en Manizales (Monumento a los Colonizadores).
Cuando empezamos a hacer el Teatro queríamos que fuera una obra de arte tanto por dentro como por fuera. Empezamos a buscar, y a preguntarle algunos amigos que eran artistas plásticos; todo generaba muchas costos, que nosotros no podíamos pagar.
Preguntamos quiénes eran de los más importantes que había en Colombia, y nos dijeron el nombre de él; conseguimos el teléfono, lo llamamos y nos reunimos. Siempre le preguntamos: “¿Tú por qué nos dijiste que sí?”. Y él dijo: “Porque ustedes no me dejaron decirles que no”.
Leonardo: -Lo más maravilloso es que hoy Luis Guillermo es como un hermano nuestro, de esa familia que uno escoge a lo largo de la vida. El vestido que tiene Teatro Azul no es un cuadro gratuito, sino que se llama “La explosión de las almas unidas”; y va desde la Génesis, de la Creación, hasta llegar a lo histórico, pasando por lo chamánico, por las etnias de donde provenimos; llegando a los comuneros que nos dieron el grito de independencia. E incluso asomándose la nueva generación: un niño índigo, que ahora podemos hablar de un niño de cristal, que viene a decir: “Tenemos que despertar la conciencia”. Ahí hay un todo un texto escrito a partir de la pintura y la escultura.
Ximena: -La idea era que entres y esté metido en un cuadro.
Revolución por hacer
-¿Qué es para ustedes el “Teatro Necesario” y cómo influye en la elección de los temas que abordan en sus producciones, como es el caso de la “Cuatrilogía” formada por las obras “En el escenario”, “Hominum, perdón por ser”, “Entre líneas” y “Dignidad”?
Leonardo: -Siempre tuvimos una pulsación creativa, y ha sido do la necesidad de atreverse a abordar un tema que de pronto la gente deja a un lado. En esa línea nos hemos sumergido a bucear en temas un poco escabrosos para nuestra realidad en Colombia. Por ejemplo hicimos con la obra “En el escenario” una analogía entre “Antígona” de Sófocles y la realidad colombiana: partiendo de eso ubicamos al espectador diciéndole que estamos acomodados en el escenario, inconscientes, indolentes, espectadores de nuestra propia tragedia. Utilizamos a Antígona e Ismene para hablar de dos colombianas que hablan de dos hermanos que se mataron entre sí. Porque es lo que ocurre en nuestra historia: una muerte entre hermanos por una guerra que ni siquiera nos ha pertenecido, y eso es bien complejo
Con “En el escenario” llegamos aquí, al Festival Internacional de Córdoba, a hacer una unas funciones.
Ximena: -Llegamos justo en la firma del plebiscito por la paz. Llegamos un poquito más tardecito, pedimos no venirnos tan rápido de Colombia porque nosotros queríamos votar por la paz.
Leonardo: -Y ganó el no. Y entonces un periodista me preguntaba por qué Colombia le dijo que no a la paz. Eso nos generó una otra necesidad, que fue empezar a explorar el perdón; y llegamos a poner en escena una obra que se llama “Hominum, perdón por ser”; que en realidad es “perdón por ser humanos”. Fue tejida con múltiples historias de gente que ha logrado perdonar.
Después empezamos a indagar. Hemos hecho coproducciones; acá en Santa Fe fue de las primeras después de Cuba: vinimos a trabajar con Rafael Bruza. Con él estaban Jorge Ricci, el Flaco Rodríguez, Carlitos Méndez, Roberto Schneider: ya ninguno está. Aquí hicimos “Dos navegantes tras el mascarón de proa” con una primera frase que nos ha llevado hasta hoy por buen curso. La descubrimos en conversaciones con Rafa, hablando de por qué aparecíamos en Santa Fe en vez de ir a Buenos Aires; y es: “Porque lo que se busca existe, aunque esté más allá de la línea del horizonte”. Esa frase quedó en “Dos navegantes tras el mascarón de proa” , que es la obra que hicimos con Rafa.
Volviendo a la “Cuatrilogía”, empezamos a sentir la necesidad de hablar de las fronteras, de las líneas y de las migraciones. Hicimos “Entre líneas”, que analiza o revisa las migraciones del mundo. Nosotros estuvimos viviendo en la frontera entre México y Estados Unidos, analizando el fenómeno migratorio; y para esta obra nos fuimos para el norte de África, al lado de Marruecos, a mirar la frontera de África con Europa. Y todo eso lo mezclamos para poder poner un discurso desde Colombia, como colombianos: desde el país con mayor desplazamiento forzado del planeta (que ahora ya no somos, porque con lo de la Franja de Gaza, con lo de Ucrania, nos pasa a segundos). Tomamos el fenómeno migratorio de Venezuela (en Colombia se ha llenado de venezolanos) para dar una mirada y analizar el tema.
Pensando en Colombia llegamos a una obra que es la más reciente de la “Cuatrilogía”, que es “Dignidad”. Nos pusimos un tema importantísimo: primero, no reconocernos genera dificultades. ¿Reconocernos frente a qué? Frente al criollaje, al mestizaje. Si no reconocemos eso, difícilmente podemos estar hoy. Pero lo otro es reconocernos frente a una Constitución que habla de la Revolución Francesa pero no de la revolución nuestra, que no hemos vivido.
Ximena: -Una revolución teórica.
-Está pendiente una revolución colombiana.
Leonardo: -Entonces en “Dignidad” empezamos a analizar el tema de toda Latinoamérica y del mundo, como esa voz que se levanta por la dignidad de un pueblo. Porque cuando el pueblo empieza a perder la dignidad difícilmente se va escuchando una voz que defienda los derechos.
Al encuentro
-Hablaban de las coproducciones. ¿Cómo es la búsqueda de ir al encuentro de un otro? Sobre todo en épocas en que era más difícil decir: “Allá hay alguien haciendo algo que nos interesa”. ¿Cómo los enriquece a ustedes pasar por esas experiencias?
Leonardo: -Cuando logramos lo de Cuba íbamos para el Instituto Superior de Arte. Estudié Arte Dramático en la Universidad del Valle, y tuvimos maestros cubanos: Luis Alberto García y Ernesto Tapia, unos actores muy famosos de Cuba: ellos me generaron una curiosidad. En las charlas con Luis Alberto él me motivó para hacer un listado de la gente con la que yo quería trabajar en el mundo; y eso no me lo daba una universidad.
Terminé la carrera y empecé: en el 94 conocí a Rafael Bruza y a Jorge Ricci, y me enamoré de la cabeza de Rafael; de Jorge también, pero yo iba detrás de Rafa. En ese momento la Universidad del Valle le propuso algo a Rafa y lo rechazó; la Universidad de Antioquia le propuso algo, también lo rechazó. Me demoré siete años para lograrlo, pero lo logré: por eso aparece la frase de “porque lo que se busca existe, aunque esté más allá de la línea del horizonte”. Rafael no quería viajar, no quería irse; pero ya después con Ximena empezamos a trabajar.
Ximena: -Ya habíamos hecho la coproducción con Cuba, en el 98.
Leonardo: -Estuvieron personalidades: Miriam Lezcano, Alberto Pedro Torriente, Tony Díaz (iluminador), Pablo Milanés, que nos estaba haciendo la música. Estuvo el Teatro Nacional, era un lujo. Éramos dos peladitos jóvenes y estábamos ahí con una cantidad de gente súper famosa y súper importante, y logramos eso. Ya después cuando logramos lo de Rafa fue increíble porque, como decías era muy difícil.
Pero en Colombia había una beca que se llamaba Carolina Oramas: daban diez para todo el país y para todas las artes, y nos postulamos los dos. Eso iba a Bogotá por centralismo; de pronto nos avisan que nos iban a rechazar, porque nadie los conocía. Nos conseguimos una cita con la directora del Icetex que era la que aprobaba. En la reunión nos dijo: “¿Y yo por qué los estoy atendiendo a ustedes?”. “Nos iban a rechazar porque no nos conocen, vinimos a que nos conozcan”.
Nos dieron las dos becas, que no alcanzaban para venir: nos daban una manutención, pero no nos daban los transportes internacionales. Nos invitaron a una feria de arte en Salvador do Bahía en Brasil: eso sí nos pagaban todo. Nos fuimos allá, de regreso os quedamos en San Pablo, perdimos el otro viaje y nos vinimos por tierra hasta Santa Fe.
Con lo de la beca cubríamos la estadía, seis meses, pero ahorrando. El colectivo era muy costoso, entonces caminábamos desde La Rioja hasta la Casa de la Cultura, en el Bulevar, todos los días.
Ximena: -Ida y vuelta, dos veces al día.
Leonardo: -Todos los días trabajábamos, montamos la obra, y se volvió una realidad la coproducción, que fue Teatro Azul, el Icetex de Colombia, la Universidad Nacional del Litoral y Teatro Llanura. La obra salió bastante bien, entonces volvimos a hacer gira por Paraná. por Córdoba, por Buenos Aires.
Ya después vino otra coproducción con Alemania: nos fuimos en el 2004 a vivir a Alemania, hicimos una investigación sobre las mujeres víctimas de redes de trata de personas, ejerciendo prostitución: descubrimos que el 54 % eran colombianas. Entonces empezamos a indagar el tema y salió una obra tremenda.
En 2005 volvimos a Alemania a presentar la obra, hacer más funciones, y en 2006 nos llamaron para dirigir en Alemania “Bolívar, el Libertador desnudo”: ahí empezamos a interesarnos por el tema histórico de Colombia. Fue una obra que presentamos solo en Alemania: no la podíamos llevar a Colombia porque corríamos riesgo. Después vinieron coproducciones con España, con México.
Ximena: -Hicimos coproducciones con Carmen Werner, con Provisional Danza: es la bailarina de danza contemporánea de España más importante. Es es muy bonito, porque cuando tú ves el trabajo que hacemos está permeado de lo que hemos hecho con los mexicanos, con los argentinos, con los cubanos, con los alemanes. Es aprender a conversar y nutrirte del otro, y que el otro se nutra de uno.
-Incluso a nivel estético.
Ximena: -En todo. Una vez estábamos en Tenerife en un mercado, entonces decían: “Teatro Azul es pionero en Latinoamérica, por sus coproducciones exitosas”; porque ahora existe mucho lo de la coproducción, pero cuando empezamos a hacerlas no existía; ahora incluso te dan becas de coproducción. Pero las dificultades que se encuentran en esas coproducciones es que normalmente no se hablan, o hacen una función y nunca más, o no pueden hacerla porque no pueden sentarse a dialogar y a reconocer el otro.
Nosotros somos súper amigos con los que hicimos coproducciones, las coproducciones siguen vigentes, nos seguimos encontrando, tenemos ganas de hacer más cosas. Entonces es el aprender hablar, pero también a reconocer al otro, al mirarlo. Y saber que uno también tiene lo suyo y que puede entregar algo.
Leonardo: -Es un poco domar el ego.
-En todo lo que hacen hay una búsqueda muy etnográfica, muy antropológica, de ir a investigar en el terreno. Tampoco es fácil financiarlo.
Leonardo: -Afortunadamente, por ejemplo en el norte de México estuvimos con la Universidad Autónoma de Baja California y con el Instituto de Cultura de Baja California. Había un amigo que también ya murió que se llamaba Ángel Norzagaray: era doctor en el Siglo de Oro español, y era vicerrector de la Universidad Autónoma; con él trabajamos mucho. Así estuvimos viviendo en México, eso nos facilitó la sostenibilidad.
Ximena: -Rafa nos decía una vez: “Yo sé que ustedes son muy kamikazes”. Porque vamos a lo que sea: si no tenemos los recursos igual lo hacemos. Nos pasa un poco eso con los alemanes: era muy raro, porque ellos no hacen sino tienen recursos. Y nosotros hacemos con o sin recursos.
Si hubiéramos pensado hace 25 años que íbamos a tener el teatro que tenemos ahora, y cómo lo íbamos a hacer, con qué recursos, pues no lo hubiéramos hecho, porque nunca hemos tenido recursos. Hice un máster en España, cuando llegué ellos se quejaban mucho de la crisis; yo no entendía, porque pues la crisis que ellos tienen no se parece en nada a la que nosotros hemos tenido.
-Para nosotros es la vida cotidiana.
Ximena: -Nosotros hacemos igual. Es buscar cumplir eso que quieres y cumplir ese sueño, trabajar por ese sueño, sea lo que sea. Porque si no, hay muchas cosas en el cotidiano, en el sistema que te dicen que no lo puedes hacer
Leonardo: -Y las puertas se van abriendo de unas maneras mágicas. Por ejemplo, el año pasado estrenamos en Madrid una coproducción con el Teatro Español (el teatro más importante de España).
Ximena: -Teatro Azul es el primer grupo de Colombia que hace una coproducción con el Teatro Español. Nos entrevistaron una vez en un periódico muy importante de Colombia, y la directora me decía: “Ya sé que te van a preguntar: cómo es que te dirija una mujer”. Y le dije: “No, eso no me van a preguntar”; y la pregunta que me hicieron era la que yo pensaba: “¿Cómo un grupo de provincia, de Colombia, puede llegar a hacer una coproducción con el Teatro Español, ser los primeros?”. Porque siempre estar en la provincia es estar relegado.
Leonardo: -El año pasado, en noviembre, nos vimos en una temporada de 22 funciones con el Teatro Español: eso para un grupo latinoamericano en Europa es muy difícil, sólo por los costos.
Ximena: -Somos súper arriesgados. Nos invitaron a ser jurados en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro (España). Cuando llegamos les dijimos: “No sabemos qué hacemos aquí, porque nosotros no hacemos teatro clásico”. “Preguntamos en Colombia, ustedes son los que queremos que estén acá como jurados”.
De la directora de ese festival (Natalia Menéndez) nos gustó mucho el pensamiento que tenía frente al teatro. Y le propusimos hacer una obra: “No tenemos plata pero no importa, tenemos un teatro, tenemos casa: hambre no va a pasar ni se va a mojar”. Pero ella tenía cuatro años ocupados. Un día nos llama: “Tengo unas vacaciones y me las voy a dar en Colombia con ustedes. ¿De qué quieren hablar?”.
Leonardo: -Ella tenía que dirigir a El Galpón de Uruguay.
Ximena: -Ella nos dijo unos temas, nosotros dijimos: “No, hablemos de la alegría”. Nos juntamos y pasó eso, y de pronto fue llegando el Teatro Español, todo se fue acomodando, pero es como que lo vas a hacer a pesar de todo.
Hay una cosa muy importante que creo que también la practicamos mucho: el universo privilegia la acción.
Leonardo: -Si tú haces acciones, el universo se confabula hasta que se vuelva un hecho.
Crear comunidad
-¿Cómo se compatibiliza ese trabajo creativo con el de la gestión cultural?
Ximena: -Es súper difícil. Cuando al principio queríamos tener una sala era para hacer teatro; y cuando tienes una sala te das cuenta de que eso no es posible. En una ciudad donde no hay teatro municipal tienes que tener una sala también para la comunidad.
Lo hemos aprendido y también lo disfrutamos mucho. Vas llevando armando una parrilla de programación, vas formando un público (porque hemos hecho un proceso de formación de público muy grande), y ya vas cogiendo un nivel que no puedes bajar.
-Hay que ampliar para poder delegar.
Ximena: -Somo siete, que, como dice Leo, hacemos por 35. Siete que no paramos nunca, hacemos de todo: actuamos, hacemos la taquilla, la entrada, la publicidad, programamos.
-Hablando de formación de público, ¿qué pueden contar de la Programación Azulado y la Temporada de Teatro para la Vida?
Leonardo: -La Programación Azulado la hacemos con la mayor continuidad posible, para el público en general. Al comienzo a veces éramos seis en el escenario y dos espectadores; pero ahora tenemos lleno total casi siempre, y son 250 localidades. Hemos logrado meternos en la dieta de nuestros coterráneos, de Armenia y del Quindío: ya están alimentando el alma, no sólo la barriga; y eso es maravilloso. Hemos logrado estar ahí en la en la canasta básica de la familia.
Con la Temporada de Teatro para la Vida hemos realizado ya varias temporadas, han pasado 156.000 estudiantes, sólo de colegios públicos, que no tienen con qué pagar una entrada; y buscamos la manera de subsidiárselas. Pero hemos logrado no que vayan al teatro y ya: ellos en el aula de clase dan unas horas hablando del tema del cual se va a tratar la obra; luego ven la obra, al final de la obra hay un conversatorio con todos ellos; y después continúan trabajando en el colegio sobre lo que les dejo la obra. Y eso se ha convertido en algo importantísimo y poderoso.
-Como herramienta pedagógica.
Ximena: -Sí, pero también como formación de público. También porque no es ir al colegio, sino que los estudiantes se deben desplazar; así no tengan que pagar, pero ya tienes que salir de tu institución educativa para ir a encontrarte con el teatro. Y eso ha sido un proceso que te crea hábitos: el hábito de ir, de estar, de llegar hasta allá. Y eso nos ha renovado el público, por supuesto.
Pero también todo lo que sea público a nosotros nos llama: pensamos mucho en el público. Pero también hemos tenido procesos muy largos de aprendizaje: hemos pasado la época en que no cobrábamos, que pensábamos que tenía que ser todo gratis; pero nosotros no tenemos un país que subsidie 100 % la cultura, entonces no íbamos a vivir. O de pasar la gorra, y nos dábamos cuenta que el que menos daba era el que más tenía. O hacíamos trueque.
Hasta que dijimos: “Vamos a empezar a enseñarle a la gente que igual como vamos en Colombia a la salud pública y tenemos que dar un copago, así como va a ir al médico, al arquitecto y al abogado, pues venir a ver los artistas vale”. Y nosotros también tuvimos que aprender a ponerle valor.
Leonardo: -Y vamos muy bien. Además hemos logrado estar en la mente y en el corazón de la gente, y eso es súper valioso. Nosotros tenemos un lote en comodato, en préstamo de uso y tenemos el edificio hecho ahí: la casa la tenemos en el aire. Y el año pasado nos iban a sacar de ahí: el poder político nos iba a tumbar el lugar. Pues estamos tanto en la cabeza y el corazón de la gente que no pudieron hacerlo.
Ximena: -Incluso teníamos que ir para España, y no estar en Armenia era terrible y alguien nos dijo: “Vamos a ver qué va a pasar con la ciudadanía”. Y fue maravilloso, porque el abrazo de la gente fue impresionante, y nosotros tenemos hoy teatro gracias a que la ciudadanía nos defendió.
Leonardo: -De una manera que es poco común: un poco de gente movilizándose a defender un teatro.
-Eso es mucho más que la formación de público.
Leonardo: -Ese es el sentido profundo de un público que hemos formado.
Ximena: -Leo siempre da la bienvenida a la gente, les dice “bienvenidos a su Teatro Azul”. Logramos que la gente sienta que es parte. Incluso nos piden, “¿cuándo van a traer a tales artistas?”.
Leonardo: -La vida nos ha enseñado que el teatro, si lo entendemos como nuestro, ya no vale tanto. Cuando está lleno de gente es cuando vale. Por eso es muy fácil entender que es su Teatro Azul. Ese diálogo ha generado en el espectador la pertenencia; y esa pertenencia el año pasado fue absolutamente pertinente para la defensa. Cuando hay un poder político o económico duro en una ciudad arrasa con lo que quiera. Pues no pudieron Teatro Azul. Cuando hay algo que pertenece a un pueblo ya la cosa cambia.
-¿Qué motivó la creación del Festival Internacional de Artes - Armenia en 1999 y cómo ha evolucionado desde entonces?
Ximena: -El festival empezó en un momento muy tremendo de la ciudad, porque nosotros tuvimos un terremoto muy fuerte que es devastó la ciudad en el 99. La ciudad estaba súper triste, y nosotros veíamos muchas cosas que nos dolían mucho: por ejemplo, como se iba toda la plata a través del tejido social, y no hacían nada en realidad.
Entonces dijimos: “¿Qué podemos hacer desde lo que somos para devolverle un poco el alma a la ciudad, y a abrazarla? Pues llamemos amigos y hagamos un festival”. Y ahí nació.
Además el centro quedó derruido, la gente tenía mucho miedo de ir al centro; y nosotros hicimos la mayor cantidad de programación en el centro. Entonces era volver a traer a la gente al centro con arte. Podíamos hacer un festival de teatro, con posibilidad de traer grupos muy buenos, Pero pensamos: “¿Cómo vamos a ser tan egoístas de hacerlo sólo de teatro? Abrámoslo a las artes, porque hay muchos lenguajes que nosotros también podemos permitir que se cree ese puente y ese diálogo”.
Leonardo: -Rafa Bruza fue de los primeros, vio una ciudad y él decía: “Dios mío, ¿qué es esto?”. Pero después fueron Martín y Mario Hugo Sosa en 2001, veían los muros de los edificios negros, porque eran los lotes donde se había caído todo.
Ximena: -Han vuelto bastantes veces y han visto una evolución tremenda de la ciudad.
Leonardo: -El año pasado, antes de empezar el festival, ya estaban agotadas todas las entradas. En esta época buena, porque antes era horrible, no iba nadie. Ahora estamos en una cosecha.
Leonardo: -Todo lo que vamos haciendo es tratar de dar lo mejor que tenemos, cada día; y atrevernos. Yo pongo un ejercicio (porque también hemos tenido formación teatral): en el borde del escenario paro a los que están estudiando teatro conmigo, de espaldas, y les digo: “Al que lo toque se deja caer; allá abajo están ellos que los van a recibir”. Lo llamo “el salto al vacío”: uno no puede saltar al vacío como tonto. Uno tiene que saltar sabiendo que algo lo soporta, y confiando.
Nosotros hemos saltado al vacío, pero confiando en que tenemos unos soportes. Creo que afortunadamente no se nos olvida aún lo del salto al vacío: entonces saltamos con la mayor frecuencia que nos permite la vida.
Discontinuidades
-¿Cuánto de esa formación hoy redunda en profesionales, en otros artistas, que estén alimentando la escena de la ciudad y la región?
Leonardo: -La mayoría se va, desafortunadamente. Hay algo que también hemos empezado a decir y es: “Miren, nosotros tenemos nuestro puerto en Armenia, que es nuestra ciudad; y de ahí recorremos el mundo. No se vayan a sobrevivir, a ser extranjeros desdichados en otro lugar; más bien busquen un lugar para desde allí lograr ser algo o alguien”.
La realidad política y económica del país, lo permite poco. Entonces muchas personas se van, y en la parte formativa no se ha logrado una continuidad. Pero sí el equipo nuestro lo hemos formado nosotros, y ya llevan 12 años con nosotros.
Ximena: -También es la necesidad que hemos creado de que si te quedas en nuestro equipo de trabajo para ser un profesional en el teatro, puedas puedan vivir dignamente. Porque pasa mucho que tú tienes que trabajar en otra cosa, y el teatro es tu hobby; y nosotros no queríamos eso. Entonces hemos hecho una lucha muy fuerte porque todos vivamos dignamente.
Leonardo: -A algunos de los que se han ido les está yendo bien en la vida; porque no damos la formación para el teatro, sino para la vida, nos parece más interesante.
Seguir conversando
-¿Qué planes tienen a futuro?
Leonardo: -En mayo vamos a en mayo a hacer una restauración: Luis Guillermo Vallejo Vargas va a restaurar la pintura, porque la pátina del tiempo la va desgastando.
Ximena: -Va a ser la tercera vez que lo hacemos, pero además la pintura va cambiando: siempre aparecen cosas nuevas.
Leonardo: -Tiene más profundidad, es el tiempo.
Después en noviembre vamos a estar en una gira por Europa con “Dignidad”.
Ximena: -Estamos montando dos obras, y tenemos programación llena hasta octubre.
Leonardo: -Este año realizaremos la edición 23 del Festival, la segunda semana de septiembre. Estamos en unas conversaciones con Alemania, para hacer un trabajo también.
Queremos venir a Argentina con trabajo; esta vez vinimos sin una obra. Primero porque nos encanta gran parte de la propuesta teatral argentina, y nos parece muy interesante compartir con un público de un país donde se conversa.