Miércoles 20.12.2023
/Última actualización 17:20
El archivo del escritor Rodolfo Fogwill está disponible en la Biblioteca Nacional para su consulta pública, tras haber sido donado por sus herederos en junio de 2022. Contiene una vasta y variada documentación, que da cuenta, según señaló Télam, de su trabajo como escritor, pero también permite reconstruir sus dimensiones de sociólogo, publicista y analista de mercado. Hay escritos literarios originales, recortes de prensa, columnas de opinión de diferentes medios, fotografías, una antigua cédula de identidad y un retrato del autor hecho por el dúo artístico Mondongo. También hay un nexo con Santa Fe: la carta que Juan José Saer le envió a la Fundación Guggenheim para recomendar a Fogwill para una beca.
¿Quién fue Rodolfo Fogwill y por qué motivo esos objetos que integran su archivo, que mantienen viva su memoria tras su muerte en 2010 revisten tal importancia? Principalmente un escritor, poeta y ensayista que experimentó y buscó nuevos caminos para la literatura argentina contemporánea, desde el abordaje de temas que fueron (y, en muchos casos, todavía son) motivo de preocupación y de reflexión para los argentinos.
ArchivoPero también fue parte del ambiente publicitario, en el cual gestó campañas que también tan innovadoras y provocativas como su creación literaria. De hecho, existe consenso respecto a que su experiencia en publicidad influyó decisivamente en la gestación de su estilo literario. Es que, como señaló Gerardo Diego, “a la hora de la verdad uno olvida todo y se dispone a no ser fiel más que a su propia sinceridad”.
Fogwill está considerado uno de los escritores argentinos que lograron mantener en lo alto a la literatura argentina después de Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. Utilizó como materia prima temáticas sociales y políticos, desde una mirada crítica, atravesada por el compromiso. La Guerra de las Malvinas y la dictadura militar de 1976, por ejemplo, están presentes dado que formaron parte de su propio contexto.
Archivo / TélamSin embargo, lo mencionado anteriormente no alcanza para explicar la penetración que lograron sus obras. Quizás sea más atinado encontrar las claves en su estilo literario, donde se animó a poner en juego estructuras narrativas y técnicas literarias desafiantes en relación a las convenciones. La ruptura de la cronología tradicional de los eventos, la incorporación de un lenguaje experimental inspirado en la jerga y las expresiones coloquiales, la mezcla de géneros y el uso de recursos publicitarios le dan frescura a sus escritos, aún cuando se asientan en temas provocadores.
El escritor abordó diversos géneros literarios, desde la poesía (“El efecto de la realidad”, “Las horas de citas” hasta el cuento y la novela. “Muchacha punk” incluye, por ejemplo, una serie de relatos sobre la vida urbana que muestran la diversidad social. Cabe recordar el inicio del texto que da título a tal volumen: “En diciembre de 1978 hice el amor con una muchacha punk. Decir ‘hice el amor’ es un decir, porque el amor ya estaba hecho antes de mi llegada a Londres y aquello que ella y yo hicimos, ese montón de cosas que ‘hicimos’ ella y yo, no eran el amor y ni siquiera –me atrevería hoy a demostrarlo–, eran un amor: eran eso y sólo eso eran. Lo que interesa en esta historia es que la muchacha punk y yo nos ‘acostamos juntos’”.
ArchivoEntre sus novelas aparece “Los pichiciegos”, sobre las experiencias de un grupo de soldados que realizan tareas de sabotaje en la Guerra de Malvinas. También, entre otras, emerge con fuerza “Vivir afuera”, donde la vida de seis personajes marginales le sirven al autor para analizar el abuso de poder, la prostitución, la violencia, la droga, las secuelas de Malvinas y la amenaza del VIH. “En otro orden de cosas”, aborda las turbulencias de la historia argentina entre 1971 y el tramo final de la dictadura. Y “Runa”, que intenta recrear, bajo el formato de micro episodios, una forma de vida primitiva.
ArchivoComo tantos otros escritores, y posiblemente de una forma más programática dados sus conocimientos al respecto, Fogwill construyó un personaje más allá de sus publicaciones. Verónica Abdala, en un artículo publicado por Clarín en agosto de 2020, explica que Fogwill hizo “un culto de la irreverencia y el desacato, y se convirtió, él mismo, en un autor de culto”. Federico Bianchini, quien lo conoció, lo definió en el artículo “Fogwill: el hombre que nada”, publicado en Letras Libres, como “un personaje procaz, sincero, hipersexual, polémico, egocéntrico, aunque a veces perdedor, despiadado pero tierno en ocasiones”. Cuando falleció, en 2010, el diario El País de España le dedicó una necrológica en la cual lo mencionó como “el último maldito de la literatura argentina”. Sin embargo, las palabras que mejor definen lo que fue en vida, son las que escribió su hija Vera poco después de su partida: “su mejor novela es su vida”.