Creación argentina: cómo se usan las colitas de pelo "antipiojos" avaladas por el Conicet
El desarrollo surgió de una empresa del país en articulación con el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas. Pueden ser usados por niñas, niños y adultos, el efecto repelente es alto y dura cerca de un mes. Una primera tanda ya está en el mercado.
Creación argentina: cómo se usan las colitas de pelo "antipiojos" avaladas por el Conicet
Con el verano llegaron las colonias, las visitas a las piletas de los complejos recreativos y los juegos infantiles en patios y plazas. Pero con todo esto, además, llegan los piojos, esos pequeños e insufribles insectos que se suben al cabello y no dejan de picar. Y que se "mueven" de cabeza a cabeza, de niños a madres y padres y así, en una cadena de contagio.
Quienes tengan algunas canas recordarán que antes, hace unos 30 ó 40 años, a los piojos se los combatía poniendo a los pibes de cabezas infestadas uno al lado del otro; se les rociaba con vinagre sus cabellos, agua luego, peine bien finito y todo caía en una palangana. Por suerte, la ciencia avanza a pasos gigantescos, y aquello -afortunadamente- ya no es necesario.
Además de los pediculicidas de venta libre en farmacias, ahora una empresa de capitales nacionales, AtomProtect, volvió a vincularse con el conocimiento científico y la expertise del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Esta articulación dio lugar a la creación de colitas para el pelo que son "antipiojos".
Las primeras colitas repelentes ya están en el mercado. Los precios oscilan entre los 449 y los 850 pesos, dependiendo del tipo, tamaño y cantidades.
Ya hay una tanda que está en el mercado, pero aún siguen los testeos para mejorar el producto. En esta primera instancia, las colitas repelentes de piojos duran cerca de un mes. No tienen olor, son reciclables y pueden ser usadas por niñas, niños (con pelo largo) e incluso adultos. De momento no deben mojarse ni lavarse, porque aún no está probado si pierden efectividad pediculicida.
"Hace 25 años que estudiamos plagas e insectos: desde la vinchuca (vector del Mal de Chagas) hasta el mosquito aedes aegypti (vector del dengue), moscas, chinches de cama y mosquitos. Y ahora fue el turno de los piojos", le dice a El Litoral la Dra. Claudia Vassena, Directora del Centro de Investigaciones de Plagas e Insecticidas (CIPEIN) perteneciente a UNIDEF-CITEDEF-CONICET.
Vassena, a su vez, es investigadora de RPIDFA-CONICET, y docente de la UNSAM. El CITEDEF, cabe aclarar, es el instituto de investigaciones científicas y técnicas para la defensa. Este organismo depende del Ministerio de Defensa de la Nación, y su presidente es el santafesino Pablo Bolcatto. Hay una doble dependencia entre la cartera de Defensa y el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación.
Cómo surge todo
La investigadora dedicó gran parte de su carrera a la entomotoxicología, que tiene relación con la toxicología de insectos. "El proyecto con piojos empezó hace más de 25 años. Hubo una empresa nacional que en ese entonces tenía un problema con su piojicida, y nos convocaron a nosotros. A partir de ahí, comenzamos a hacer investigación científica en piojos, con financiación de la Agencia Nacional de Promoción Científica o del CONICET", pone en contexto la investigadora.
Con el respaldo de todo el bagaje científico acumulado en el CIPEIN sobre insectos y, particularmente con piojos, la empresa AtomProtect decide hacer una innovación en su unidad de negocios (cabe recordar que es la misma firma que desarrolló los barbijos con nanopartículas de plata y de sílice, más conocidos como "los barbijos del Conicet", que tuvieron gran aceptación durante lo peor de la pandemia por el coronavirus).
Lo que se le ocurrió a AtomProtect era que podía reconvertir parte de sus telas de los barbijos en colitas para cabello con un sistema de repelente de piojos. "Es decir, impregnarlas con un repelente pediculicida, hacer las colitas para pelos antipiojos y comercializarlas. Hablamos de una empresa seria, una pyme con capitales nacionales y por eso nosotros decidimos continuar el trabajo articulado con ellos", dice Vassena.
Entonces, se creó otra vez una vinculación sinérgica entre la empresa y los investigadores del CONICET. Y lo que hacen los científicos es evaluar y testear si, justamente, las colitas son efectivamente repelentes de piojos. Se realizaron varias pruebas, idas y vueltas, algunas no funcionaron y otras sí. Hasta que, tras todas las evaluaciones pertinentes, el producto tuvo el visto bueno.
"En el laboratorio (las colitas) fueron efectivas: en el primer lanzamiento tuvieron un efecto repelente alto. Ahora desde nuestros institutos estamos abocados a que estas colitas de cabello tengan un poquito más repelencia. Son telas impregnadas con un repelente antipiojos, y luego éstas pasan al testeo por nuestros especialistas", explica la investigadora.
Ensayo de repelencia
El ensayo de repelencia es un momento clave en todo el proceso: "Porque aquí, lo que evaluamos es durante cuánto tiempo el piojo no se acerca a esa colita. En el laboratorio, al piojo se lo ubica en una arena experimental (papel especial), sobre la cual se coloca la colita y el piojo. Lo que se mide es si éste se acerca o se aleja de la colita de cabello. Si se aleja, el efecto repelente es positivo", cuenta Vassena.
¿Y qué pasa si esa colita se moja, teniendo en cuenta que muchos chicos y chicas van a la pileta y a la colonia de vacaciones? ¿Pierde efecto? "A esto aún no lo terminamos de evaluar. Lo que se busca es que los chicos no se contagien. Ahora, lo que sí funciona hasta ahora son las colitas repelentes para, por ejemplo, que niñas y niños vayan a la escuela, una vez que se retomen los ciclos escolares. La segunda fase será determinar cuántos lavados resiste una colita de cabello, o si se moja pierde o no la efectividad de repelencia", clarifica la investigadora.
Soberanía del conocimiento
-Primero fueron los barbijos, hubo otros desarrollos y ahora estas colitas. ¿Hay un cambio desde el CONICET respecto de acercar, más allá de investigaciones complejas, desarrollos prácticos para simplificar la vida cotidiana de las personas?, consultó El Litoral a la Dra. Vassena.
-Nosotros lo que tratamos es producir desde el conocimiento científico nuestras propias cosas, evaluarlas, y no que todo nos venga de afuera, del exterior. Creo que esto tiene relación con la idea de soberanía. Hay muchos productos en el mercado que son desarrollos conjuntos entre CONICET y empresas.
Esto tiene que ver con la transferencia tecnológica y del conocimiento: hemos hecho este tipo de trabajos en, por ejemplo, productos para el control de los mosquitos y las vinchucas. Además, somos centro colaborador de la OMS/OPS para el control de estos dos insectos. Incluso hay vacunas contra distintas enfermedades que fueron desarrolladas por investigadores del CONICET, transfiriendo ese conocimiento a las empresas.