En el mes de la identidad, Sabrina sigue buscando a su mellizo, apropiado durante la dictadura militar
Nacieron en cautiverio en Paraná en 1978, durante la dictadura. Su madre y otro hermano son santafesinos. Sabrina Gullino Valenzuela Negro recuperó su identidad en 2008 y desde entonces busca a su hermano. “¿A dónde está el Melli?”, pregunta.
En el mes de la identidad, Sabrina sigue buscando a su mellizo, apropiado durante la dictadura militar
La búsqueda de Sabrina para dar con su hermano comenzó el 23 de diciembre de 2008. Ese día, a los 31 años, supo que no era quien creía que era. Ese día recuperó su identidad. Pero también se enteró que su madre, Raquel Negro, cuando la dio a luz además tuvo un varón. Su hermano mellizo que, al igual que ella, fue apropiado durante la dictadura militar.
Gracias a un ADN, hoy Sabrina sabe que es hija de la santafesina Raquel Negro y el sanjuanino Tulio “Tucho” Valenzuela. Es la nieta recuperada por las Abuelas de Plaza de Mayo número 96, de un total de 137 casos resueltos hasta octubre -mes de la Identidad- de 2023. Lleva consigo además el apellido de sus padres adoptivos, los Gullino, que la acompañaron en la búsqueda para saber quién es.
Los padres biológicos de los mellizos, Edgar “Tucho” Valenzuela y Raquel Negro, eran militantes montoneros y están muertos desde 1978. Valenzuela se suicidó al verse rodeado por los militares y el cuerpo de Negro fue subido a un avión junto a otros militantes asesinados en el centro clandestino de detención La Intermedia, una casa ubicada por la autopista a Rosario. Esta historia fue llevada al cine con la película "Operación México, una historia de amor" (2015), dirigida por Leonardo Bechini.
Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, con los retratos de los padres de los mellizos Valenzuela Negro, Raquel y Tucho. Archivo.
Desde diciembre de 2008 Sabrina sabe que tiene un hermano mellizo y lo busca. Hizo de todo para encontrarlo. Y no bajará los brazos hasta abrazarlo. “A dónde está el melli Valenzuela Negro” es la consigna que motoriza a las Abuelas, a los Hijos y a los Nietos. Sabrina es querellante en la investigación judicial sobre su paradero.
“López NN”
¿Qué fue del destino de aquel bebé al que inscribieron en un registro como “López NN”?, el melli Valenzuela Negro. Lo que hasta hoy se sabe es que nació junto a Sabrina, entre el 3 y 4 de marzo de 1978, en el Hospital Militar de Paraná, Entre Ríos. Más tarde ambos bebés fueron derivados por complicaciones en su salud al Instituto Privado de Pediatría (IPP) de esa ciudad, a donde ingresaron como “López, Soledad” y “López, NN”. “Así pasamos de la órbita militar a la civil”, dice Sabrina. “Hay testimonios que comprueban nuestro ingreso. Una enfermera recibió a mi hermano de manos del médico Torrealday, que era el jefe de la Neonatología”.
“El mismo relato de las enfermeras da cuenta de que el bebé ‘López NN’ era el hijo de una subversiva y le hacían upa porque nadie lo iba a visitar”, cuenta Sabrina. “Las mujeres de los médicos lo iban a ver y alguna hasta lo filmó”.
Los dos bebés fueron dados de alta unos días más tarde, el 27 de marzo de 1978. “Los médicos mantuvieron su pacto de silencio pero nosotros pudimos reconstruir nuestra historia gracias al relato de las enfermeras”, dice Sabrina. El caso de los Valenzuela Negro fue el primer juicio por delitos de lesa humanidad en Entre Ríos, por “robo de bebés”. Y en 2018 se inició otro juicio más por la búsqueda del Melli, el que sigue en curso.
Cuando los bebés fueron dados de alta, Sabrina fue abandonada en la puerta del Hogar del Huérfanos de Rosario. Luego fue dada en adopción de forma legal al matrimonio de Raúl Gullino y Susana Scola, de Villa Ramallo, Buenos Aires. Años más tarde, ellos la acompañarían en la búsqueda de la verdad. “Pudimos reconstruir casi todo ese plan sistemático de secuestro, tortura, exterminio y desaparición de mis padres, y de apropiación nuestra”, dice Sabrina, en diálogo con El Litoral.
Escrache. Sabrina junto a Taty Almeida, Madre de Plaza de Mayo, durante un escrache a Miguel Torrealday, uno de los médicos responsables de la desaparición de su hermano mellizo, en Paraná. Gentileza Alfredo Hoffman.
Si bien fue inscripto como “López NN”, del hermano mellizo de Sabrina se supo que una enfermera del Hospital Militar de Paraná lo nombró Facundo López y a ella le puso Soledad, nombre que esa enfermera reutilizaría años más tarde para una de sus hijas mellizas.
La pista de la investigación judicial sobre el Melli Valenzuela Negro llega al último lugar a donde se lo vio. Sabrina pretende que los dueños de la clínica IPP de Paraná digan qué pasó con su hermano. La justicia ya los condenó por el delito de sustitución de identidad y robo de bebés. Miguel Torrealday recibió 9 años de prisión y se lo inhabilitó para ejercer la profesión; David Vainstub y Jorge Rossi recibieron una pena de 6 años de prisión. Pero cuando se les preguntó por el mellizo no hablaron.
Silencio.
La causa judicial sigue abierta. Contiene 142 legajos y se hicieron 30 pruebas de compatibilidad de ADN. El Melli sigue sin aparecer.
Que hablen los médicos
En septiembre pasado se realizó una nueva audiencia judicial en Paraná en la que se ratificaron las penas impuestas a los condenados. “Hice todo lo que está a mi alcance y más. ¿Por qué no me dicen dónde está el Melli?”, insistió entonces Sabrina mirando a la cara a los dueños del IPP. Pero nada. Silencio. Hay un pacto de silencio.
-¿Por qué cree que mantienen ese pacto de silencio?-consultó El Litoral a Sabrina.
-Ese es el gran interrogante de todos estos años. Probablemente, ya no sostienen ese pacto de silencio por estar amenazados por las fuerzas de seguridad. ¿A quién están encubriendo? Nada se hacía sin el consentimiento de los médicos. Y ese bebé fue entregado. Entonces, probablemente están encubriendo a los apropiadores.
El 1 de septiembre pasado, durante el juicio Sabrina dijo: “¿Cuántos declararon?, ¿cuántas acciones hicimos?, ¿cuánto Teatro por la Identidad y Música por la Identidad?, ¿cuántas estrategias para llegar a la prensa?, ¿cuántos viajes, pruebas, entrevistas, reuniones y audiencias… cuántas? ¿Cuándo van a hablar?”, insistió mirando a la cara a los médicos, quienes osaron sonreír al escucharla.
El periodista Alfredo Hoffman escribió un libro sobre la historia de Sabrina. “Reencuentro” (Ed. Delta, 2012) narra el largo proceso de restitución de su identidad. “Para que Sabrina pudiera conocer a su familia tuvieron que pasar muchas cosas”, dice el autor. Primero “tuvieron que reabrirse las causas por delitos de lesa humanidad tras las leyes de impunidad”, agrega. Entonces, “por el relato de Jaime Dri publicado en el libro ‘Recuerdos de la muerte’ se conocía la versión de que Raquel y Tulio habían tenido mellizos, pero no se sabía nada de ellos”, cuenta. “Y tras el aporte de información de un anónimo a Guillermo Germano se llegó a la pista que terminó con la restitución de la identidad”. Luego “el testimonio de las enfermeras en el juicio fue clave”.
“Ahora que Sabrina restituyó su identidad tomó la posta para tratar de encontrar al Melli”, dice Hoffman.
Cómo aportar información
Una de las versiones sobre el paradero del Melli que fue desechada es la de un bebé nacido muerto y enterrado en el patio del Hospital Militar de Paraná. El Equipo Argentino de Antropología Forense realizó las excavaciones y “no se encontró nada”, dice Sabrina. Pero además, de acuerdo a los testimonios, el Melli fue trasladado con vida al IPP junto a Sabrina.
-¿Quién puede aportar información sobre el paradero del Melli?
-Cualquier persona de la sociedad puede aportar información sobre cualquiera de los 300 bebés que nos falta encontrar y que las Abuelas siguen buscando -dice Sabrina-. De hecho, muchas veces hay personas que conocen datos que creen insignificantes y no los dimensionan. Les pedimos que si tienen datos o dudas de alguna mujer que tenga un hijo o hija no biológica nacida entre 1975 y 1983, se comuniquen con Abuelas de Plaza de Mayo (abuelas.org.ar), porque tiene una responsabilidad histórica. Es importante que se acerquen. Porque son los desaparecidos con vida que aun nos falta encontrar y que andan deambulando por ahí con su identidad cambiada. Y de este lado estamos las familias que queremos abrazarlos. Mientras haya un nieto con su identidad cambiada, la identidad de nuestro pueblo también está incompleta.
Más silencio
Quien podía aportar alguna pista en el caso era el encargado de controlar la internación de la mamá de Sabrina y el Melli, Raquel Negro, en el Hospital Militar de Paraná. El oficial de Inteligencia del Ejercito Paul Navone. La justicia lo citó a declarar el 25 de febrero de 2008. Navone debía viajar a Paraná desde Ascochinga, Córdoba. “Señor Juez, tomo esta decisión en pleno uso de mi libertad y facultades. Nadie de mi entorno familiar ni de mi contexto, tiene conocimiento de lo que he dispuesto hacer”, decía una carta junto al cuerpo. Esa mañana apareció muerto por un disparo en la sien.
Los tres médicos del Instituto Privado de Pediatría de Paraná, condenados por la justicia en la causa por delitos de lesa humanidad. De izquierda a derecha, Jorge Rossi, David Vainstub y Miguel Torrealday. Gentileza Alfredo Hoffman.
“Esta muerte llevó a pensar muchas hipótesis”, dice hoy Sabrina, que cuando ocurrió la muerte de Navone todavía no había restituido su identidad. Lo haría diez meses más tarde.
Los hermanos
Además de su mellizo, Sabrina tiene otros dos hermanos. Sebastián Álvarez es hijo de Raquel Negro y su primera pareja, Marcelino Álvarez, empleado municipal de Santa Fe, estudiante de cine, también desaparecido.
Cuando tenía un año y medio, Sebastián fue secuestrado el 2 de enero de 1978, en Mar del Plata, junto a su madre, Raquel, que estaba embarazada de los mellizos, y Tulio. Estuvo cautivo unos días en la Quinta de Funes, en el sur santafesino. Luego fue restituido a sus abuelos maternos. Se crió en Santo Tomé, militó en la agrupación Hijos en Santa Fe y en diciembre de 2008 pudo encontrar a su hermana Sabrina.
“No recuerdo bien cuando me enteré que tenía hermanos, más o menos habré tenido 15 ó 16 años”, dice Sebastián. “Mis abuelos y tío pensaron que ese era el momento para saberlo, tenía edad para entenderlo”, explica el hombre que vive en Santa Fe. También recuerda que al poco tiempo de eso lo visitó Estela de Carlotto.
“En 1999 di sangre en el banco genético, iniciamos una querella en Rosario por la desaparición de mis padres y otra en Paraná, a donde mi mamá dio a luz a Sabrina y su mellizo. Los testimonios de ese juicio nos llevó a encontrarnos con Sabrina. Aún nos falta encontrar al Melli”, dice Sebastián, en diálogo con El Litoral.
El otro hermano de Sabrina es Matías Espinoza Valenzuela, hijo de Tulio Valenzuela y Norma Espinosa. Él era sanjuanino y ella jujeña, pero se conocieron en Buenos Aires. En 1975 vinieron a vivir a Santa Fe, ella quedó embarazada y al tiempo se separaron. Norma, que era hija de un gendarme, abandonó la militancia y regresó a Buenos Aires, a donde dio a luz a Matías. El niño creció sin saber la identidad de su padre.
En 2009, tras la restitución de la identidad de Sabrina, su media hermana paterna, Matías volvió a Abuelas, se lo derivó a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) y se realizó los estudios genéticos que el 30 de junio de ese año permitieron confirmar que era hijo de Tulio Valenzuela. De inmediato, se comunicó con su hermana Sabrina, viajó a Rosario a conocerla y comenzaron una estrecha relación, en la que comparten el afecto y la historia de un padre desaparecido por el terrorismo de Estado. El de Matías es el caso de restitución de identidad resuelto número 100.
El rompecabezas
“Me fui enterando de esto a medida que entré en mi adolescencia”, dice Matías. “Mi vieja me contó sobre mi papá y cuando leímos el libro ‘Recuerdos de la muerte’ de (Miguel) Bonasso, descubrí que tenía hermanos, que estaban desaparecidos”.
“Recién cuando apareció Sabrina (restituyó su identidad) pude acercarme a Abuelas, porque somos familia, y a partir de allí hicimos de todo para tratar de encontrar al Melli. Viajamos para testimoniar en juicios, dimos charlas en todo el país y todavía esperamos que aparezca. Queremos que se acerque a Abuelas y se haga un ADN. Queremos encontrarnos y abrazarnos. Queremos saber de su vida. Ojalá esté bien y pueda sacarse esa duda. Porque la verdad, aunque a veces te abruma, es lo mejor”, dice Matías. “Nos ha quedado un hueco y queremos encontrar esa pieza de nuestro rompecabezas. Esperamos conocernos y comernos un asadito juntos, con Sabri, Seba y el Melli”.
Ahora los tres esperan conocer al cuarto hermano que falta, el melli Valenzuela Negro. Sabrina es la única que pudo compartir con el melli al menos un tiempo breve, siendo ambos recién nacidos. En su interior queda impregnado ese registro.
El vínculo con Santa Fe
Hoy Sabrina es una mujer que busca completar el mapa de su identidad. Es madre de Ara, que en lengua guaraní significa cielo y tiempo. Vive junto a su familia en Buenos Aires y otro tiempo lo pasa en Rosario. Nació en Paraná y vivió en Victoria. Es comunicadora social, trabaja en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, integra la comisión directiva de Abuelas de Plaza de Mayo; es docente en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) e integra el colectivo editorial Aguará, desde donde realizan historietas sobre los derechos humanos.
En su ADN Sabrina reconoce una gran santafesinidad. “Cuando era chica viajaba seguido a San Carlos Centro, porque mis nonos de mi familia adoptiva -los Gullino- vivían allí, entonces pasaba siempre por Santa Fe pero no la conocía demasiado”, cuenta. “Cuando restituí mi identidad y supe que mi madre era santafesina me di cuenta que había sido criada por una familia muy parecida a la suya. La cultura y la identidad santafesina me atravesó: las comidas, la tonada, las historias de la familia de mi madre las sentía muy adentro mío”, recuerda ahora Sabrina. “También la cuestión de Unión y Colón, porque mi padre adoptivo es de Colón y mi hermano Sebastián es de Unión, así que los tatengues y los sabaleros estaban presentes en mi vida”.
A la ciudad de Santa Fe Sabrina la comenzó a caminar y a conocer más cuando restituyó su identidad. “Cuando conocí a mi tío Jorge, primero nos comimos un asado y la segunda vez que fui, me llevó a recorrer la ciudad para conocer la casa a donde habían vivido con mi mamá, la casa de mis abuelos por calle Buenos Aires y la escuela Normal, a donde había estudiado mi mamá”.
“Más tarde conocí más Santa Fe a través de una familia muy querida, los Kofman, la Queca, y la militancia junto a mi hermano. Porque cuando pasás 30 años sin compartir luego todo se potencia. Así que viajé muy seguido a Santa Fe. Desde Abuelas de Plaza de Mayo hicimos muchas capacitaciones y talleres en Santa Fe, junto a los compañeros de HIJOS y también con Amsafe y Sadop. Por todo esto, afortunadamente Santa Fe nunca estuvo lejos, es parte de mi vida y aprendí a quererla”.
-Sabrina, la última pregunta es: ¿qué le dice al Melli, si lee este reportaje?
-No sé qué decirle porque es algo muy personal. Le digo que tiene una familia hermosa que lo está esperando. Le digo que nos permita terminar de escribir nuestra historia de manera justa, feliz, real, concreta y material, de manera que nos podamos abrazar. Le digo que nos permita quedarnos tranquilos de que está con vida y bien, que ha tenido una buena vida y ha podido elegir, y si no ha podido, es el momento de elegir. Le digo que tiene dos hermanos más que lo están esperando. Le digo que somos una familia federal (risas): Mati está en Buenos Aires y Seba en Santa Fe. Le digo que se anime a dar ese paso porque el tiempo pasa y cuanto antes podamos encontrarnos y abrazarnos, más cosas podremos hacer juntos, para escribir nuestra historia, como lo hicimos quienes nos fuimos encontrando y abrazando. También le digo que tengo ganas de encontrarlo. Algunas abuelas se fueron sin poder abrazar a sus nietos y ello es injusto. Le pido que de ese paso para producir el encuentro. Yo estuve de ese lado. Él tiene que animarse a dar este paso. Con un pasito se logra algo muy reparador. Lo estamos esperando con muchas ganas de abrazarlo.
Comunicate con Abuelas
Si naciste entre 1975 y 1983 y tenés dudas sobre tu identidad, o conocés algún dato de otra persona, comunicate con Abuelas de Plaza de Mayo: abuelas.org.ar
Recompensa
El gobierno nacional, a través del Ministerio de Seguridad, ofrece una recompensa de $5 millones para quien aporte información sobre personas nacidas entre 1975 y 1980, que ayuden a restituir la identidad de hijos e hijas desaparecidos durante la última dictadura militar. La denuncias son anónimas y se realizan al teléfono 134 o al correo denuncias@minseg.gob.ar