El Papa Francisco le pidió la renuncia al arzobispo de La Plata, monseñor Gabriel Mestre, noticia que generó un fuerte cimbronazo en el Episcopado argentino.
Gabriel Mestre duró apenas un año en el cargo y fue desplazado por razones que se desconocen.
El Papa Francisco le pidió la renuncia al arzobispo de La Plata, monseñor Gabriel Mestre, noticia que generó un fuerte cimbronazo en el Episcopado argentino.
A los 55 años, Mestre se vio obligado a presentar su renuncia, que fue aceptada este lunes por el Sumo Pontífice, según anunció el boletín diario del Vaticano.
"El Santo Padre aceptó la renuncia al gobierno pastoral de la Arquidiócesis Metropolitana de La Plata (Argentina), presentada por su Excelencia -Reverendísima monseñor Gabriel Antonio Mestre", se indicó.
Mestre había sido proclamado el 28 de julio del año pasado por el propio Papa como arzobispo de la segunda diócesis más importante del país, para reemplazar al hoy cardenal Víctor Manuel "Tucho" Fernández, que llevó a Roma para presidir el Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
Apenas un año duró en el cargo ahora que fue desplazado por razones que se desconocen. Normalmente los reemplazos se producen por llegar al límite de edad de 75 años, por enfermedad, muerte o bien por promoción a un cargo de mayor jerarquía, pero nada de eso sucedió con Mestre.
"En la Ciudad Eterna, después de confrontar algunas percepciones distintas con lo acontecido en la diócesis de Mar del Plata desde noviembre de 2023 hasta la actualidad, el papa Francisco me pidió la renuncia a la sede platense", explicó Mestre.
"Con profunda paz y total rectitud de conciencia ante Dios por cómo obré, confiando en que la Verdad nos hace libres y con obediencia filial y teologal al Santo Padre, inmediatamente redacté mi renuncia, que fue aceptada y hecha pública el día de hoy", agregó.
Antes de asumir en el arzobispado platense, Mestre había sido designado obispo de Mar del Plata el 18 de julio de 2017, cuando se convirtió en el primer marplatense en ocupar ese cargo. Fue reemplazado primero de forma interina por el Padre Luis Albóniga, que se había desempeñado como su vicario general, y luego por monseñor José María Baliña, hasta entonces obispo auxiliar de Buenos Aires.
Por problemas de salud, el Papa debió hacer una nueva designación para ocupar el obispado de Mar del Plata, y colocó allí a monseñor Gustavo Manuel Larrazábal.