Brasil superó ayer la marca de 250.000 muertos por covid-19, en medio de una preocupante segunda ola, escasez de vacunas y medidas de contención insuficientes.
Un año después de reportar el primer caso, Brasil es el segundo país con mayor número absoluto de muertes, 251.498, con 1.541 registradas en las últimas 24 horas. El país supera los 10,3 millones de contagios.
Brasil superó ayer la marca de 250.000 muertos por covid-19, en medio de una preocupante segunda ola, escasez de vacunas y medidas de contención insuficientes.
Un año después de reportar el primer caso, Brasil es el segundo país con mayor número absoluto de muertes, 251.498, con 1.541 registradas por el Ministerio de Salud apenas en las últimas 24 horas. El país supera los 10,3 millones de contagios.
Brasil empezó a registrar un nuevo aumento de casos en noviembre tras algunos meses de mejora y la situación se acentuó tras las fiestas de fin de año, con un promedio de muertes diarias por encima de 1.000 desde hace varias semanas, como había registrado entre junio y agosto del año pasado.
El promedio de los últimos siete días fue de 1,149 decesos diarios, el mayor registrado hasta ahora.
Los especialistas atribuyen el repique a una combinación de factores, entre ellos la flexibilización del aislamiento social (estimulada por el propio presidente de ultraderecha Jair Bolsonaro, un escéptico de la pandemia) y demoras para negociar la compra de vacunas.
“Después de diez, once meses de pandemia, existe un cansancio natural (entre la población), pero esto no debería justificar el descuido”, apunta el epidemiólogo Mauro Sánchez, de la Universidad de Brasilia, para quien el país se encuentra “anestesiado” y ha normalizado los cientos de muertes todos los días.
La inmunización empezó en enero y avanza a paso lento, alcanzando hasta el momento a 6,1 millones de brasileños con la primera dosis, equivalente a menos del 3 por ciento de sus 212 millones de habitantes.
Apenas 1,6 millones recibieron la segunda dosis. Brasil está utilizando las vacunas de Sinovac y de Astrazeneca/Oxford.
Mientras la cobertura de la vacuna no sea suficiente para empezar a tener efecto, estados que están empezando a ver saturado su sistema de salud, como Bahia y Sao Paulo, han endurecido algunas restricciones, en un intento por evitar el colapso vivido a mediados de enero en Manaos (Amazonas, norte), donde decenas de personas murieron asfixiadas por escasez de oxígeno.
En ningún momento el país realizó un confinamiento estricto ni prolongado para contener la propagación del virus.