Este lunes, poco después del mediodía, se dio conocer la condena para los curas Nicola Corradi (83) y Horacio Corbacho (59) y para el ex jardinero Armando Gómez (49) -42, 45 y 18 años de prisión respectivamente- en la causa por los abusos sexuales contra chicos hipoacúsicos ocurridos durante años en el Instituto Antonio Próvolo de Luján. Se trata de un total de 28 hechos (se pudieron probar 25) que se registraron en la institución educativa entre 2005 y 2016. El veredicto fue dispuesto por el Tribunal Penal Colegiado N°2, integrado por los jueces Carlos Díaz, Mauricio Juan y Aníbal Crivelli.
Tenés que leerCaso Próvolo: los curas recibieron condenas de hasta 45 años de cárcel por abuso sexual infantil“Estamos contentos, aunque no estamos festejando nada”, manifestó Ariel Lizarraga, padre de una de las víctimas, en diálogo con MDZ. “Ha sido un alivio para nuestros corazones; un alivio a todo el sufrimiento que arrastramos”, agregó y recordó que hoy, 25 de noviembre, se cumplen tres años desde que se realizó la primera denuncia en 2016.
Lizarraga explicó que la sensación de alivio se da porque “ahora el mundo ya sabe quiénes son los culpables y quiénes son las víctimas”. “Se dudaba hasta último momento”, subrayó y recordó que la defensa de los abusadores pidió la nulidad de todos los hechos.
“Esto lo podrían haber parado allá en Italia, en Verona”, se lamentó Ariel, y completó: “Hemos condenado a una persona de su propio país ya que ellos (por el clero italiano) lo que hicieron fue encubrir, tapar todas las pruebas que tenían de los abusos y esconderlas debajo de la mesa. Se hizo justicia y el mundo está viendo una condena ejemplar”.
En efecto, la historia de delitos sexuales que explotó en el instituto religioso mendocino comenzó en esa ciudad del norte italiano cuando se registraron las primeras denuncias y la Iglesia decidió trasladar a Corradi a Argentina junto a otros cuatro acusados. Se trata de un procedimiento habitual mediante el cual el cuerpo eclesiástico encubre a los denunciados mudándolos a otras diócesis del mundo.
Para Lizarraga, la sentencia de hoy fue posible porque “Mendoza se animó a hablar y no se quedó callada”. “Se hizo justicia”, expresó, aunque aclaró: “Esto es solo el principio”, haciendo referencia a los otras dos causas secundarias que llegarán a juicio próximamente. En una de ellas será juzgada la monja Kosaka Kumiko y en la otra la directora del Instituto Próvolo, Gracia Pascual.
Otra de las personas que habló acerca de la sentencia dada a conocer este lunes fue Sandra Capdeville, una de las intérpretes que cumplieron un rol fundamental para dar a conocer los testimonios de las víctimas. “Los chicos fueron escuchados, fueron apoyados y respaldados”, dijo a MDZ y añadió: “Creo que (la sentencia) nos llena el alma como a ellos”.
Capdeville, al igual que otros intérpretes de Lengua de Señas que intervinieron en la causa, había sido cuestionada por abogados de los acusados e incluso se llegó a pedir su detención por presunta manipulación realizada sobre las víctimas. “Las víctimas de los abusos son víctimas de sus propios intérpretes”, llegó a decir el abogado defensor de las monjas Kumiko Kosaka y Asunción Martínez, al solicitar la detención de la mujer cuyo trabajo cuestionaba. Al respecto, Capdeville indicó: “Creo que hoy en día se nos reivindica acá en Mendoza”, y enfatizó: “Podemos estar tranquilos en este momento”.
Luego de conocerse la sentencia, los familiares y amigos de las víctimas del Próvolo realizaron una emotiva ceremonia en la que soltaron globos para representar "la finalización de una etapa". "Esto es para que el mundo entero se anime a denunciar. Acá se hizo justicia y se podría haber hecho antes si hubieran tenido el valor de hablar y no callar. En Verona podrían haber evitado que los abusos pasaran a La Plata y luego a Mendoza", se lamentó Ariel Lizarraga.
Y completó: "Termina una etapa y hay que dejarla atrás. En Chile, en Estados Unidos, en muchos países las iglesias han sido corruptas. Hay que animarse a denunciar. Adiós a esta etapa y arriba los globos".