Por Delfina Montagna
En qué consiste el síndrome que combina la experiencia de género y la jerarquía de edad y resulta agotador para quien lo padece. Expectativas y sobrecarga de responsabilidades.
Por Delfina Montagna
La idea de que los primeros hijos son una suerte de "ensayo" para los padres está bastante arraigada en el imaginario común, pero también tiene su fundamento científico. Susan McHale, profesora de estudios familiares en la Universidad Estatal de Pensilvania (Estados Unidos), es coautora de varios estudios que analizaron esta dinámica.
Sus hallazgos sugieren que la mayor parte de los padres experimentan menos conflictos con su segundo hijo que con el primero, que su relación tiende a mejorar cuando se van a vivir por su cuenta (mientras que el conflicto aumenta con los hijos menores, que se convierten en el centro de atención) y, en muchas ocasiones, se generan presiones a partir del orden de nacimiento ―a los hijos mayores se les suele pedir que cuiden a los menores, que les sirvan como modelo y que les den consejos útiles―.
Pero hoy en día estas preocupaciones no están solo en las universidades o en boca de futuras familias; las hermanas mayores del mundo comenzaron a hablar del impacto que estas relaciones tienen en redes sociales, incluso creando el término "síndrome de hermana mayor". Como señala este tuit viral, ya no se trata solo del orden de nacimiento, sino que se agrega un factor más a la cuestión: el género.
El grito de las hermanas mayores en TikTok va desde sentirse responsables de la felicidad de su familia, la presión por tener éxito y la impresión de que no se preocupan por ellas como se preocupan por los demás.
Una nota de The Atlantic explica esta doble complicación de forma sucinta y efectiva: "Las mujeres lidian con la expectativa de ser cuidadoras, educadoras y protectoras. De los primogénitos, se espera que sean ejemplares. Ser ambas cosas es agotador".
Corinna Tucker, profesora de la Universidad de New Hampshire, también explicó en el artículo que intentar ser ambas cosas probablemente conduzca a sentir culpa cuando las necesidades de alguien quedan (inevitablemente) insatisfechas. En sus palabras, "las mujeres suelen ser las 'encargadas de la familia', es decir, las que realizan la labor, a menudo invisible, de asegurarse de que todo el mundo está contento, los conflictos resueltos y todos se sienten atendidos".
Sumado a este extra de responsabilidad en el mundo emocional, un estudio señaló que en los hogares donde se asignan tareas domésticas a los hijos, la carga de las mujeres tiende a ser mayor porque las tareas comunmnente asignadas a los hombres (como cortar el pasto o correr cosas pesadas) son menos frecuentes y urgentes.
Allison Aford (profesora de Comunicación de la Universidad de Baylor) no solo investigó específicamente el caso de las hermanas mayores, sino que incluso creó un verbo para las tareas que tienden a asumir: daughtering, que podía traducirse en algo así como hijando o "siendo hija" y puede aludir a buscar recetas médicas, planear una fiesta de despedida, ahorrar plata para el futuro de los padres o incluso actos más sutiles, como contenerse para evitar discusiones y asumir el rol imparcial y de oyente como una psicóloga en ejercicio.
Aford aclara que, aunque estas tareas pueden ser satisfactorias, exceden las cosas por las que los hijos deberían preocuparse, en especial cuando todavía no tienen edad. Sin ir más lejos, el estudio se titula "Doing daughtering: an exploration of adult daughters’ constructions of role portrayals in relation to mothers" (Ser hija: una exploración de la construcción del rol de las hijas adultas en relación a sus madres).
Claro que estas dinámicas no son iguales en todas las familias y depende de la personalidad de cada hija mayor. El mayor problema surge cuando estas expectativas aparecen, pero no se alinean con el carácter o la disposición de las primogénitas. Sin embargo, es probable que todas las personas que se refieren a este "síndrome de la hermana mayor" en redes sean muy distintas, pero con algo en común que las hace compartir su experiencia y sentirse comprendidas por el resto.
Tal como explica Aford, el mejor de los casos sería uno en el que la concepción cultural de los roles familiares "renegocie lo que significa ser hija, teniendo en cuenta lo que las hijas mayores quieren para sí mismas".