Martes 28.11.2023
/Última actualización 14:52
Gustavo Santaolalla dirige la vista hacia donde están sus premios Grammy´s. A un costado, un termo con un mate. La yerbera y unas fotografías, completan la escena. Abre la tapa de su piano Steinway y toca unos acordes. Prueba unas segundas mayores. Duda, ya que al aumentar un semitono la novena, transformándola, en aumentada, es algo que podría significar cierto riesgo armónico. Escribe en la partitura confiando a las violas una melodía ascendente, mientras elije a los cellos para un "pizzicato". Al final, marca un golpe de talón para los violinistas. En el compás número 27, indica una sordina para la trompeta. Un golpe de timbal, es el remate de la obra.
Santaolalla recorre la texturada geografía del mate con su mirada. Un azul intenso, sombreado en los bordes por un magenta que vira al violeta, domina el cromatismo de la pieza. Termina el ritual del mate. Empuña la guitarra y ensaya los acordes iniciáticos de "Sound of the Fireflies", que ya se sabe que va a estrenarse en mayo de 2024. Revisa las partes del oboe, de los Fluguelhorn. Imagina un "Glockenspiel". No está del todo convencido de una nota límite para los cornos en clave de fa. Y entonces recurre al tratado de Orquestación de Rimski-Kórsakov.
Pintura campestre, técnicas y estilos
Alejandro Di Rosa es el creador del artístico y singularísmo mate con el que se acompaña Gustavo cuando compone. Y lo exhibe orgulloso. El reconocido fileteador es argentino pero no vive en el país; vive en Suecia y transita por distintas partes del viejo continente. Aprendió el idioma local de manera algo forzada, cuando llegó a esas tierras luego de un interesante periplo. Es que nació en 1963 en San Martín, provincia de Buenos Aires, y Hurlingham fue su siguiente destino. Luego se recibió de Maestro Mayor de Obras y siguió viaje rumbo a Esquel, donde trabajó como plomero y gasista.
En dicho lugar conoció a su actual compañera. Y fue durante una de las tantas crisis del país, la de 1989, por la cual decidió irse a vivir a Alemania. El filete es una expresión estrictamente profana y muy valiosa por esos lares. Y ahí talló fuerte la postura y el arte de Alejandro, quien para explicar la esencia del mismo menciona a la Bauernmalerei, palabra surgida de los vocablos bauern (granjero) y malerei (pintura), por lo que la conjunción de ambas significa "pintura campestre".
La Bauernmalerei es, básicamente, una técnica antigua que se remonta al siglo XVII y es original del sur de Alemania, tanto como de los Alpes bávaros y austriacos, o del Apenzell suizo. Cuenta la historia que, solo las clases pudientes podían costearse muebles con depurados estilos, de talla fina y duradera. Así fue, entonces, que la gente de campo forjó su propio estilo decorativo con maderas de inferior calidad. En Suecia surgió la Kurbitsmalerei y Noruega fue la cuna de la Rosmålning.
"El Peregrino del Color" por Europa
El motorhome de Alejandro lleva pintado en el capot la consigna "El Peregrino del Color". Con este vehículo cruza un Rubicón imaginario cada tanto, por lo que ya ha transitado por las adoquinadas calles de Milán y los aldabones lacerados de las viejas moradas en Madrid. También alféizares enmohecidos son mudos testigos de su trabajo en la vidriera de importantes restaurants. Alejandro ha logrado hacer del filete, una marca en distintas partes del mundo, incluyendo Japón.
No importa si es vidrio, chapa o madera. Cada textura recibe el tratamiento y la resina adecuada. Su técnica autodidacta, lo llevó a experimentar con esmaltes sintéticos, al agua e inclusive óleos. En el filete, una gran parte de las líneas curvas están regidas por la proporción aurea. Como así también la serie de Fibonacci. Las hojas de acanto por ejemplo, cuadran perfectas en el diseño del mismo.
Por esas cuestiones de la naturaleza, la belleza se expresa a través de Fibonacci, los descubrimientos de Leonardo Da Vinci y lo áureo. Como un alquimista de la edad media, en sus retorcidos alambiques, busca la exacta textura y densidad para aplicar nada menos que la complicada superficie del….mate!!
Un particular ritual de familia
Maia, una de las hijas de Alejandro, vive en Karlsruhe, en el sur de Alemania, mientras que Maren, su otra hija, vive en el norte alemán, en Hamburgo. Cada tanto, en Kopparberg, un pueblo de 3.000 habitantes, situado a 250 kilómetros de Estocolmo, se sucede un ritual que tiene algún parecido con las historietas de Asterix y sus mágicas pociones.
Al caer la noche en esas heladas latitudes en donde la Cruz del Sur no alcanza a distinguirse, la familia se junta a comer hamburguesas. Alejandro deja sus trabajos para encender el fuego, mientras que por una ventana los ácidos y vapores de su taller impregnan la textura de los árboles. Afuera, los faros buscahuellas de la Citröen Jumper alumbran bajo la nieve.
Adentro, suenan Carlos Gardel y Enrique Santos Discépolo en un gramófono que compró en Alemania. Sobre el techo alpino, caen rítmicamente los copos de nieve, como regidos por un tempus desconocido, que coincide con el minuto 2.27 de la interpretación de Santaolalla de "Pa'Bailar" (Bajo Fondo), versión Pannon Philharmonic Orchestra, en donde el redoble de las baquetas de timbal pone un "crescendo" al final de la frase.
Los verdaderos embajadores de Argentina, no están en las cancillerías ni escritorios de roble. Sino en moradas campestres, encuentros tangueros y ambientes rurales.
(*) Bloguero y fotógrafo.