Hacia el 170º Aniversario de la Constitución Nacional entre 1850 y 1860, la actividad musical académica en Argentina, aunque no fue de marcada abundancia, presentó figuras y realizaciones dignas de ser evocadas.
Hacia el 170º Aniversario de la Constitución Nacional
Hacia el 170º Aniversario de la Constitución Nacional entre 1850 y 1860, la actividad musical académica en Argentina, aunque no fue de marcada abundancia, presentó figuras y realizaciones dignas de ser evocadas.
Los principales ámbitos para la música eran el teatro, iglesias, tertulias y la calle. En cuanto a los géneros que se cultivaban, en los teatros se daban comedias, zarzuelas, ballets, óperas y conciertos. La música litúrgica era vocal, para órgano o se hacía con pequeños conjuntos instrumentales. En las tertulias organizadas en domicilios particulares abundaba la música para danzar y la de cámara, en forma de canciones y piezas instrumentales cortas, pudiendo ser éstas para instrumento solo o pequeños grupos, usándose pianofortes, flautas, violines, arpas y guitarras. En la calle, la música estaba a cargo de las bandas que ejecutaban música militar, para carnavales, serenatas y actos políticos.
La mayor actividad musical se daba en Buenos Aires, que contaba por ese entonces con el recién inaugurado Teatro Colón (1857), con los teatros Argentino y el de la Victoria y con la renovada Sociedad Filarmónica que, nacida en 1819 durante el período rivadaviano, había sido disuelta durante el rosismo. En estos espacios se daban magníficos conciertos y especialmente en la Sociedad Filarmónica eran frecuentes los bailes, "todo en un ámbito de mucha elegancia y suavidad de costumbres" como se lee en crónicas de la época.
Si bien había músicos locales, los que más se destacaban por su profesionalidad eran los extranjeros, sobre todo europeos, que de modo espaciado al principio y luego con mayor asiduidad nos visitaban en sus giras artísticas que incluían Río de Janeiro, Montevideo, Buenos Aires, Santiago de Chile, Lima. En sus viajes hacia estas capitales, al pasar por las localidades del interior de nuestro país, también hacían presentaciones, contribuyendo así eficazmente a fomentar el buen gusto y la afiliación a lo bello a través de la armonía y belleza de sus recitales.
Luego de Caseros, las tertulias, esas reuniones domésticas tan populares durante la primera mitad del siglo XIX, comenzaron a declinar en beneficio de los clubes. Era una época propicia para asociarse con fines culturales, sociales y benéficos, además de políticos, y es así como se fundan en Buenos Aires los clubes sociales. Surgen el Club del Plata, el Español, descollando el Del Progreso, el más importante y distinguido de los clubes porteños de la segunda mitad del siglo XIX. Había sido fundado "con el objeto de reunir a los caballeros más respetables nacionales y extranjeros, para mantener y estrechar relaciones personales" y, como símbolo del progreso que animaba a sus integrantes, el escudo social ostentaba un globo aerostático sobre un vapor de ruedas, máximas conquistas mecánicas de la época.
Las capitales del interior se sumaron al movimiento cultural y asociativo. En Paraná surgen el Club Argentino y el Club Socialista; en Concepción del Uruguay el del Uruguay, en Tucumán se forman el Club de Julio y una Sociedad Filarmónica y en Salta abre sus puertas el Club 20 de febrero.
Estas instituciones contaban con biblioteca y sala de juegos, ofreciendo también conciertos confiados a altas personalidades locales y otras extranjeras que visitaban la ciudad, a la vez que se organizaban bailes memorables. Los mismos músicos asistentes a las reuniones de estos clubes eran quienes se encargaban de componer y tocar las piezas apropiadas, en particular para la danza, estando de moda los valses, polcas, mazurcas, schottisch, cuadrillas y lanceros.
En Santa Fe, sede del Congreso Constituyente (1853), un grupo de vecinos, partidarios del nuevo espíritu federal que impera en el país, movilizados por el Orden y el Progreso que sería cuestión de Estado luego de la Constitución del ´53, resuelve crear el Club del Orden para que, al margen de banderías políticas, contribuyese a "fomentar los vínculos de confraternidad entre los ciudadanos, propendiendo al progreso moral y material del país […] brindando una hospitalidad despreocupada y generosa".
Músico y pintor, Amadeo Gras era francés, con enorme porvenir en Europa pero dejó todo en su país para conocer este Nuevo Mundo trayendo como bagaje su arte exquisito. Nacido en Amiens en 1805 había realizado estudios de pintura y música en París y ya en 1824, a los 19 años, era primer violoncelo de la Ópera de París.
En 1827 llega a Buenos Aires donde de inmediato es invitado a la tertulia que ofrece en su residencia el cónsul francés Washington de Mendeville, haciendo escuchar allí su violoncelo, toda una novedad por estos lugares. También actúa con el violinista Santiago Massoni en la Sociedad Filarmónica, pasando luego a Chile para continuar su gira de recitales. Es de los primeros músicos que muestran en Sudamérica conciertos de violoncelo solo.
En 1830 se lo ve en Londres actuando en la orquesta del King´s Theatre, acompañando al famoso violinista Nicoló Paganini en varios recitales.
Pero regresa a Buenos Aires en 1832, incorporándose de lleno a la vida americana. Y lo hace voluntariamente, enamorado de estas tierras de leyenda y promisión. Aquí formará su hogar y trabajará, quedando su obra incorporada a nuestro patrimonio artístico.
Entre 1833 y 1846 viaja por el interior del país, llegando hasta Bolivia y Perú. En sus viajes ofrece conciertos de violoncelo realizando al mismo tiempo una fecunda labor como pintor retratista.
En 1848 se radica en Montevideo y se dedica a la pintura y al daguerrotipo, pero no renuncia a sus actividades musicales y los conciertos con el célebre violinista Camilo Sívori le darán la oportunidad para repetir sus éxitos. En los programas con este artista se alternan la música de orquesta con obras para violín solo, para violoncelo y piano, dúos de violín y violoncelo y tríos de violín, violoncelo y piano, encontrándose obras de Mozart, Haydn, Beethoven y otros músicos europeos de la época.
En 1852 vuelve a Buenos Aires y ante el encargo del Gral. Urquiza de realizar al daguerrotipo el retrato de los gobernadores firmantes del Acuerdo de San Nicolás, la pintura de murales en el cabildo de Santa Fe, Gras se establece en esta ciudad para retratar también a los constituyentes. Si bien no consta en los relatos de su nieto Mario César Gras, no es difícil imaginar que, siendo Gras una persona que estuvo siempre bien relacionada, y en este caso con una estrecha conexión con los congresistas a quienes retrata, haya sido invitado a participar de tertulias locales, haciendo escuchar su música en Santa Fe, aportando el prestigio de su violoncelo.
Diez años después de la Constitución, Gras funda en Buenos Aires la Sociedad Unión Musical e interviene en los conciertos que ésta celebra en el Teatro Colón. Son memorables su ejecución de la Meditación para violoncelo de Gounod y La Poesía, cuarteto para cuatro violoncelos.
Sin abandonar la música ni la pintura, se radica finalmente en Gualeguaychú, donde fallece en 1871.
(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos y desde la Asociación Parque de la Constitución Nacional.