Hay un momento en que el poder -pueden ser 30 segundos- efectivamente está en el pueblo (el poder político) que elige sus representantes. El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes. Así en la ciudad, como en la provincia y la nación. Si cortamos más ancho, en los organismos continentales; finalmente en el mundo, que es, se sabe, un juego de poderes "equilibrados"… al punto de "equilibrio"… ¡Para que el mundo no salte en mil pedazos! Aunque no sé, no sé…
En la ciudad de Rosario, el poder residiría en el intendente y el cogobierno, el Concejo Municipal. Residiría, que no es lo mismo que residir. El intendente está obligado a conversar, a pactar todos sus actos, ya que la suya es una situación de inferioridad en delegados al Concejo y en votos de la ciudad. No ha sido plebiscitado ni refrendado por una amplia mayoría. Ganó una interna contra el representante de un grupo económico/político de fuste y luego unas elecciones generales contra un muchacho a quien, a regañadientes, acompañó el peronismo.
No tiene, el intendente, lazos excelentes con la provincia y con la nación. Y pronto sabremos si en este segundo mandato conforma una gestión positiva, diferente a la primera y un futuro posible, ya que pretende ser gobernador. Pronto sabremos dónde está el poder en Región Rosario. Para Pablo Lautaro Javkin Guelman (de él estamos hablando), el concepto es ciudad, no Región Rosario. Es por esa diferencia que muchos puedan juzgar diferente lo suyo. El poder del sur o el poder compartido en una ciudad desalambrada.
Hablemos, según internet, del poder: "De este modo, tener poder, comúnmente significa tener la capacidad de hacer que determinadas cosas ocurran. Los poderosos (o sea, los que tienen poder) son quienes hacen posibles las cosas, quienes determinan si algo ocurre o no. Para las ciencias sociales el poder es la capacidad de un individuo para influir en el comportamiento de otras personas. El término 'autoridad' se usa a menudo para designar al poder cuando es percibido como legítimo".
Para el gobernador entrante pareciera que el poder es fácil de encontrar, ya que lo votó más de un millón de personas, un número cercano al 60% de los integrantes del padrón electoral. Maximiliano Pullaro fue plebiscitado, para resolverlo claramente.
La Cámara de Diputados, con 28 legisladores cercanos tiene 14 de ellos pertenecientes a tres variantes del socialismo que, por doce años, ejerció el poder. Del gobernador es la relación con la poderosísima Administración de la Cámara de Diputados. Hay desde altísimos funcionarios, ahora legisladores, hasta un ex gobernador. Los otros 14 de la mayoría suman, desde uno de Javkin hasta alguno de Carolina Losada, perdidosa candidata a gobernadora. Son 28 que gustan de conversar sobre el poder. Entre los 22 restantes hay otro ex gobernador y el poderoso ejemplar mediático, Amalia Granata, una diputada a quien no es fácil convencer (sabe muy bien qué cosa es el poder).
Pullaro tiene esa Cámara, pero debe "conversar" con los delegados de cada fracción. En la Cámara de Senadores el poder senatorial es de Felipe Michlig, uno de los cofundadores del proyecto Pullaro. Es mayoría el sector de Pullaro (vía el citado Michlig) y debe conversar con los restos del peronismo, representado por Armando Traferri y un fenómeno muy particular, el senador Joaquín Gramajo.
El MPA, el Ministerio Público de la Acusación, está conformado por amigos y no tan amigos, pero tiene una característica peligrosa: tienden a la absoluta independencia de los tres poderes y, debe agregarse, no han sido elegidos por el voto popular ni quieren que los juzguen los legisladores. Son un peligro para Pullaro, como para cualquiera que decida enfrentar a fiscales autónomos. Puede argumentarse que está bien así, pero debe decirse: el MPA no responde a la Gobernación ni a la CSJ, la Corte Suprema de Justicia. Un poder real sin destino aparente.
Se supone que Pullaro tiene el Poder Ejecutivo, y que el desafío está en la calle y Rosario. En realidad, el desafío está en la anarquía sureña y el poder narco en puertos santafesinos -con conexiones internacionales-, más la venta al mayoreo y al menudeo. El blanqueo, los pactos oscuros con fiscales y jueces de los que mucho se habla, y la inacción policial que todos advierten. Una frase muy sentida: se nota, es "visible" la ausencia del estado en las calles. Se suma la escasa o nula atención nacional, y la nula defensa municipal con calles, luces, plazas, escuelas, dispensarios y organizaciones particulares asentadas, permanentemente, en donde el poder narco solo tiene algunos sobresaltos con los curitas y los pastores.
Javkin se victimiza y uno debe, al cabo, acompañarlo. Es el aprovechamiento de una enfermedad social muy grave. No puede pasar mucho tiempo sin que se advierta quién ejerce el poder. De un lado la Ley, la Constitución, el monopolio de la fuerza… y del otro los dueños de Rosario según un libro muy actual al que nadie desmiente, donde se afirma que "(…) la mafia narco que se adueñó de la ciudad".
Con una prudencia demasiado… prudente… el gobernador saliente declaró: "Tenemos cosas que no se han hecho bien". En rigor fue un trágico y doloroso fracaso, con Marcelo Saín incluido. Pronto sabremos si Pullaro tiene el poder y es necesario un agregado: ojalá que tenga éxito.
Volvamos a la definición de poder: "(…) en la filosofía contemporánea, el concepto de poder refiere a cierto tipo de relaciones en las que alguien obtiene de otra persona un comportamiento que, fuera de esa relación, no realizaría. Esta concepción se denomina relacional en tanto se centra en la relación que hay entre dos sujetos".
Para el filósofo francés Michel Foucault, "el poder no es algo que posee la clase dominante; postula que no es una propiedad sino que es una estrategia. Es decir, el poder no se posee, se ejerce. En tal sentido, sus efectos no son atribuibles a una apropiación sino a ciertos dispositivos que le permiten funcionar plenamente". Por su parte, el sociólogo alemán Max Weber propone diferenciar poder de "dominación" o "autoridad". Para este autor, "el poder es la probabilidad de imponer la propia voluntad dentro de una relación social, aún contra toda resistencia y cualquiera sea el fundamento de su probabilidad. El concepto de poder es sociológicamente amorfo".
La existencia de Javier Milei en la nación será puesta a prueba, en cuanto a poder se refiere, partiendo de este punto: el suyo es un amplísimo poder delegado, derivado u originado en la queja, el desamparo, la rabia y el rechazo a una serie de políticos y de administraciones mentirosas, con muchos prevaricadores en su composición. Milei tiene mandato para "hacer algo" contra la inoperancia y el prevaricato. El hecho real, el ejercicio del poder, definirá si vamos hacia un cambio o simplemente una suplencia temporaria; una calma ante la queja plural, un enunciado que finalmente llevará a una respuesta a esta duda actual: ¿Quién es el dueño del poder en Argentina?
Se repite: ¿Quién es el dueño del poder en Argentina? Es mucho lo que se pide de Milei: que demuestre que lo ejerce. Lo establecido, esto quiere decir legisladores, jueces, medios de comunicación, empresarios prebendarios y militantes de una ensoñación del siglo pasado -sumados a los pobres estructurales y el negocio que significan-, no creen que pueda. Oferto, para mirar el horizonte, a un poeta militante del PC, que decía lo suyo: "¿Se da cuenta, compadre? Era simple la cosa. Como dicen los bolches: la libertad se ejerce. Ya tengo la precisa. Digo no, simplemente, y se les viene abajo toda la estantería". Armando Tejada Gómez.
En lo personal advierto -adhiero- que desde 1926 esto está escrito: "¿No te das cuenta, que sos un engrupido? ¿Te crees que al mundo lo vas a arreglar vos? Si aquí ni Dios rescata lo perdido ¿Qué querés vos? Hace el favor! Lo que hace falta es empacar mucha moneda. Vender el alma, rifar el corazón, tirar la poca decencia que te queda, plata, mucha plata: yo quiero vivir. Así es posible que morfes todos los días, tengas amigos, casa, nombre... y lo que quieras vos. El verdadero amor se ahogó en la sopa; la panza es reina y el dinero es Dios". Enrique Santos Discépolo.
Son dos derivaciones sobre la misma pregunta: qué hacer con el poder. Desde el 11 de diciembre se sabrá, coyunturalmente, donde está. Es decir: a quien se lo prestaron.
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