Recordar aquellos sucesos trágicos que marcaron la historia de la humanidad es una responsabilidad de todos.
Recordar aquellos sucesos trágicos que marcaron la historia de la humanidad es una responsabilidad de todos.
Este jueves, se conmemora el Día Internacional para la Recordación de las Víctimas del Holocausto, día instituido por la Asamblea General de Naciones Unidas, el 1 de noviembre de 2005, con la Argentina como uno de sus importantes impulsores. Ejercitar la memoria es una práctica que debe ser constante, para educar a las nuevas generaciones sobre lo sucedido, y enfatizar cada vez más en la protección de la vida y la libertad.
Nuestros padres y abuelos, los sobrevivientes de una de las peores tragedias de la historia, cada vez son menos debido a su avanzada edad, y su legado, el de transmitir el mensaje del horror vivido y de esperanza para un mundo mejor, debe ser una bandera para una construcción colectiva positiva.
En la Argentina, existen claros ejemplos de sobrevivientes que continúan yendo a escuelas, instituciones, y marcan ese camino de no olvidar, de conmover a la sociedad para que madure y evolucione sobre la base del recuerdo y el aprendizaje.
Justamente, este ejercicio de memoria que se construye con el aporte de cada ciudadano, se ve reflejado en el Paseo de los Justos entre las Naciones inaugurado en julio del año pasado en esta provincia, que representa uno de los cuatro espacios de homenaje a las víctimas del Holocausto que existen en el país.
Llevar este acto tan importante a la Provincia de Santa Fe es la muestra clara del compromiso de federalizar las políticas con perspectivas de derechos humanos. No es casual la elección de la región y de Santa Fe en particular: la provincia es una de las cunas de la colectividad judía en Argentina, uno de los sectores del país que la recibió y permitió el desarrollo de miles de familias, en plena libertad de su fe y sus creencias.
El recuerdo no sólo compromete a cada argentino a entender lo que pasó, sino también a pararse en la vereda de la paz, la unión, el respeto por el otro y el compromiso ineludible de enfrentarse al antisemitismo, la xenofobia o cualquier forma de discriminación.
Es importante comprender que los problemas no son de las víctimas o de un pequeño grupo, sino que repercuten y afectan a todos los que componen la sociedad. El antisemitismo no es un problema de los judíos, sino de la sociedad que lo genera y lo tolera.
Argentina se ha convertido en un ejemplo para el mundo en materia de diversidad cultural y diálogo interreligioso, pero este mensaje hay escribirlo a diario, honrando la memoria de aquellos que no sobrevivieron al Holocausto, y elevando la voz para no permitir más cualquier tipo de persecución.
El Holocausto no debe quedar solamente como un capítulo de la historia, más aún en estos tiempos en que es necesario refrendar que la xenofobia no es el camino, la discriminación no le ha dado ningún resultado positivo a los pueblos que cometieron ese error. Todos los países del mundo tienen que ser conscientes de que olvidar conduce a repetir errores del pasado y que las tragedias pueden reiterarse. Es indispensable recrear la cultura del diálogo y el encuentro en todos los ámbitos, para afianzar coincidencias y resolver diferencias.
Aquella locura criminal debe ser un aprendizaje constante para seguir construyendo una sociedad pacífica sostenida en valores.