Lucha por los derechos de obreros y obreras.
Por supuesto de inmediato vemos el contraste del valor de las luchas en nuestra historia gremial y sindical nacional y la actualidad, en la que se expresa la corrupción de la dirigencia sindical: dirigentes millonarios, autoritarios, ideologizados, sin compromiso con sus trabajadores. Han dejado de ser hombres y mujeres probos en el ejercicio de sus derechos y deberes. Forman parte de un movimiento o partido político, al que responden diariamente, en cada una de sus decisiones. no les interesa en absoluto los problemas y el hambre de los asalariados activos y pasivos -jubilados-. No tienen proyectos genuinos, consensuados, tras la discusión y el voto de las bases, solamente piensan en ellos y por ellos. No respetan la prohibición de hacer política con el sindicato.
Reelecciones amañadas y años de conducción. Aparatos armados a la perfección para ser reelegidos. Por supuesto que hay dirigentes honestos y nobles, impregnados del idealismo de los primeros gremialistas y/o sindicalistas que actuaron en nuestro país. Que tienen una sola reelección, que si participan en política dejan de estar en el gremio. Ahora mismo la CGT, acaba de anunciar que auspicia a un candidato a Presidente.
La pregunta es: ¿se cuestionaron que en las bases, que pagan sus cuotas, hay afiliados de todos los Partidos o Frentes políticos? La única bandera que debe tener un gremio es luchar por la dignidad del/de la trabajador/a. Así como el ejemplo expuesto, también hay otras corrientes frentistas y/o partidarias, que tienen a sus hombres y mujeres, representando a las diversas líneas ideológicas.
Si hablamos de una reforma de la legislación del sindicalismo, en particular la Ley N° 23551/88 (1) indudablemente la organización deberá contemplar los Estatutos de la Organización Internacional del Trabajo. Solamente a partir de ello, se podrá, con nuevos dirigentes, reformas laborales, respetando la dignidad del/de la trabajador/a de base. La ecuación sindicatos poderosos = trabajadores y trabajadoras con derechos laborales y previsionales, es falsa. Desocupación estructural con índices alarmantes, deterioro salarial producto de la inflación que afecta alimentos, alquileres, bienes y servicios en general, el aumento del tipo de cambio, etc. Dentro del mundo del trabajo cabe señalar dos segmentos:
1) A- Trabajadores/as ocupados que con sus ingresos formales no llegan a estar por encima de la línea de pobreza y que en cuarenta años de trabajo no podrán comprarse una vivienda digna. B- Trabajadores informales, tercerizados con monotributo o contratados a través de empresas subsidiarias o cooperativas, contratados en negro, e incluso pasantes, que se encuentran en peores condiciones que los trabajadores formales. Se han comprobado casos en los que estas instituciones tercerizadas son gestionadas por los propios dirigentes gremiales, dando como resultado dirigentes gremiales ricos -autos alta gama y chofer, mansiones, bienes suntuosos (caballos de carrera), etc.-, dueños de medios de comunicación, en fin dirigentes sindicales aburguesados, como predijo el general Juan Domingo Perón ("son los burgueses del porvenir"), cuyo patrimonio es injustificable con los ingresos habituales del cargo sindical, y que por el contrario se fundan en el modelo de sindicalismo empresario, generando contratos millonarios con las empresas prestatarias de servicios a las Obras sociales sindicales, donde algunas de ellas se encuentran en manos de parientes y testaferros; y como contracara de esta ostentación trabajadores/as empobrecidos, admitiendo por tanto un doble estándar en la relación de empleo: el/la trabajador/a de Convenio Colectivo de Trabajo formalizado y el/la trabajador/a tercerizado/a que realiza la misma labor que el/la trabajador/a de Convenio por un importe mucho menor.
2) Trabajadores/as desocupados/as que son representadas/os por movimientos sociales, a modo de sindicatos de desocupados, que nuclean a millones de sujetos en situación de precarización. Esta situación interpela a los movimientos, frentes y partidos políticos. Tampoco ninguno de ellos está exento de no pactar siempre con los caciques sindicales, al margen del pensamiento de los/as obreros/as de base.
Una sola medida sería revolucionaria para reformar el sistema sindical argentino: limitar a dos mandatos consecutivos el ejercicio del cargo de Secretario/a General de un gremio, sindicato y/o central obrera. Esta simple medida permitiría democratizar el sistema gremial nacional. Esta medida sería óptimo coronarla con una segunda: volver al estado -de modo descentralizado- el servicio de salud pública.
En conclusión adherimos a un empoderamiento de los gremios, sindicatos, uniones de trabajadores/as y centrales obreras que defiendan indeclinablemente los derechos de los y las trabajadores y trabajadoras de base: salario digno, acceso a la salud, a la vivienda, al descanso, etc.
Paradójicamente las actuales burocracias sindicales de la CGT, la CTA de los Trabajadores, la CTA Autónoma y el gremialismo clasista combativo (2), en lugar de garantizar un piso de derechos sociales a las/os trabajadores, terminan en la práctica garantizando un techo del salario completamente funcional a la lógica patronal estatal y privada. Lejos estamos de la huelga general revolucionaria de Georges Sorel.
En la jurisdicción provincial, la crisis de la burocracia sindical se materializa a través de un manotazo de ahogado del gremio docente público Amsafe en la provincia de Santa Fe, ampliando los aportes sindicales a los/as no-afiliados/as. En nuestra Provincia de Santa Fe, se ha cometido de parte de la dirigencia, otro nuevo atropello: cobrar el aporte sindical a los /as no afiliados/as. La afiliación es voluntaria y por tanto, libre.
La práctica institucionalizada de afiliar de modo compulsivo al conjunto de las y los trabajadores es producto de la burocracia sindical, que ante la crisis de representatividad, echa mano a este manotazo de ahogado. Aunque parezca ilógico, en la hora de la tecnología, debemos volver a las raíces de nuestra historia sindical, volvamos a ser los hombres y mujeres que hicieron nacer y prosperar el sindicalismo en la República Argentina.
Convenios colectivos, paritarias y otras tantas instituciones del derecho colectivo del trabajo, son pilares de la vida cívica republicana, pero deben estar centradas en el derecho del trabajador y la trabajadora de base, respondiendo a las necesidades actuales, ya que de lo contrario son un mecanismo de reproducción social de la desigualdad entre estado y trabajadores en el ámbito público, y entre empresarios y trabajadores en el ámbito privado, cuyo único fin resulta ser conservar los privilegios oligárquicos de la burocracia sindical.
Es inevitable la relación ente las entidades gremiales y la política, ya que los gremios deben gestionar leyes a favor de los trabajadores (derecho individual y colectivo del trabajo), co-redactar los convenios colectivos de trabajo, participar de las paritarias en el Ministerio de Trabajo, etc., pero el vector debe ir de las demandas de las y los trabajadores de base hacia la política en busca de soluciones: aumento de salario para mantener o mejorar el poder adquisitivo, sostenimiento de las escalas salariales, aumento del mínimo no imponible de impuesto a las ganancias, mejoras en los porcentajes de distribución del PBI respecto del sector del trabajo, indemnizaciones, condiciones de seguridad e higiene en el trabajo, formalización del empleo no registrado, reducción de los índices de desocupación, acceso a la vivienda, etc.; y no de la política al gremio, porque de lo contrario la estructura institucional burocrática y vertical que conduce los sindicatos a través de Centrales obreras, se transforma en un monumental mecanismo de dominación, en abierta contradicción con los derechos sociales de los/as trabajadores/as de base.
Las luces del sindicalismo nacional se encuentran en sus orígenes combativos y revolucionarios, en la génesis de las organizaciones obreras: gremios, sindicatos y uniones, y en la defensa irrestricta de los derechos sociales de los/as trabajadores y su ulterior organización a partir de centrales obreras. Las sombras en la monumental traición que realiza la burocracia sindical a estos ideales originarios, entregando los derechos sociales obtenidos por las luchas colectivas para conservar su propio poder y los privilegios oligárquicos que este acarrea.
(2) Y los sectores gremiales clasistas combativos de izquierda y extrema izquierda, con control de algunas seccionales de sindicatos y/o gremios pero que no logran convertirse en una expresión representativa masiva del movimiento obrero organizado.