"Una mentira tiene velocidad, pero la verdad tiene resistencia". Edgar J. Mohn
"Una mentira tiene velocidad, pero la verdad tiene resistencia". Edgar J. Mohn
¿Cuánto tiempo resiste una mentira en esta época de plataformas digitales? ¿De redes sociales y de hiperinformación? Como siempre, es necesario empezar por el principio. Se define a la mentira como la afirmación que una persona realiza siendo consciente que lo que está diciendo es falso. Existen muchos tipos de mentira, y no siempre tienen una mala intención, como por ejemplo las mentiras blancas, aquellas que el individuo las hace para no herir al otro; o las mentiras por error, que es cuando quien emite dicha mentira está convencido de que es real. Pero en rigor de la verdad, de la mentira que quiero hablar es la catalogada como "mentira negra".
Se dice de la "mentira negra" que es aquella que tiene como único objetivo conseguir un beneficio propio a instancias de generar un daño en otro o en otros. Su intencionalidad primera y su fin último es dañar la credibilidad del otro. Es la más egoísta de las mentiras y es la base que se utiliza institucionalmente para intentar, mediante la difusión y la repetición indiscriminada, inferir en la formación de la opinión de quienes son receptores de tal mentira. La "mentira negra" es quizás la base de las llamadas "fake news".
La constante difusión de mentiras que pululan por las redes sociales, y más precisamente en X -la ex Twitter-, es en la actualidad uno de los grandes desafíos contemporáneos respecto a la calidad de la formación de la opinión pública y de la adecuación a los valores democráticos en las nuevas generaciones. En el actual entorno digital en el que vivimos, entre la aceleración de la información por distintos medios y herramientas que llega a nuestros dispositivos inteligentes, independientemente de si la noticia es falsa o verdadera, nos plantea problemas muy complejos a la hora de analizar y discernir el contenido con espíritu analítico y/o crítico.
Cuando apareció la plataforma de Twitter, muchos quedaron estupefactos por la brevedad, velocidad e inmediatez en la difusión de la información publicada sin un análisis profundo y consciente. Basado en sus algoritmos, la APP prioriza la interacción y la reacción, dejando de lado la veracidad de la publicación. Estos algoritmos terminan priorizando aquellos contenidos que tienen más reacciones (los llamados "likes" o "retweets"), de tal forma que, utilizando las herramientas de la vieja escuela comunicativa, recurren a titulares sensacionalistas e impactantes -generalmente falsos- que tendrán el éxito deseado y la más alta probabilidad de ser compartidos.
Son estos mismos algoritmos los que terminan sesgando la realidad de quien consume, ya que los usuarios tienden a seguir a otros usuarios que comparten sus mismas creencias y convicciones, reforzando la narrativa y validando lo publicado e ignorando a su vez la precisión y la veracidad de lo que comparten. Esto termina creando un ecosistema en donde a fuerza de repetición (retweets) las mentiras se vuelven verdades.
La mentira, como elemento intencional de la mala comunicación, es un grave problema. La manipulación deliberada de la información desde la esfera política, a través de campañas orquestadas y sustentadas por multiplicadores de mensajes denominados "bots", "trolls" o "influencers", y sumando cuentas apócrifas que son ejércitos de personal pago que tienen como objetivo llegar a todos de forma indiscriminada, buscan alterar la percepción de la realidad y así poder influir en las creencias políticas, alterando sus valores y prejuicios.
El daño que provoca la difusión indiscriminada de mentiras es muy dañino y de una profundidad inusitada. La exposición y los mensajes cargados de odio y de prejuicio horada la confianza en las instituciones y en los medios tradicionales. Así, el juicio de valor queda relegado al incesante bombardeo de información ilegítima y, como corolario, intensifica la polarización y divide, siendo un factor ineludible de la llamada grieta a la que estamos expuestos en las últimas décadas.
Pero no sólo es aquí en nuestra bendita tierra que odiamos amar, a nivel mundial y como ejemplo de esto, es lo que sucedió en el mundo en el año 2020 a consecuencia del Covid-19. Fue la pandemia que desnudó, según la posición de cada uno de sus gobernantes, el flujo constante de información contrapuesta. Lamentablemente, la exposición a la información falsa, a la mentira disfrazada de noticia, tiene consecuencias directas en las futuras decisiones individuales que tendrán su correlato en lo colectivo. Todo daño afecta de forma tangible la cotidianeidad social.
La fake news, o noticia falsa, tiene varios elementos que la componen, imágenes, artículos, títulos vistosos y sensacionalistas, contenido explícito, publicaciones pasadas que reformulan y potencian el discurso ideológico, etc. Es de rápida distribución, ya que con cargada intencionalidad apela a las emociones para generar una reacción impulsiva. Las fake news carecen de sustento real por falta de una fuente confiable o verificable. Centradas en la rapidez y el volumen informativo, terminamos siendo víctimas pasivas sin poder de reflexión o espíritu crítico, terminamos cayendo en la llamada infracomunicación, que es el exceso de información que genera la desinformación.
La gran proliferación de estas noticias falsas, que tienen como cultivo las redes sociales y se basan en los algoritmos, no hacen más que distorsionar la realidad y dividir a la sociedad. Es fundamental que las plataformas, los usuarios y los medios tradicionales de comunicación empiecen a dar una lucha positiva y aunada para promover la veracidad de los contenidos que se comparten a la velocidad de la luz.
De nosotros depende. No es bueno para nadie ser víctima, y a la vez victimario, de la distribución de una mentira inoculada por políticos inescrupulosos, o de intereses espurios que solo buscan el placer individual de conservar el status quo, sin importar los medios que se utilizan para tal fin. Por eso mismo, si nos remitimos a los hechos, la realidad nos demuestra que aquellos que utilizan X -o cualquier otra red social- para informarse pareciera que les dicen a sus celulares: ¡Por favor... Mentime que me gusta!"
(*) El título "¡Fake You!", estimado lector, es la conjunción -quizás antojadiza o arbitraria- de dos expresiones conocidas en inglés, fake news más fuck you, con las que quiero reflejar y dejar en claro mi estado de ánimo por lo que nos pasa con las noticia falsas o "mentiras negras": ¡Nos están jodiendo!