Una frase del presidente Javier Milei referida al periodismo lo define a este, a una parte de este, el periodismo, como “periodismo ensobrado”.
Una frase del presidente Javier Milei referida al periodismo lo define a este, a una parte de este, el periodismo, como “periodismo ensobrado”.
Hay una visible ignorancia sobre funciones y una muy clara intención en esta definición de Milei.
La acción que encierra el giro “periodismo ensobrado” puede indicarse como el caso del profesional que recibe un sobre manila con dinero y otros valores por decir algo que, sin ese “sobre”, acaso no diría o, la variante, lo diría de otro modo.
Es tan vago el juego de denuncia y victimización que tiene el tema que no se discute si es verdad o mentira lo dicho, sino que se encierra en que cuanto se dice tiene una razón: porque un sobre lo sugirió, obligó, pagó para que se dijese. La denuncia, con la victimización correspondiente, deja a quien se queja como víctima (si es víctima se presume inocente) en posición del reclamo por lo que, desde el punto del denunciante, debe entenderse como mentira. Un mecanismo de sobreentendidos, prejuicios e ignorancias difícil de desarticular.
Hay una configuración simbólica tan clara, como eso, como símbolo, que resulta extraño su desconocimiento. Mariano Moreno se apropia de un arma para una acción básica: difusión de sus ideas, defensa de las mismas. Va de suyo que es entre quienes leen. Más básico: defiende ideas que considera propias. Es una propuesta que se basa en defender, difundir una idea contra otra u otras. No es posible desconocer la parcialidad ferviente de Mariano Moreno. Consagrar por “La Gaceta” al periodismo y marcar el 7 de junio como El Día del Periodista es asumir esa militancia de Moreno. No es periodismo libre, que podría entenderse como un oxímoron, es difusión de unas ideas.
Hay una excepción. Sólo un juego permitido: en algunos sitios determinadas ideas están prohibidas y difundirlas es una tarea de lucha militante para que se conozcan. Es así. Se trata de plantear unas ideas contra otras. Una derivación, que se vuelve conjuro, es la existencia de los periódicos anteriores de Argentina Colonia; antes de 1810 en Buenos Aires existían para avisos de compras, ventas, arribos de mercaderías. Existía el aviso clasificado, antes que la noticia porque… el aviso clasificado es una noticia.
Derivación: en el Siglo XX, tuve a mi cargo, ocasionalmente, la Dirección Creativa de la Agencia de Publicidad que promovía la venta del diario La Capital de Rosario, que por muchos años tuvo su tapa consagrada a los avisos clasificados, ¿se entiende? Resueltos algunos cambios esta sección (“Avisos Clasificados”) era muy rentable y para sostenerla resolví su defensa con un eslogan: Clasificados, la página viva de la ciudad.
Siempre supe que estaba jerarquizando a los avisos como noticias y deberíamos aceptar esta discusión revisando la razón de Mercado Libre (y otras plataformas similares) y su éxito comercial. Interesa la compra y venta, es una parte muy viva, muy dinámica de la sociedad. Por lo demás da una idea de cada sociedad saber qué cosa se compra y qué cosa se vende. Milei debe tener información de este rubro: comprar y vender. El mundo, bien viviseccionado, se compone de compradores y vendedores.
Milei entiende estas cosas, pero también entiende que hay una cuestión animal, la del hombre masa (como Erich Fromm decía) que grita “referí bombero”, “el V.A.R está comprado”, “merecíamos ganar y nos robaron el partido”. Ejem. Muchos creemos que nos robaron el partido. ¿Por qué no aceptar que el periodismo recibe sobres con dinero por decir ciertas cosas y, es obvio: callar otras? El paso siguiente es decir que miente. Ya NK sostuvo su frase que hasta fue ring tone: “Clarín miente”. Sobre este inconciente colectivo trabaja la denuncia pública de Milei. Tiene intenciones. Malas intenciones. Sostengamos un punto: no es casual ni espontánea.
El periódico “Propósitos”, de Leónidas Barletta, salía cuando reunía el dinero para la imprenta. No me avergüenza confesar: lo esperaba ilusionado. Diría cosas que los otros no decían. No era independiente, trataba de ser libre de los avisos que condicionan y para eso necesitaba reunir el dinero.
Propósitos, liberado de unas cosas, aparecía con la atadura en otras. Me mostraba una pequeña ventanita diferente. Propósitos era libre de los costos que hacen a la compra-venta de un medio, menos de una, una condicionante que era su bandera: defendía una posición, estaba atado a sus ideas. Nadie era independiente, ni siquiera El Teatro del Pueblo, el más importante amor de Barleta, como también de Pedro Asquini y Alejandra Boero. Sirva como argumento universal, porque el teatro tampoco es independiente, se aferra a su madero y evita la muerte de sus ideas de tal modo: flotando contra la corriente. Milei, con toda seguridad, diría que Leónidas Barletta era un periodista ensobrado, porque los antecedentes indicarían que no aprobaría ni los dichos ni los hechos del Señor Presidente. Allí esta el virus que se vuelve peste, endemia, tal vez pandemia. Acusar para dividir y malversar. El que piensa diferente molesta; está ensobrado.
En esta contemporaneidad, donde las redes se vuelven una anomalía universal, consiguen el perdón y son, realmente, un medio de comunicación inclasificable todavía, las cosas se vuelven más sombrías. En el vertedero en que existen, tan difícil de calificar, pero claramente potente, está Milei actuando, interactuando y nada puede decir de un sitio donde juega como quiere con adhesiones cruzadas, frases que asombran a la moral, el lenguaje y el protocolo del Siglo XX y definen: el Siglo XXI tiene un lenguaje, un comportamiento diferente.
¿No hay ensobrados en las redes? ¿Hablaremos de tuiteros ensobrados junto a periodistas ensobrados? ¿El mundo de las redes es casto y puro y los medios tradicionales no?
Dos de los más fenomenales críticos del primer peronismo (1945/6 a 1955) fueron Pepe Arias y Niní Marshall. No la pasaron bien. Usaban su sitio para difundir sus ideas dentro de su trabajo. Se les hizo durísimo vivir. A Enrique Santos Discépolo también, pero del otro lado. Discepolín murió pronto.
Hace pocos días Luis Novaresio, en La Nacion+, asediaba, con enojo, visible enojo, a una dirigente piquetera, de apellido Plá. Tanto era el asedio del colega que la entrevistada (estaba presente en un móvil callejero conectado al estudio central) dejó el auricular que le habían colocado y se volvió al piquete. Novaresio ejercía su derecho a preguntar desde su posición política, fervorosamente explicitada, la dirigente también era explícita. Ambos podrían calificarse como “ensobrados” pero no es así, ni hace falta, ya que ambos defendían ideas y el diálogo se tornaba imposible porque ninguno escuchaba al otro. Había enojo. El plantón fue la consecuencia. No es lo mejor en ningún caso, algo debe reconocerse con el ejemplo: ese es el comportamiento usual. Ambos se inscriben en el estilo Milei
Llevando las cosas donde corresponde, al extremo, Milei actúa tal y como si fuese un ensobrado que no escucha ni tolera. Milei también hubiese preguntado desde un sitio absolutamente militante, que eso era Novaresio en el momento indicado… o se habría enojado como la Señora Plá, también en su sitio militante.
Siempre se puede estar peor. Milei /Villarruel es la fórmula indivisa que se votó. Yo no voté a Karina, Pettovello, Cúneo Libarona, Caputo (dos) Sturzenegger y Adorni (hay más firmas). Nadie los votó. Queda un ruego: que ellos no hablen de periodistas ensobrados.
En cuanto a qué periodistas escucho, veo o leo según qué dicen, busco, toda vez que puedo, a Ariel Tarico en las imitaciones que hace entre 19.45 a 20.30 por TN, porque es el mejor periodista político de estos tiempos. Además con una visible particularidad: no está ensobrado, está maquillado y eso es un alivio.