Por Ana María Cecchini de Dallo (*)
Por Ana María Cecchini de Dallo (*)
El Archivo General de la provincia y la casa del brigadier general Estanislao López han compartido su vida durante casi 70 años. Cada uno de ellos constituye en sí mismo un bien patrimonial de alto valor para la historia provincial y nacional.
Los contenidos del Archivo se remontan al origen de la ciudad. Su primer documento es un fragmento del acta que firmó Juan de Garay en 1573 al momento de fundar la ciudad. A partir de allí, casi 250 años de documentos coloniales -tanto aquellos que expresan las tramitaciones de orden público como los que refieren a transacciones y traslaciones de bienes privados-, fueron preservados con aceptable integridad hasta el presente. Así lo establecían las normas de la Corona, que disponían que hubiera un funcionario responsable de su guarda en una caja especial con llave. Y así se cumplió hasta nuestros días.
La cultura archivística sustentada por las Leyes de Indias y afianzadas por la práctica de aquéllas de manera consuetudinaria, posibilitó que luego de la ruptura con España, habiéndose declarado Santa Fe provincia autónoma, organizara los documentos de su desarrollo institucional, de las relaciones con las otras provincias del Río de la Plata, de las alianzas y enfrentamientos con sus posteriores acuerdos, del proceso de ocupación efectiva del territorio mediante colonias y pueblos y de los cambios productivos operados y en consecuencia fueron perfectamente conservados, e incluso, a finales del siglo XIX, encuadernados por series de gobierno.
Historia de un archivo histórico
En 1921 -durante la gobernación de Mosca-, se decidió crear la Biblioteca y Archivo Histórico del gobierno, designándose a Félix Barreto para conducirlo. Él comenzó con la recolección de los fondos dispersos, tarea acompañada por una incipiente labor de divulgación y ediciones documentales.
En 1947 vincularon sus vidas la antigua casona en la que viviera Estanislao López hasta su muerte -y posteriormente su familia - y el Archivo. Lo hicieron en un edificio que recientemente había sido declarado Monumento Histórico Nacional. Esa relación fue de beneficios mutuos. El Archivo cuidaba de la casa, y la casa le brindaba un ámbito de funcionamiento expectable, enriquecido por los valores históricos y arquitectónicos de la casa.
En los 60 la Ley Nº 5.516 definió su competencia y le dio el carácter de Archivo General, con facultades para ejercer las funciones rectoras documentales en toda la administración pública perteneciente al Poder Ejecutivo Provincial. Al mismo tiempo, la ley le asignó la condición de ente asesor del Poder Ejecutivo en cuestiones vinculadas con monumentos y recordaciones históricas. En lo técnico, dará comienzo una intensa labor descriptiva de los fondos existentes. En ese trabajo altamente valioso, el entonces director, historiador y docente, Andrés Roverano (1969-1979) asumirá personalmente la descripción del archivo capitular. La continuidad de la gestión directiva se dará con Catalina Pistone (1980-1990), también historiadora, quien al asumir contó con un grupo de profesionales de Historia, ingresadas al organismo mediante concurso, y que -a su formación universitaria en Historia-, le agregaban una impronta vocacional para su trabajo en el archivo.
El Archivo General se integró desde esos años en dos áreas: el tradicional Archivo Histórico y el Archivo Intermedio.
Los lineamientos de trabajo llevaron al rescate de archivos de origen privado, publicaciones periódicas o diarias y fotografías. La profesionalización tendrá continuidad mediante el acceso del personal a cursos y pasantías en el país y el exterior. También se creó un sistema provincial de archivos que tenía al Archivo General como columna vertebral y posibilitaba extender los beneficios técnicos a los archivos de los otros poderes e instituciones, municipales o privados, que manifestaran su voluntad de adherir.
El tiempo de la modernización
Durante la conducción de quien suscribe esta nota, se atendió a la recuperación de los archivos de interés para las causas de derechos humanos, marcando un rumbo de avanzada en la Argentina, con el cual lideró legal y tecnológicamente a los archivos provinciales argentinos, realidad que también ha sido reconocida en el exterior.
Se atendieron el paradigma tecnológico y la globalización de cara al uso del recurso informático para una mayor democratización del conocimiento. El Archivo General de la Provincia se propuso participar de esa cultura. En 1988 se incorporó una base informatizada que años más tarde fue convertida al formato de la Internet. De modo paralelo se desarrollaban tareas de divulgación y capacitación que contribuyeran a un mejor servicio del archivo tales como las Jornadas de Archiveros, iniciadas en 1979 y que continúan. En los 90 el Archivo tuvo disponible su página web, que ofrecía legislación, boletines, información relacionada con sus actividades y la guía del investigador, entre otros materiales de consulta.
Además, se establecieron convenios con el Ministerio de Educación y Cultura de España que ofrecía fondos en euros destinados a desarrollar dos bases fundamentales: el Censo Guía de los Archivos Iberoamericanos y las Guías Fuentes para la historia de Iberoamérica.
También se aprovechó una vertiente de financiamiento nacional de proyectos, el Consejo Federal de Inversiones (CFI), organismo que siempre receptó los innovadores proyectos del Banco de Imágenes Florián Paucke (20.600 imágenes), la Hemeroteca Digital Francisco de Paula Castañeda (diarios Santa Fe, El Orden y El Litoral, hasta 1970), los Padrones Nominativos y el Censo Provincial de 1887, así como la colección de decretos dictados entre 1955 y 1995.
Para administrar muchos de estos fondos se contó con el invalorable apoyo de la Asociación de Amigos del Archivo, que lo viene acompañando desde 1980. En muchas oportunidades, esta asociación permitió canalizar subsidios para, por ejemplo, realizar arreglos en la histórica casa del brigadier López.
Los desafíos del futuro
La presencia de especialistas en Historia queda más que justificada con la historia relatada. Hoy, el Archivo es conducido por técnicos archivistas que han ganado espacios en la estructura del organismo mediante concursos. Ellos deberán sortear el desafío de interpretar los interrogantes que la historia plantea en cada tiempo, tanto para encarar innovaciones como para cumplir las múltiples funciones patrimoniales que la ley le asigna al organismo.
En cuanto a la relación entre la casa del brigadier y el Archivo, resulta obvio que la realidad la destruyó sin piedad. Hoy se le debe encontrar un nuevo destino a la casona, que ponga el acento, tal vez, en sus nexos con las raíces más sólidas del federalismo argentino. Por su parte, el Archivo General, cuyo Archivo Intermedio tiene un sitio que cuenta con los requerimientos técnicos, demanda -para su dirección y archivo histórico-, un lugar que conserve la condición de expectabilidad que la casona tenía, debiéndose pensar a ese fin en una ubicación dentro del área fundacional, con una estructura técnicamente actualizada en un edificio noble y bello. La provincia se lo debe.
(*) Ex directora del Archivo General de la Provincia de Santa Fe.