Por Lilián Costamagna
Por Lilián Costamagna
A Silvia del Curto la conocí durante mi trayecto educativo en el Comercial de San Jerónimo Norte. Era la profesora de Inglés, jovencísima e inteligente, que nos sonreía con sus ojitos verdes, a la vez que nos instruía en el aprendizaje de la lengua. De ella no sólo aprendimos la estructura del idioma y su lenguaje, sino que también dejó huellas en todos los adolescentes de la escuela. La admiramos y aprehendimos valores que no se borran y que, por el contrario, se afirman a medida que transcurren nuestras vidas.
Junto a la profe de Lengua, María Clara Gaziano, fueron puntales en la formación como personas adultas. Nuestros caminos tomaron rumbos diferentes, como es lógico, pero las letras propiciaron el reencuentro afable, muchos años después. Porque ella es escritora de bellísima y sagaz narrativa, que disfruto tanto al leerla, de atrevida y aguda observación de la realidad.
No quiero alejarme de mis reflexiones, sin antes decir quién es Silvia del Curto. Nació en la ciudad de Santa Fe y actualmente reside en San José del Rincón, entre aromitos y arenales, sitio que ama y donde dirige su propio instituto de inglés. Su vida profesional fue fortaleciéndose desde que viajó por primera vez a Inglaterra, experiencia que repitió en otras dos oportunidades. Allí realizó cursos relacionados con la actividad pedagógica, pero también -obedeciendo a su amor por las letras- sobre teatro shakespeariano, los poetas románticos y la Inglaterra de Charles Dickens, entre otros temas.
En uno de sus viajes permaneció seis meses en el lugar, beneficiada por la beca otorgada por el Consejo Británico para profesores de inglés, como lengua extranjera, más cursos de Psicolingüística y Sociolingüística. ¿Se imaginan cuánto de tantos aprendizajes nos brindó? Digna de admiración y respeto, para imitar, cuando el mundo se abre ante nuestros ojos, a través de la lectura y los viajes… ¿por qué no?
El placer de escribir viene de lejos, dice Silvia, que proviene de una familia de artistas, como la gran concertista Perla del Curto, su hermana. Desde hace algunos años integra el grupo literario "La Puerta Verde", que publicó una antología con relatos de Silvia. ¿De dónde viene ese nombre? Le pregunto. "De un cuento de Wells", me aclara. "Abrir la puerta, transponer el muro y entrar en un mundo donde todo es posible: la fantasía, la imaginación y la palabra… la palabra construye, recrea y nos transporta a otros universos", expresa la profesora María Clara Gaziano en la contratapa de la antología.
Silvia recibió varios premios y fue finalista en diversos certámenes de literatura infantil. Entre esas distinciones se destacan un primer premio otorgado por el Inadi y haber sido seleccionada como finalista en el Concurso Internacional Karma 8, además del primer premio en el Concurso Nacional Jorge Bruno, que fue organizado por la revista Tercer Milenium de Cultura. Además, en 2020 incursionó en dos publicaciones autogestivas, "Nacimiento" y "De boca en boca".
Como amante de la literatura, me doy el gusto de comentar algunas de sus producciones. Con un estilo mesurado, con un lenguaje coloquial apropiado a los ambientes espacio-temporales que explora, la narrativa de Silvia nos lleva a interpelarnos sobre diferentes temáticas, con tonos y texturas distintas en cada ocasión. Su libro "Nacimiento", transmite un doble mensaje: el nacimiento de la madurez como escritora y la maravilla de asistir al nacimiento de una flor, como la vida misma, en el cuento que lleva su nombre. Con delicada prosa poética, da cuenta de la exaltación de la belleza y el asombro en la contemplación.
Hábil en el manejo de los recursos literarios es capaz de ofrecernos sutiles descripciones para ralentizar la acción, diálogos fluidos, para agilizar las tramas, así como el empleo de diferentes puntos de vista del narrador, personificaciones en la voz de seres inanimados o de especie diferente al humano, y un eficaz manejo del tiempo psicológico, sin desmedro de la linealidad temporal.
Respecto de los mensajes, muy variados por cierto, no faltan ni el humor ni la crítica social, ni la creación de cuentos realistas, fantásticos, otros con estilo epistolar, hasta el ensayo ("Creer para ver"), donde escudriña los valores o disvalores de un líder, o el amor que se arma en base a los deseos y luego, las decepciones. Algunos cuentos son inclasificables, en las fronteras de los géneros clásicos.
Todo ello nos habla de una escritora madura, digna de ser valorada por los lectores que se acercan a vislumbrar la intriga en relatos redondos y sorpresivos con estructura clásica, como "El peso de la justicia" o "La espera", "La llamada", "Espejismo". Silvia escribe y aborda temáticas variadísimas, que van desde el oficio de escritor, la creación literaria, la falta de inspiración y la identificación escritor-lector, como en "Personaje", "Ausencia de fuego", "Sopa de letras", pasando por la memoria y los recuerdos de la niñez ("El patio de mi casa")
La búsqueda de la libertad ("El búho"), los prejuicios, los mandatos, los legados, la pregunta sobre el destino y la toma de decisiones, a veces acertadas, otras equivocadas y sus consecuencias, como en "Rueda que rueda". El amor, tema universal abordado con un sesgo particular, como las rutinas en la pareja, la necesidad de una mujer, de sentirse plena y apetecible aún siendo mayor ("Sueños de mujer"), el amor no correspondido, el amor filial y maternal, los remordimientos, las tradiciones, la paz ("El búho").
Otros ítems como las peripecias económicas para sobrevivir, las pérdidas, la sumisión de la mujer ante personalidades que la desmerecen y socavan, los desaparecidos ("Nunca dijo nada"), angustia, soledad, abandono ("Des-tiempo") y la pobreza, la contradicción entre el ser y el parecer ("Las prudentes comadronas"), la monotonía en trabajos de oficina y la burocracia, otro yo ("Quela"), la memoria y lo que queda después de la muerte ("Rastros en la arena").
Queridos lectores, los invito a entrar en el mundo literario de Silvia. Ustedes seguramente encontrarán otras perlitas, cuyos detalles no he podido abarcar en estas breves consideraciones. "Libros para ser libres" está en el logo de "Letras barilochenses", que integro.