Viernes 9.6.2023
/Última actualización 4:53
"Hola Bigote Acosta". Así comienza una nota recibida en mi correo. Alguna vez entregué, voluntariamente, mi dirección al Grupo Fontevecchia y, por lo tanto, recibo sus correspondencias promocionales. No molestan. No estoy suscripto a ninguna publicación, construido con vigas siglo XX, pagar no es lo mismo que leer sin costo al bolsillo, solo a la propia mirada que debe, en muchos casos, angostarse y pasar por el desfiladero que proponen.
El costo de leer y traducir el entre líneas, el intertexto, el "profundo" sentido de cuanto se dice y cuanto se omite, es un delicioso trabajo que acepto, porque pertenezco al café, no al diván ("en tus mesas que nunca preguntan") y leer es estar vivo. Recibo un mensaje de Fontevecchia, seguramente nieto de aquel Fontevecchia linotipista e imprentero, un personaje que, con un espíritu de inmigrante y emprendedor creció y creció, hasta finalmente llegar a esto que representa su conglomerado siglo XXI.
Mi corazón nostalgioso evoca a Aldo Washington Jackson y a Bernardo Neustad, juntando peso tras peso para la revista Racing, que imprimía aquella "imprenta de obra". Allí se planta la nostalgia que, se sabe, es un barco que no tiene puerto donde recalar (Chico Buarque).
No le guardaba rencor "el Aldito", ya en revista Así, a aquel socio capitalista (Neustadt) de la revista Racing que lo dejó en una curva y decía "qué viejo ese tano, qué viejo, cómo entendía del negocio… sabía hasta donde fiar". El viejo era Fontevecchia. Dos cuestiones me llegan, de modo diferente, a la lectura. La primera la firma el nieto de aquel linotipista, la otra es de un "progresista" al que ya no invitan tanto a los paneles televisivos
El mundo que lee no es el que veo
"Estamos frente a un momento crítico para nuestro país, en un momento de crisis, inestabilidad e impredecibilidad. La velocidad con la que cambia la situación actual es difícil de comprender, y nos obliga a estar cada vez más atentos a una mayor cantidad de detalles y factores". Así comienza el análisis/aviso de venta. Gracias por recordar, a veces la distracción del tráfico impide ciertas cosas…un desatento a detalles y factores es un atento a otras cuestiones.
El remitente sigue: "Lo que hace unos años parecía que era una especie de estabilidad entre dos grandes coaliciones, hoy llamadas Juntos por el Cambio y el Frente de Todos, ha sufrido la irrupción de un 'outsider', Javier Milei, que interpreta la realidad de otra manera, lo cual se ve reflejado en su comunicación".
Analicemos lo escrito. Caramba, es toda una definición que, por ver la realidad de otra manera, esa mirada diferente se refleja en su comunicación. Sufrir. Outsider. "La realidad de otra manera". Che, qué cosa es la realidad, en cuál de ellas nos paramos, dónde se para el remitente para definir a Milei como lo hace. Repito: sufrir y "outsider". Sin dudas, el que participa… pertenece.
"Milei, una especie de revolucionario de derecha, se comunica directamente con quienes dicen que lo van a votar. Más allá de que cita la teoría económica austríaca y muchas veces plantea debates académicos que no forman parte de la coyuntura actual de la Argentina, es el único pre-candidato que realmente le habla al público".
Pregunta necesaria: ¿Quién es "el público"? No hay modo de saberlo. Tal vez hay un propio juego de algoritmos que le indican al remitente (acaso conectado con el propio Milei), que el taxista que tomé ayer, el médico que me ausculta hoy, también un hijo con comercio a la calle en el centro de Rosario, están en tal batea infinita donde todo se sabe, aun quiénes votarán a Milei, un invento mediático que se fue a las redes, eso es cierto. Invitaría a reflexionar este asunto: invento de los MdeC que se les fue a las redes y adiós.
"Se nota que tanto Juntos por el Cambio como el Frente de Todos no han sabido, o no han querido, conectar directamente con su gente. En cierto sentido esa había sido una de las claves de sus respectivos éxitos como cuando la juventud acompañaba a Cristina y el kirchnerismo, o como cuando hubo entusiasmo entre gente joven por la política que buscaba terminar con el kirchnerismo y apoyó a Mauricio Macri".
El remitente lo asegura. Bueno. Es concluyente. De poder advertirle le diría que no sea tan pero tan concluyente. ¿Qué juventud? ¿De qué sitio? Nada es absoluto.
"Es por eso que hoy no sabemos lo que va a pasar en el corto plazo. Todavía no tenemos en claro cuál es el panorama para las PASO, aunque parecería que se viene un triple empate. ¿Es realmente así, o Milei se quedará corto? ¿Puede quedar tercero el Frente de Todos como fuerza política? ¿Podrá Horacio Rodríguez Larreta detener el auge de Patricia Bullrich?"
A punto para el "To Be Continued" se trata, finalmente, de una venta de producto, venta que realiza el propietario. El remitente concluye: "Para tratar de entender la complejidad del momento es fundamental mantener una postura crítica y escéptica. La grieta genera polución ideológica que no permite el pensamiento desapasionado. Es por eso que entendemos que el periodismo independiente y contra-cíclico que nos enorgullece de Perfil es indispensable para poder pensar. Sumate. Agustino Fontevecchia, Director Digital y vicepresidente de Editorial Perfil". (¿"Polución ideológica"?… cheeee).
Afirmo, sin dudar: el mundo que lee Fontevecchia no es el que veo. La misma realidad. Distinta atalaya y advierto: leo a algunos de sus colaboradores. De lo que se trata, a como dé lugar, es del pensamiento nacional y cómo se manifiesta.
El mundo que leyó no es el que se ve
En el diario Vanguardia Socialista, un panelista al que se extraña, no tanto por sus verdades como por la contundencia de sus afirmaciones, escribió sobre un mundo que se fue y sobre el que reflexiona los que denomina "Desafíos para la izquierda democrática: nuevos problemas, antiguos valores".
La nota está datada el 27 de mayo, la firma Alejandro Katz, quien señala lo siguiente: "La izquierda democrática parece desconcertada, en retirada de la primera línea de la batalla política, pero también de la disputa de ideas y, consecuentemente, de la atención de la ciudadanía". Así plantea Katz al socialismo que, y esto es cronología, viene desde el fondo del siglo XIX, al menos eso.
El socialismo, más allá de la pobre entereza que poseen en mis pagos (Rosario, provincia de Santa Fe, único lugar donde fueron gobierno comarcal en Argentina), aliado hoy de modo directo con un proyecto capitalista de derechas (varias derechas) sin el menor rubor, agoniza buscando una sobrevida burocrática. Un carguito, por favor un carguito…
Katz prosigue, tal como si analizase esta realidad comarcal: "La contestación se ha refugiado en rincones identitarios, ha emigrado hacia reivindicaciones ambientalistas o se ha asociado con líderes autoritarios. Ha perdido a la vez la capacidad de desafiar el orden presente y de imaginar un futuro posible".
"Conocemos muchas de las razones que explican esta deriva: la fragmentación de la sociedad, la tribalización impulsada por las redes, la creciente pérdida de control sobre el destino común de sociedades cuyos estados se han fragilizado en la globalización, la crisis de la representación (…) La lista sigue, y hay quienes agregan en ella la desigualdad que no ha cesado de aumentar desde la década del 80 del siglo pasado, aunque este es un añadido curioso, ya que la desigualdad debería ser un argumento con el que explicar una influencia creciente de los discursos y la presencia de la izquierda democrática, no su repliegue".
Finalmente, por contractualismo ausente llega al Mesías. A Milei. Por allí va la cosa. Conocido es que, para Milei, el socialismo es todo el radicalismo y buena parte de cualquier pensamiento estatizante y/o estatizado, y no está lejos de un punto de quiebre. Estado y sociedad. ¿Dónde se planta el socialismo? ¿Qué culpa reconoce en esta sociedad pos peste?
Katz oferta una confesión del pecado que, si el peronismo tuviese pensadores, debería analizar para saber qué le toca en las alícuotas de la culpa de ejercer el poder del Estado y fracasar:
"La pregunta es, entonces, acerca de las razones del reflujo, de las dificultades que las diversas tradiciones socialistas están mostrando para desempeñar un rol protagónico en momentos en que las sociedades más lo requieren. (…) En primer término, una constatación: los valores de la izquierda democrática, los que han impulsado a hombres y mujeres desde hace un siglo y medio, la libertad, la igualdad, la solidaridad, están inscritos en la larga historia de nuestra civilización".
"Pero nuestras ideas políticas tienen la marca de un tiempo ya ido, el tiempo que, iniciado en el cruce de las revoluciones francesa y norteamericana y de la revolución industrial, le dio las categorías a nuestro lenguaje y las formas a nuestra imaginación desde finales del XVIII y principios del XIX".
" Indudablemente, es muy difícil cambiar de lenguaje (…) Más difícil aun es cambiar el lenguaje que hace a la identidad de un movimiento político, construido en torno de ciertas palabras que expresan valores e ideas compartidas por elección, no por herencia".
Por Agostino Fontevecchia o por Alejandro Katz llegamos a un sitio donde confluyen dos frases vulgarizadas pero reales. Sobrevivimos a La Peste. El principio vital es la incertidumbre (es una constante) y la segunda constancia es que los pensadores confiesan la convicción socrática: saber que nada se sabe. Agreguemos: ha desaparecido el pensamiento nacional. O, mejor dicho: territorial
Vender suscripciones para conocer la coyuntura o confesar que el socialismo se quedó sin respuestas (¿Ganó el capitalismo?) a las preguntas del siglo XXI es un buen objetivo para este mes en el que se autoconvoca, el periodismo, a un festejo el día 7 de junio. Algo es algo, pero… periodismo también es pensamiento en tránsito. Tal vez ausente. Tal vez.