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SANDRA ROMAGNOLI
"Le solicito al señor intendente y a los propietarios de los colectivos de las líneas urbanas de esta ciudad, que arbitren los medios para que funcionen de nuevo los acondicionadores de aire en los coches, o en su defecto que coloquen cortinas en las ventanas, ya que es imposible viajar con el sol encima todo el día. Es un infierno. El diseño de los micros con ventanas de vidrio enormes fue para usar con aire acondicionado, los cuales no funcionan. Los pasajeros y los choferes viajamos sofocados y todos transpirados porque el sol entra siempre. Muchas gracias por el espacio".
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FANNY CASTRO
"Quiero decirles que en pocos países se cobra tan mal el agua como en el nuestro. Acá se tiene en cuenta la superficie del terreno de la casa y no la cantidad de personas que viven en ella. Yo vivo sola en un departamento interno, con 1 pequeño patio de mosaicos (no hay césped para regar). En los departamentos que siguen, viven, en uno, cuatro personas, y en el último que es el que más superficie (porque como es el último toma también la superficie del pasillo) habitan 7 personas (adultos y niños). Hay que contar por persona: el agua que toma, el de las duchas y las descargas del inodoro. ¿Es lógico que paguemos todos lo mismo? ¿No debería tenerse en cuenta también los resultados del censo habitacional? En nuestro caso, no se pudo poner medidor porque desde la calle entra un solo caño de agua. Cuando llegan las boletas de pago, yo enloquezco".
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LLEGAN CARTAS
PEDRO ZUKAS
"De vez en cuando la vida, toma conmigo café", y acá estamos. La vida se sienta frente a mí, me invita a agradecer, a recordar, a sentir que hice bien las cosas. Cuando se refieren a mí como profesional bioquímico, suelen utilizar palabras que me avergüenzan por generosas. Aun así, las acepto, como se aceptan los abrazos cálidos que nos reconfortan y nos invitan a seguir adelante, aunque me provoquen pudor.
La vida ha sido muy generosa conmigo, yo me esforcé y estuve a la altura. He dado lo mejor de mí, y lo que tenía para dar, lo compartí. Nunca sabré si fue suficiente, Dios me juzgará con Su amor misericordioso.
Llegué a Santa Fe, y aquí encontré lo que aún no sabía que buscaba. La facultad, los amigos del Colegio Mayor Universitario, hermanos de la Vida, los curas que me formaron en la fe y el pensamiento, pero sobre todo, encontré mi camino. Supe que en la bioquímica estaban las respuestas. Los docentes de la facultad, las discusiones en el Aula 5 de la FIQ, compañeros del Ateneo universitario me marcaron con su impronta el compañerismo, la importancia de la aceptación del otro a partir de las diferencias de criterios e ideas.
Los paradigmas han ido cambiando. Nacen, crecen y mueren a manos de otro paradigma que ofrece respuestas a nuevas preguntas formuladas por la ciencia. En esa nueva respuesta a la curiosidad, al interés por saber y conocer en profundidad aquello que es casi invisible a nuestros ojos, encontré mi querer hacer. Mi hacer profesional como bioquímico. El microscopio abrió mis ojos a una forma de vida distinta, única para cada ser.
Las posibilidades fueron presentándose. Un día, el Dr. Jorge Tiscornia buscaba un bioquímico para poner en ejecución el primer riñón artificial. Allá fui a Buenos Aires, para aprender, para estudiar. Lo hicimos juntos. El pionero de la diálisis en Santa Fe, mi amigo, lo logró. Junto con la diálisis, de la mano llegan los trasplantes renales. Otra vez viajar, estudiar, descubrir una nueva forma de dar vida, describir el HLA, y presenciar el acto de amor más grande, decir SÍ A LA VIDA, donando los órganos de un ser querido después de muerto.
El ser humano visto en todo su esplendor fue el regalo más maravilloso que pude recibir. Madres y padres, donando los órganos de su hijo fallecido, es el más perfecto testimonio de altruismo y trascendencia. Estudiar donantes vivos, padres con sus hijos, tíos y sobrinos, hermanos entre sí, abuelos con nietos, todos dispuestos a donar carne de su carne para mejorar la calidad de vida o salvar la vida del receptor.
A los colegas de esos muchos años, mi especial agradecimiento y cariño sincero. Menciono entre ellos a María Inés García, Mercedes de Zan, Esteban Rosso. Destaco, en particular, a Micaela Gesuelli, cuya calidad humana, empatía, misericordia y talento profesional me acompañaron en un momento muy especial.
De la mano de esa especialidad bioquímica, la perfecta histocompatibilidad, nacen el Cudaio y Donar. El Cudaio junto con el Dr. Juan Carlos López Candioti, y el primer equipo de profesionales, brindó el marco legal e institucional, bajo la órbita del Incucai, para que se pudieran realizar ablaciones e implantes en la provincia de Santa Fe.
Desde Donar, la labor fue docente. Nuestra meta, para quienes conformamos Donar, a través de sus más de veinte años de vida, era llegar a todos los sitios posibles. Nos sentíamos mensajeros de la Vida, no es megalomanía. Nuestro mensaje era claro: donar es amar hasta el extremo.
Gracias a todos quienes se hicieron eco y pusieron en acto el amor al prójimo. Mención especial dedicada con gran cariño a Mariela Assat, de la ciudad de Esperanza, querida amiga quien junto a su familia y grupo de amigos, contagia entusiasmo y convicción.
En el Hospital Cullen, mi segunda casa por muchos años, frente a una tragedia vial, se evidencia la necesidad de contar con unidades de sangre para transfundir. Creamos el Banco de Sangre del Hospital Cullen, hoy en funcionamiento. Mi recuerdo para un gran amigo, Luis Infante, quien se desempeñó con enorme dedicación, amor por su trabajo y responsabilidad profesional.
Allí mismo, dicté la cátedra Prácticas Finales, una página muy feliz de mi vida. Hoy cuando me cruzo con mis colegas, ayer alumnos, nos reímos evocando aquella época. Trabajábamos durante horas con las muestras de los pacientes internados, podíamos acompañar a los médicos cuando hacían sus rondas, todo era aprendizaje, entre todos nos hicimos mejores. Los enfermeros con su paciencia y don de gentes, nos enseñaron lo que necesitábamos saber.
El orden no es cronológico, así fue surgiendo. ¡La intención es decir ¡Gracias! a todos con cuantos me he cruzado en mi camino como profesional y como persona.
En alguna esquina, nos veremos nuevamente. Yo en mi rol de jubilado, suena tan raro, ustedes en el rol de mis amigos.
Andrea, mi esposa, ¿cómo se dice gracias a quién es mi compañera y mi fe? Quizá se exprese con el lenguaje simple del corazón: gracias por estrenar juntos la felicidad de cada nuevo día.
Gracias, gracias, gracias.