Elsa Llenderrozas, Politóloga y Directora de Ciencia Política de la UBA, reflexiona sobre el vínculo con Donald Trump y el doble impacto del rechazo a políticas de género y de cambio climático. Mientras, advierte: "Los mecanismos de integración regional ya estaban paralizados antes del gobierno de Milei".
Desde mediados de noviembre, Javier Milei tuvo una semana de fuerte exposición en la escena internacional. Arrancó en Florida, invitado por el flamante presidente Donald Trump para participar de la Conferencia de Acción Política Conservadora; siguió el domingo 17 con la presencia, ya en suelo argentino, del líder francés Emmanuel Macron; siguió en Río de Janeiro donde concurrió a las dos jornadas de la cumbre del G20 y culminó, de regreso a nuestro país, con una bilateral y conferencia de prensa conjunta con la premier italiana Georgia Meloni.
Tercer encuentro. Esta vez fue Milei el anfitrión de la premier italiana Georgia Meloni. Ya se habían encontrado dos veces en el país europeo. Hubo conferencia de prensa conjunta.
Una perfomance intensa que lo subió a los titulares de los diarios nacionales pero también de otros medios, más allá de nuestras fronteras: durante el cónclave en Brasil la Argentina fue noticia como el único país que no firmaría la Alianza Global contra el hambre y la pobreza, iniciativa a la que finalmente adhirió. También lo fue cuando decidió retirar a la delegación que participaba de la cumbre del clima COP 29 y cuando votó, en soledad y en la ONU, contra resoluciones que condenaban la violencia digital contra mujeres y niñas, por un lado, y reconocían derechos de los pueblos indígenas, por el otro. Y todo pasó en noviembre.
Sobre este y otros giros en el discurso y la política internacional de la actual gestión, El Litoral dialogó, vía correo electrónico, con Elsa Llenderrozas, Politóloga. Directora de Ciencia Política de la UBA y docente de Ciencia Política en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL.
- ¿Cómo se explica el cambio de rumbo respecto de la relación con China y de "no negociar con comunistas" a tener una bilateral con Xi Jinping en el marco de la cumbre del G20? ¿Fue una decisión obligada por las circunstancias, necesidad de no quedar aislado o convicción?
- Sin duda se trata de un giro más bien pragmático del presidente. Lo hizo más bien obligado por la vulnerabilidad financiera de nuestro país y la necesidad que tuvo en su momento de acordar, antes del vencimiento de unos 5000 millones de dólares del swap chino. No es convicción sino necesidad. El resto es tratar de ampliar nuestras exportaciones al mercado chino, teniendo en cuenta que tenemos un déficit comercial con ese país que es significativo.
Impensada pero necesaria. La bilateral de Milei con el líder de China Xi Jinping muestra un giro pragmático del presidente argentino.
- ¿Qué margen tiene el presidente argentino para sostener sus opiniones radicales respecto de cambio climático, agenda de género y otros postulados de la Agenda 2030 en un contexto internacional que va en otra dirección? En ese sentido, ¿qué efectos puede tener para el país ese rechazo?
- Tiene un doble impacto, por un lado nos aísla del resto de los países en términos de cooperación internacional y agendas comunes. Por otro lado, es totalmente incongruente en términos de objetivos de financiamiento e inversiones. Digo esto porque todos los acuerdos comerciales, los acuerdos de financiamiento e inversión internacional incluyen cláusulas y normas que fijan estándares de protección al medio ambiente y en muchos casos pautas de inclusión de las mujeres, es decir que introducen condicionamientos referidos a la política de género. Rechazar la Agenda 2030 es aislarse del resto del mundo, y sumar obstáculos para el financiamiento y la cooperación internacional.
Desde el balcón. Previo a la Cumbre del G20, Milei mantuvo una reunión bilateral con Emmanuel Macron. Antes, el líder francés visitó la Iglesia de la Santa Cruz donde está los restos de una de las monjas secuestradas y arrojadas al mar en la última dictadura argentina.
- ¿Es posible avizorar algún efecto positivo y concreto del alineamiento con Trump en Estados Unidos?
- Se supone que la buena sintonía ideológica y política puede favorecer al gobierno argentino, en el sentido que pueda conseguir más apoyo en las negociaciones con el FMI y en la búsqueda de nuevos fondos de ayuda. Pero el resto de las medidas anunciadas por Trump pueden resultar negativas para el país: proteccionismo, aumento de las tasas de interés en EEUU, unilateralismo, inestabilidad política internacional, etc.
- ¿Tiene algún efecto negativo la falta de integración con países de la región, o Argentina puede prescindir de este alineamiento? Esto, más allá de que en Brasil, mientras se saludaba muy fríamente con Lula, se firmó un preacuerdo para exportar gas de Vaca Muerta.
- Los mecanismos de integración regional ya estaban paralizados antes del gobierno de Milei. Estamos en el período del más bajo nivel de cooperación de los últimos 40 años en la región.
Frío, frío. El saludo del presidente Milei con su par de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva fue apenas protocolar. Aún así, hubo preacuerdo entre los equipos económicos para exportar gas desde Vaca Muerta a tierra carioca.
- En esta línea, ¿se advierte un rechazo al multilateralismo y una preferencia por asociaciones más puntuales?
- Es claro el rechazo al multilateralismo de este gobierno. Sin duda se siente más cómodo con esas asociaciones ideológicas que reúnen a líderes políticos con ideas similares. Es un grave error porque el multilateralismo en el espacio donde se pueden llevar adelante agendas y soluciones a problemas que no pueden resolver los estados individuales, problemas que necesitan de la coordinación y la cooperación internacional.
- La impronta dada a la Cancillería, con instrucciones rígidas para el cuerpo diplomático ¿es funcional a una estrategia de relaciones internacionales sólida o debe verse con preocupación?
- No es una decisión positiva ni favorece la formulación y ejecución de una política pública como es la política exterior. Además, paraliza a todas las áreas del Estado, ya que los funcionarios se cuidarán de no tomar decisiones simplemente para no correr el riesgo de contrariar al presidente. Es todo lo contrario a un proceso de toma de decisiones que escuche posiciones alternativas y distintos matices.