Nómade en su corta y prolífica vida, cruzó el gran océano para ser alguien y lo logró pero hasta sufriendo ser mujer. Hija de argentinos, nacida en Sala Capriasca, el 22 de mayo de 1892.
El 25 de octubre de 1938 Alfonsina Storni se arrojó al mar al no soportar más el dolor físico y la enfermedad que la aquejaban. Su corta y prolífica vida de 46 almanaques fue suficiente para cambiar para siempre la mirada de género desde la literatura y para no olvidar nunca a Coronda.
Nómade en su corta y prolífica vida, cruzó el gran océano para ser alguien y lo logró pero hasta sufriendo ser mujer. Hija de argentinos, nacida en Sala Capriasca, el 22 de mayo de 1892.
Alfonsina Storni es una marca registrada y una génesis del posmodernismo poético en tiempos donde las mujeres tenían poco y casi ningún espacio para ser ellas mismas, más aún si venía de una cuna no dorada.
La provincia de Santa Fe fue un lugar donde la gran literata se hizo fuerte en las letras, en el canto y en el recitado, vivió en Rosario, en Bustinza y en Coronda… un capítulo especial sin dudas.
En 1909 la joven de 17 años se mudó a la esquina actual de 9 de Julio y Sarmiento y fijó residencia, también lo hizo en una casona de 25 de Mayo al 1300. Esa primera esquina nombrada guarda hoy solamente un monolito, una placa y no mucho más de lo que fuera una casona que ocupaba toda la ochava.
El 9 de Marzo de ese año se inauguraba la Escuela Normal de Maestros Rurales de Coronda, una modalidad de estudio que no existía en ningún lugar de la provincia. Alfonsina fue una de las primeras ingresantes y por ende, fue parte de la primera promoción y con tan buena performance que ahí nomás ejerció paralelamente a sus estudios, como celadora.
Teniendo en cuenta al 4 como nota máxima, tenía de promedio 3,91 en Castellano, 3,72 en Pedagogía, 4 en Historia, 3,91 en Instrucción Cívica y 3,58 en Economía Doméstica y ninguna de las otras calificaciones bajaba de 3, según dio cuenta en su libro “Nombres en el Recuerdo”, la historiadora Alcira Marioni Berra, cuya tía fue profesora de Alfonsina.
Casualidades de la vida… En su estadía en la Normal conoció a un tal Zenón Ramírez, secretario de la institución y padre de quien luego compondría la más bella y triste canción de homenaje. Zenón era papá de Ariel Ramírez, forjado como pianista en Gálvez, y con Félix Luna idearon “Alfonsina y el Mar”. La polifacética joven entonces, debutó como actriz y cantante lírica en una obra escrita por Ramírez padre, “Conspiradores Incautos” y se destacó en el acto del primer aniversario de la Escuela Normal por la interpretación de un texto que además ella misma había escrito e ideado.
El día del egreso de la primera promoción, el 1° de diciembre de 1910, cantó un tramo de La Traviata, acompañada en el piano por el maestro corondino Javier Gentile.
También la naciente literata tenía un gran respaldo en María Margarita Gervassoni, docente corondina de gran personalidad, directora fundadora de esa mítica escuela y sin lugar a dudas con profunda admiración mutua. Tanta era que Alfonsina le dedicó de puño y letra uno quizás de sus primeros poemas públicos, a su profesora y directora: “Maestro que desde el lodo hasta la cumbre / levantas la plebe embrutecida / para cantar lo heroico de tu vida / no bastan las cuerdas del laúd! // Maestro, que rompiendo tradiciones / de viejos moldes al progreso llamas / y todo aquello que es progreso amas / como amas todo aquello que es virtud / deja que yo te admire, que yo cante / tu obra fecunda en bienes para el mundo (…).
Está claro que un mundo era dentro de la escuela y otro, fuera, porque como toda localidad pequeña, quienes vienen de otros lados suelen ser prejuzgados. Eso no le quitó la posibilidad de hacer amigos y de mantener el contacto con ellos, como por ejemplo, con Amelia Tuells, ex compañera de escuela y de familia de importantes comerciantes corondinos.
“El recuerdo de Coronda y los seres que allí amé, es para mí toda una avocación de juventud, de esperanzas y de horas en que creí en el porvenir. No da los tiempos, por lo general, calor suficiente al corazón para que éste olvide. Al contrario, mientras más fácil parece todo, externamente, más quiere el alma acercarse a los viejos afectos. Pero he pasado horas muy duras, que ojalá no se repitan (...) Más de una vez he soñado con ella (con la escuela), con su edificio, para mí nuevo, cuando la idea de un viaje por el interior se mezclaba en mis proyectos". En 1930 y 1934 Alfonsina volvió al arenoso suelo de Coronda que iba a seguir siendo comuna hasta 1967.
Cuando en la localidad se enteraron de que en Mar del Plata se había quitado la vida un 25 de octubre producto del avance del cáncer de mamas que ya le había hecho perder un seno, la tristeza fue muy grande.
Pero Coronda nunca la olvidó, tal vez no la utilizó –permítase el uso de esta palabra en este contexto- para afianzar el turismo cultural, pero todos los que vienen al pueblo se van sabiendo que en las amplias aulas de la Escuela Normal comenzó a forjarse una de las tres grandes escritoras de América Latina.
En 1973 una delegación de ex alumnos de su escuela, al cumplirse 35 años de su muerte, viajó a Mar del Plata y colocó una placa para que no se olvide nunca más que Coronda fue parte de sus rimas diarias. Su hijo, Alejandro, estuvo aquí en el mayor honor que se le hizo en una histórica jornada dedicada a su madre, en 1976, y que contó con disertaciones de las profesoras Norma Pesce, María Álvarez de Crucianelli, Susana Valenti y Alcira Marioni Berra, con la música del maestro José Manuel López Echagüe, las poesías recitadas por Marta Rossini y Werfill Castro, el piano de Edgardo Blumberg, la coordinación de las míticas docentes Amalia “Chila” Aldao y María Ernestina Sodero y la producción y conducción del recordado periodista y funcionario Eduardo Alfonso Acosta.
Coronda nunca olvidó a Alfonsina y salvo que no se pudo llegar a un acuerdo para que la casona de 9 de Julio y Sarmiento no tuviera que ser demolida allá por el año 2000, el Liceo Municipal fundado en 1969 lleva su nombre, como así también una calle de Barrio Policial y toda un ala de la Escuela Normal, mientras que una placa la recuerda en el Rincón de los Escritores y existen bustos suyos diseñados por la talentosa mano de Agustín Cisneros que la perpetuaron aún más.
El Museo Municipal guarda elementos originales que le pertenecieron y con el eslogan de “Cuna de Maestros y Poetas” los literarios corondinos siempre la tienen presente. Como el caso de la Prof. Belkys Larcher de Tejeda: “Octubre azul marino, / un tañido lejano en el cielo. / Angustia viva, / ansias de desafío. / La primavera en los brotes / dedos de artista / sensitiva y sedienta” para finalizar con: “El amor, más allá, / todavía cerca, la rosa. / Y aún más hondo, el dolor, / más acá de la vida”.
Lo dijo Alfonsina: “El recuerdo de Coronda y los seres que allí amé”. Un gran honor que las calles de oro volátil tuvieron hace 113 años ya. Un ánima buena que bendice tanta cultura de plumas, de libros y papel.