Lunes 23.9.2019
/Última actualización 10:17
En la Argentina hay un preocupante crecimiento en la incidencia del cáncer de mama. Hace 5 años, los nuevos casos por año eran unos 18 mil. Y las estadísticas oficiales de 2018 arrojaron que se llegó a 21.558 casos nuevos por año: eso da un cálculo de 59 pacientes con cáncer de mama nuevos por día. En 2017, hubo 6.114 muertes por esta enfermedad, de acuerdo a los registros de la Secretaría de Salud y Desarrollo Social de la Nación y del Instituto Nacional del Cáncer.
Detrás de esos fríos números hay mujeres de carne y hueso, con sus subjetividades resquebrajadas —es lo que primero altera una patología crónica—, que luchan contra ese miedo íntimo a que llegue lo peor sobrevolando todo el tiempo, y con sus entornos familiares emocionalmente afectados. Las estadísticas, con todo, sólo sirven de contexto disparador para entender los alcances de esta enfermedad.
Así como aún no existe una cura definitiva para el cáncer y hoy miles de pacientes oncológicos le dan batalla a esta enfermedad, la ciencia avanza y tiene novedades para contar. En la actualidad, existen los tratamientos tradicionales (quimioterapia, radioterapia), pero también otros, más dirigidos, que se administran por vía oral y son menos agresivos.
En esta línea, se presentaron días atrás en la ciudad de Buenos Aires los resultados de un estudios clínico realizado sobre 431 pacientes con un subtipo de cáncer de mama en fase avanzada y metastásico (agresivo) del tipo g (gen) BRCA positivo y HER 2 negativo (ver Mutaciones genéticas). Durante un determinado período de tiempo, se comparó las evoluciones de las pacientes tratadas con una nueva droga llamada talazoparib —la droga se administró por vía oral, 1 mg. por día en forma continua—, contra otras pacientes tratadas con quimioterapia estándar, todas con la misma fase de enfermedad.
Las conclusiones de ese Estudio Pivotal Embraca (así se denomina) fueron alentadoras. En las mujeres tratadas con talazoparib, se redujo en un 46% el riesgo de progresión de la enfermedad: es decir, ésta no avanzó. Con todo, la Sobrevida Libre de Progresión (SLP) fue de 8,6 meses, contra 5,6 meses que tuvieron las pacientes tratadas con quimioterapia. Y la tasa de respuesta (la disminución tumoral) también fue positiva.
“Hablamos de un tipo de tumor que se presenta en edades más tempranas que el resto de los tumores de mama, y en mujeres con historial familiar o propio de tumores de mama/ovario. Básicamente, lo que se demostró con este estudio es que se frena la progresión de la enfermedad en todo sentido, incluida la metástasis”, explicó la Dra. Valeria Cáceres, Jefa del Depto. de Oncología Clínica y de la Unidad Funcional de Tumores Femeninos del Instituto Ángel Roffo (UBA).
Las pacientes del estudio eran adultas jóvenes: más del 80 % tenía una edad menor a los 50 años. “Hablamos de pacientes con cáncer de mama agresivo, con metástasis en los órganos. En aquellas tratadas con talazoparib, se registró que el tiempo de sobrevida casi se duplicó”, subrayó Cáceres.
También, con la nueva droga, las pacientes mejoraron en sus calidades de vida. “Se les realizaron (a las pacientes) cuestionarios sobre cómo viven y sobre sus actividades diarias; cómo se comunican con sus familias, cómo se sienten emocionalmente. Y ellas estaban mucho mejor: esa curva fue para arriba, contra la quimioterapia que ‘curvó’ hacia abajo”, añadió la especialista. El tiempo al deterioro a la fatiga por el tratamiento fue de 17 meses, contra siete meses con quimioterapia.
La droga se usa en el tratamiento terapéutico como monoterapia (no combinada con otros tratamientos). Talazoparib generó alopecia (pérdida del cabello) parcial y en un porcentaje muy bajo de pacientes. En quimioterapia, en general para el cáncer del mama, la alopecia es total.
En el caso del cáncer de mama, como hay muchas líneas de tratamiento, la sobrevida es difícil de ser calculada. Porque muchas de las pacientes, cuando terminan de hacer el tratamiento clínico, después continúan con otro: “Cuanto más tiempo se puede detener el crecimiento de un tumor, mejor calidad de vida va a tener la paciente y hay altas chances de que el siguiente tratamiento sea el atinado. Tenemos una droga que puede cambiar la evolución de pacientes con este suptipo de cáncer”, subrayó Cáceres.
“Sabemos que a la paciente con esta enfermedad específica no la vamos a curar (con esta terapia); pero se ha logrado un tiempo importante durante el cual la enfermedad no progresa. Tenemos con esta droga una chance: ganar tiempo para luego continuar con otro tratamiento que abra la posibilidad de curar la enfermedad”, añadió la oncóloga.
Y si más adelante se demuestra que la droga es activa en etapas tempranas del cáncer de mama (aún no hay estudios científicos sobre esto), el efecto será aumentar el porcentaje de pacientes que se curan. “En el caso de enfermedades avanzadas, se trata de prolongar la vida y con mejor calidad de vida”, concluyó Cáceres.
Mutaciones genéticas y la herencia familiar
La mutación genética es otro de los elementos clave en la enfermedad. “Del 20 al 25% de las pacientes con historia familiar relacionada con cáncer de mama podría tener mutaciones de los genes BRCA 1 y 2. Y entre el 5 y el 10% de las pacientes con algún tipo de cáncer de mama tiene mutaciones de esos dos genes”, precisó el Dr. Guillermo Lerzo, Jefe de Oncología del Hospital Municipal de Oncología “María Curie” de Buenos Aires.
Estas mutaciones son comunes: en la población general, una persona cada 400 va a tener la tener la mutación presente (son mutaciones heredofamiliares). “En las pacientes que tienen cáncer de mama a cualquier edad, una de cada 50 va a tener presente la mutación. En el caso de pacientes menores de 40 años, la mutación es más frecuente: se ve en un caso cada 10 pacientes”, advirtió Lerzo.
“Éstos son genes —prosiguió el médico— que tenemos todos y cuyas funciones son la supresión de tumores, porque regulan el ciclo celular y evitan la proliferación incontrolada de células. Actúan sintetizando proteínas que a su vez son encimas, y cuya función son codificar los genes del ADN cuando tienen ‘roturas’ (por razones químicas o moleculares) y repararlos”. El problema es que están sujetos a mutaciones. “Cuando hay mutaciones del gen BRCA 1, es mucho más frecuente el cáncer de mama; cuando hay mutación de BRCA 2, es un poco menos frecuente”.
Lerzo recomendó que toda paciente, al momento del diagnóstico de cáncer de mama metastásico y tenga la característica de ser HER 2 negativo (y HER 2 positivo), debe testear esa mutación para determinar cuál será el tratamiento más adecuado.
Detección precoz, siempre
Es posible tomar medidas que disminuyan los factores de riesgo y la probabilidad de aparición de la enfermedad:
Las pautas de estilo de vida saludable puede cambiar mucho el espectro de enfermedades no sólo oncológicas, sino también cardiovasculares.
El ejercicio físico aeróbico regular puede operar en la reducción de riesgo de este tipo de cáncer.
También se aconseja no fumar, llevar una dieta baja en contenido graso y con alto consumo de frutas y vegetales; moderar la ingesta de alcohol y mantener un peso dentro de los límites normales.
“Yo traería las fotos de las mujeres que están transitando este camino duro de la enfermedad. Lo que vemos aquí son nuevas y mejores posibilidades para todas. Celebro que tengamos más opciones terapéuticas”, dijo Marta Mattiussi, presidenta del Movimiento Ayuda Cáncer del Mama (MACMA), que fue otra de las protagonistas presentes en la conferencia de prensa de la presentación de la nueva terapia.
“Desde nuestra ONG, nosotras trabajamos en grupos terapéuticos con la idea de que el pronóstico no sea algo determinante: se trata de no hablar de ‘sentencias’. Y la calidad de vida es clave: ninguna mujer quiere vivir de cualquier manera, sino vivir lo mejor que pueda. Es cierto también que hay una cuestión de elecciones, que deben respetarse”.
Sobre cómo enfrentar la enfermedad con las mejores armas, Mattiussi insistió en que hay una enorme diferencia entre un tratamiento por medicación —que una paciente lo puede tomar en la comodidad de su casa por vía oral— y otro por quimioterapia, por ejemplo, “donde la paciente tiene que ir casi todos los días al hospital o sanatorio, a la que le tienen que introducir químicos intravenosamente. Eso es un tema importantísimo, porque es parte de la calidad de vida”, subrayó.
Gentileza Marta Mattiussi, presidenta del Movimiento Ayuda Cáncer del Mama (MACMA).Marta Mattiussi, presidenta del Movimiento Ayuda Cáncer del Mama (MACMA).Foto: Gentileza
Estilo de vida “chatarra”
La forma de vida no es un elemento menor: “La incidencia del cáncer de mama en nuestro país es similar a la de los países industrializados (EE.UU, algunos los de Europa), junto con la de Uruguay. Es muy alta. Y, curiosamente, no ocurre lo mismo en el resto de América latina. Puede pensarse que mucho tienen que ver los factores ambientales: las dietas hipergrasa, el consumo de alcohol y el tabaquismo, son todos factores asociados a la incidencia del cáncer de mama”, advirtió el Dr. Lerzo.
El evento fue auspiciado por la empresa farmacéutica estadounidense Pfizer, con sede en el país. La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) aprobó en julio pasado esta nueva terapia por vía oral sólo para el tratamiento de pacientes con cáncer de mama localmente avanzado o metastásico, del subtipo HER2 negativo y que presentan mutación del gen BRCA. Talazoparib ya se encuentra disponible en el país.