Lía Masjoan - lmasjoan@ellitoral.com
El edificio del Correo Argentino cumplió el año pasado medio siglo, desde que fue inaugurado el 25 de mayo de 1959. Emplazado sobre la avenida 27 de Febrero, con su acceso principal de espalda al intenso movimiento céntrico de la ciudad, hoy -que mira a una zona portuaria revitalizada- está prácticamente vacío, sumido en el abandono y con serias patologías edilicias.
Con la intención de recuperar una construcción patrimonial y trasladar a gran parte de sus seis niveles las saturadas aulas del Liceo Municipal, el gobierno local firmó hace un año y medio un convenio incipiente con las autoridades nacionales del Correo y preparó un pliego licitatorio. Por el momento, sólo se trata de un ambicioso proyecto, ya que no dispone de los recursos económicos ni de posibles fuentes de financiamiento.
Un minucioso informe de especialistas de la facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UNL, que forma parte anexa del pliego, testimonia sus principales falencias, tanto en su interior como en la fachada. La humedad por filtraciones de distinto origen, las grietas y fisuras y la oxidación de las aberturas no fueron atendidas en la última década, ocasionando daños a la noble estructura.
“El edificio se encuentra en un avanzado estado de deterioro, sobre todo en las envolventes externas”, reza el informe que la facultad preparó para el municipio. De todos modos, reconoce como potencialidad “el hecho de que no existan alteraciones importantes y se conserve un alto grado de originalidad”.
Ante el diagnóstico detectado, las acciones de restauración, refuncionalización y puesta en valor -si logran concretarse alguna vez- serán arduas y están previstas con un doble objetivo: por un lado asegurar la expresión de los valores y testimonios históricos del edificio, por otro permitir la innovación tecnológica edilicia de acuerdo con las exigencias de confort y seguridad vigentes para habilitar la incorporación de nuevas funciones.
La importancia del estudio radica, precisamente, en que aporta el primer diagnóstico serio de las patologías actuales del edificio, hito de la arquitectura de mediados del siglo pasado.
La fachada
A simple vista se observa el deterioro de la fachada. Lo primero que llama la atención es la oxidación de sus aberturas y placas de revestimiento, que tiñen el frente de un deslucido marrón. Las persianas, bajas casi todas y algunas pocas caídas e inclinadas, son el dato elocuente de que el interior está desolado hace años.
“En el edificio, hay dos elementos que han sufrido procesos de oxidación y corrosión: las carpinterías de chapa plegada que constituyen la totalidad de las aberturas y las chapas acanaladas utilizadas como cerramiento en el basamento de las aberturas de la fachada este”, dice el informe. Las inclemencias climáticas y la falta de mantenimiento fueron la clave para que esto sucediera.
La humedad se hace visible en diferentes sectores y responde a dos situaciones. Una se da por capilaridad, ya que el agua existente en el suelo sube por los muros, proveniente posiblemente de los desagües pluviales, y provoca manchas oscuras y disgregación de revoques.
Asimismo, en los sectores inferiores de las columnas ubicadas en la fachada sur es notoria la oxidación de las barras, posiblemente derivadas de la absorción de agua del terreno. Y por filtración: la humedad se produce por el ingreso de agua de lluvia desde cubiertas y paramentos verticales en las zonas superiores, como consecuencia de la inexistencia o falta de desagües pluviales, así como la falta o pérdida de capacidad aislante de los materiales de terminación exterior.
Los profesionales detectaron diferentes puntos donde se registra este problema: uno de los más notorios e importantes es en el cielorraso exterior de planta baja y en el 2do. piso de la fachada sur, donde se verifica el desplome de muchos sectores y la presencia de eflorescencias.
Otra de las situaciones críticas de ingreso de agua se da en las columnas exteriores de planta baja, particularmente en la fachada sur, en donde las dilataciones y contracciones de las placas de revestimiento han generado aperturas en el material que facilita el ingreso de agua al interior de la columna. Al estar en contacto con el agua, los hierros se oxidan, aumentando el volumen y ejerciendo presión sobre las placas que se deterioran aun más con grietas y fisuras de importancia.
Las veredas no escapan al estado de deterioro generalizado: el relevamiento señala que presentan numerosas lesiones, como faltantes, agrietamientos, hundimientos, roturas, parches de reposición y suciedad. “Especial atención merecen los hundimientos que se están produciendo, con mayor presencia en la vereda sur, en los solados derivados de asentamientos del terreno por posible deficiencia del sistema de pluviales”, dice el estudio.
El interior
Prácticamente, las mismas falencias relevadas en el exterior se observan muros adentro. La presencia de humedad en cielorrasos y paredes se produce prácticamente en todos los pisos y tiene origen en la filtración de agua proveniente de cañerías de servicios sanitarios o calderas. Esto ha generado desprendimientos de las terminaciones de yeso y revoques y, en sectores cercanos a aberturas, se han oxidado marcos y chapas. Otras situaciones menos comprometidas de ingreso de agua por filtración se verifica en coincidencia con las ventanas, en donde la falta de estanqueidad de las mismas hace que ingrese el agua de lluvia.
En algunos sectores, se observan grietas y fisuras pero no comprometen al muro divisorio sino al revoque. Según estiman los especialistas, no revisten importancia ya que no ponen en riesgo elementos estructurales del edificio y podrán ser oportunamente intervenidas al momento de preparar superficies de revoques para pintar.
Los pisos, todos de granito pero de un amplio abanico de colores, también han sufrido el paso del tiempo. Hay piezas gastadas, rotas o agrietadas y muchas faltantes debido a la necesidad de adaptar espacios interiores a nuevas funciones. También se verifican parches, con mezcla de mosaicos originales y otros colocados con posterioridad, por ejemplo donde se han retirado muros divisorios.
Un entorno recuperado
La puesta en valor del edificio del Correo es una de las obras pendientes en este sector de la ciudad, que en los últimos años ha vivido una transformación radical. Primero fue el turno de la remodelación de las avenidas 27 de Febrero y Alem, que acompañó el proceso de revitalización que todavía sufre el área portuaria: allí se han radicado importantes emprendimientos comerciales, que dotaron a toda la zona de nueva vida y de un intenso movimiento urbano. En función de eso, se construyó una pasarela peatonal, con ascensor y escalera mecánica, toda una novedad en la ciudad. Un poco antes, se recuperó el parque Alberdi, un amplio espacio verde que rodea al emblemático edificio, y se trasladó a los vendedores ambulantes despejando el predio y tornándolo más apropiado para el disfrute de la ciudadanía.
Además, en poco tiempo podría comenzar la construcción de un moderno Centro de Especialidades Médicas, en una playa de estacionamiento vecina al edificio.
Tantos cambios sumen en la más absoluta soledad al edificio que durante años fue sede del palacio de Correos y Telecomunicaciones. Es de esperar que no caiga en el olvido, como ya lo han hecho las cartas, con sus sobres y estampillas. Y que con su puesta en valor, los santafesinos vuelvan a llenar de vida su interior.
Sanitarios
El informe revela un estado deplorable de los sanitarios, al punto que recomienda un recambio total del mismo debido al mal funcionamiento de la instalación sanitaria como consecuencia de la obsolescencia y falta de estanqueidad de las cañerías. Es necesario cambiar azulejos de revestimiento, mosaicos de pisos y artefactos sanitarios.
Presupuesto
Según los cálculos proyectados el año pasado en el pliego licitatorio, se necesitarían 9,5 millones de pesos para realizar las obras de restauración, refuncionalización y puesta en valor del edificio del Correo Argentino. La idea del gobierno local es trasladar allí el Liceo Municipal.