Martes 6.6.2023
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Oscar Herrero Miranda nació en la ciudad de Cañada de Gómez, 75 kilómetros al noroeste de la ciudad de Rosario, en septiembre de 1918. Una década más tarde, se fue a vivir a Rosario. Fue en esa ciudad del sur provincial donde emergió su predisposición por la pintura, universo en el cual se introdujo, en un primer momento, de manera autodidacta.
"Los Pacheco". Foto: Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. CastagninoA lo largo de su trayecto en el terreno de las artes plásticas, estuvo relacionado con diversos artistas santafesinos. Este rico intercambio lo llevó a ser cofundador del Grupo Litoral con Leónidas Gambartes, Juan Grela y Carlos Uriarte, entre otros.
Su obra pictórica abarca diversos períodos: figuración, abstracción y visión metafísica. En efecto, María de la Paz López Carvajal explica que Herrero nació como pintor abstracto, de raíces geométricas. En los 50’ inaugura un nuevo período, el del “arte otro”, con “una pintura de materia densa, con relieves, que enriquece con materiales inertes y veladuras”.
"La espera de Mec". Foto: Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. CastagninoEn un tercer período -según la misma especialista- aparecerán con “intención irónica y humorística y gestos satíricos sus figuras. Alrededor de 1967 aparecen sus ‘collages’, consecuencia de su afán de experimentación. Más tarde, sus pinturas metafísicas darán cuenta de la soledad del hombre”.
En síntesis, dice López Carvajal, “fue un pintor inquieto, nómade, en permanente proceso de búsqueda, en cuya trayectoria es posible identificar diferentes momentos y heterogeneidad de propuestas”.
"El matador". Foto: Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. CastagninoArnoldo Gualino lo describió como “uno de los principales vanguardistas de la pintura rosarina dentro del lenguaje no figurativo e informalista”.
Expuso en Venecia y en San Pablo y se dedicó a la docencia en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Rosario, donde fue director de la Escuela de Artes Visuales hasta su muerte, el 10 de octubre de 1968.
En septiembre de 1965, Herrero Miranda realizó una exposición en el Museo de Bellas Artes de Santa Fe. Días antes de la apertura, visitó la redacción del diario El Litoral acompañado por el director del museo, Isaac Aizenberg. En la oportunidad, el artista explicó que la muestra estaba conformada por 150 obras, entre dibujos y pinturas al óleo, piroxilinas y algunos esmaltes sintéticos.
Foto: Archivo El Litoral / Hemeroteca Digital CastañedaDejó, a su vez, expresiones interesantes. “La pintura litoralense, cuyos centros son Rosario y Santa Fe evidencia marcados contrastes con la que se realiza en otros lugares del país. Noto que existe una mayor preocupación desde el punto de vista técnico, y en general, una mayor seriedad, con prescindencia de estilos o tendencias”, destacó en un tramo.
Foto: Archivo El Litoral / Hemeroteca Digital CastañedaCon referencia a su pintura, aseveró: “yo he sido siempre un buscador, o sea que jamás he querido atarme a una escuela definida, permanentemente, y es así que desde el año 1963 no hago más abstracto y me vengo dedicando a distintos tipos de figuración. Dentro de ellos, he realizado una serie cuya temática es el litoral, la barranca, el río, el hombre de la costa. Y otra serie con temas satíricos destinados a zaherir el conformismo medio ambiente”.
"Dialogo con el collar". Foto: Museo Rosa GalisteoCuando le preguntaron a Herrero Miranda por qué pintaba, afirmó: “todos responden ante ese interrogante con la fórmula consabida: por necesidad de expresarse. Yo también tengo que caer en tal contestación porque necesito expresarme por medio del color y especialmente del dibujo, que es mi fuerte y como hablando soy muy parco, y no he pronunciado ni pronunciaré conferencias porque es algo que no me gusta, me exteriorizo a través de este medio que yo utilizo con criterio expresionista y purista”.
"SRPB". Foto: Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. CastagninoEl 28 de septiembre de 1965, El Litoral publicó una columna firmada por las siglas T.I. (Taverna Irigoyen), en la cual se realiza una valoración de la exhibición de Herrero Miranda.
“Pintor de visión serena, consecuente y dinamizada (se puede muy bien hablar de apasionamiento en sus formulaciones), sortea los laberintos de la técnica, los descubre y utiliza, sin dejar nunca que los mismos le coarten, le pierdan en vacuidades puramente exteriores. Porque Herrero Miranda es, por sobre todo, un pintor sensible. Y su sensibilidad. ejercida hondamente, no como un juguete, le impele y faculta para que los medios de su comunicación -formas, líneas, colores, materia- asuman una autenticidad verdaderamente cíclica, sin caídas, conquistante”, sostiene tal artículo.
"Palomita blanca". Foto: Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino“Recorriendo los diversos ‘momentos’ de su apasionamiento plástico, comprobamos que su obra -si bien diversa y de mutables registros- conserva una cierta continuidad, una ligada estructuración de los elementos físicos, que hacen que la misma sea una en su pluralidad. Esto, por otro lado, nos da asimismo el índice de su rico poder de creación, de su voluntad por volcarse, de su sensibilidad tan dúctil como pródiga”, agrega.
"María". Foto: Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. CastagninoEn mayo de 1970, un año y medio después del prematuro fallecimiento de Herrero Miranda, el Museo Municipal de Artes Visuales ofreció una muestra retrospectiva de su trabajo, integrada por treinta obras que intentaron abarcar la mayor parte de su labor de creación. En ese contexto, El Litoral lo menciona como un pintor que “supo impulsar su sentido de las formas y equilibrado dominio cromático hacia especialidades expresivas de fina espiritualidad”.