Luego de cinco días movidos en Tokyo, con mucho trabajo, ceremonia inaugural, primer partido y debut de Los Pumas incluido, llegó el momento de ir a nuestro segundo destino: Kioto.
Luego de cinco días movidos en Tokyo, con mucho trabajo, ceremonia inaugural, primer partido y debut de Los Pumas incluido, llegó el momento de ir a nuestro segundo destino: Kioto.
El medio de transporte que utilizamos fue el famoso tren bala: 500 kilómetros en poco más de 2 horas, con todas las comodidades, y disfrutando, por tramos, de muy lindos paisajes.
Kioto (nombre que se confirma a fines del siglo XI), alguna vez fue la capital cultural de Japón. Una ciudad de casi un millón y medio de habitantes, ubicada en la isla de Honshu.
Una de las características de Kioto, además de los clásicos centros budistas, son las casas de madera tradicionales.
Justamente en una de esas, es donde estaremos los próximos tres días.
Y todo es raro, o al menos desconocido. De entrada nomas la llave se encontraba dentro de una cajita/candado que había que abrir con una clave numérica cual caja fuerte.
Una vez adentro, empezamos a sorprendernos. Ambientes cómodos, justos, pero cómodos y con pisos de bambú.
El baño, podemos decir que se divide en cuatro ambientes: donde está la ducha (con una pequeña bañera); donde se encuentra el lavatorio; y dos piecitas chicas para los inodoros: uno occidental, y el otro oriental, con bidet y calentador para la tapa incluidos. Ambos con otra particularidad: al tirar la cadena, la mochila del agua se vuelve a llenar con una canilla externa ubicada en la parte superior.
Y lo último fue conocer las habitaciones: típicas, con los colchones (bah, colchonetas) al piso.
De esta manera, comenzamos a vivir la verdadera "experiencia japonesa".