La aparición del fútbol en Santa Fe: ¿Cómo era el reglamento hace más de 100 años?
En 1896 comenzó a practicarse el “football” en nuestra ciudad. El profesor Agenor Albornoz rodó la primera pelota, al poco tiempo, los hermanos Costa se consagraron campeones y el Club Atlético Normal confeccionó el primer reglamento de juego.
La aparición del fútbol en Santa Fe: ¿Cómo era el reglamento hace más de 100 años?
Los inicios del fútbol en Santa Fe permanecen perdidos en una lejana nebulosa. Transcurrieron muchos años y los pioneros que lo difundieron dejaron una profunda huella. Por su marca e impronta social, se vuelve necesario revisar el origen de tan noble deporte. El amateurismo deportivo de estos “sportman” locales era condición sine qua non de la época, al ser apreciado y bien visto por la opinión pública. Algo que definitivamente irá cambiando con el correr del siglo XX.
Para fines del siglo XIX y principios del siglo XX los deportes de origen británico en el Río de la Plata estaban íntimamente vinculados con la modernización, la gestación del Estado nacional y los intercambios, no solo comerciales, de una globalización impuesta por una economía-mundo que se encontraba en pleno auge. En ese sentido, el desarrollo de la sociedad civil, a través de organizaciones y clubes deportivos generaron espacios de autonomía y participación social.
El historiador Georges Mosse explica cómo a través de la consolidación de muchos de los deportes, que hoy en día practicamos, el esfuerzo físico y el cuidado corporal aparecieron como algo que hay que “cultivar” y “desarrollar”. El deporte se consagra de esta manera como una práctica individual o grupal que debe ser garantizada por el Estado y la sociedad civil. Incluso, el autor habla de la importancia de los deportes colectivos, como el fútbol, en la consolidación de los nacionalismos europeos, en donde “una nación expresa” aquellas diferencias de estilo y formas de competir contra equipos de otros países.
El Litoral reflejó en sus páginas cómo fueron los comienzos del deporte en la capital provincial.
Los pioneros: estudiantes-jugadores.
A fines del siglo XIX, en la ciudad de Santa Fe, la Escuela Normal va a tener un rol preponderante en el origen del fútbol santafesino. Los historiadores comparten una idea central en torno a las escuelas normales de aquellos años en nuestro país. Es decir, los académicos sostienen que eran ámbitos educativos que tenían una relevancia social muy amplia y destacada, por el hecho de convertirse en espacios de innovación pedagógica y a la vez de conservación y trasmisión de las tradiciones nacionales.
Cartas y documentos, de la mano del archivo del diario El Litoral, nos permite reconstruir la llegada del fútbol a la ciudad. Se puede ver como la figura del docente normalista, Agenor Albornoz, se transformó en el líder y el pionero de esta disciplina deportiva. Tucumano de nacimiento, en una de sus cartas, deja constancia que debe rendir homenaje a la Escuela Normal de Santa Fe, pues fue allí donde se enseñó por primera vez la disciplina en la ciudad. Agenor Albornoz había comenzado con esta disciplina deportiva de la mano de los ingleses, que en su ciudad natal se encontraban administrando el Ferrocarril Noroeste Argentino y con quienes había participado en torneos y competencias.
Los hermanos Costa, figuras claves en los inicios de la actividad en la ciudad.
En una de las cartas de otro educador normalista, Alejandro Jiménez, director del establecimiento por aquellos años, queda de manifiesto el lugar que Agenor Albornoz tenía en sus recuerdos: “Ese joven maestro, a mediados de 1896, nos habló de un nuevo deporte que los ingleses constructores del Ferrocarril de Rosario a Tucumán habían iniciado en su ciudad natal con gran aceptación en la sociedad y que bien podría instalarse en nuestro medio. Pusimos manos a la obra, además del football queríamos implantar el cricket y como necesitábamos dinero para la indumentaria y equipo, iniciamos una suscripción entre los docentes. Con lo recaudado pedimos un presupuesto a la casa comercial Gath y Cháves y era superior a lo recaudado, teniendo en cuenta que en aquella época los docentes llevaban más de 17 meses sin cobrar su sueldo de magisterio”.
Una de las anécdotas más divertidas, por aquel tiempo, es que por medio de la casa comercial Gath y Cháves de Buenos Aires, se pidió una pelota. Lo singular es que al llegar el pedido resultó ser de rugby. Para la sorpresa de quienes la esperaban para comenzar a jugar, esta “no dejaba de picar”. Inmediatamente fue devuelta. A los pocos días, finalmente llegó, y sin dejar esperar un segundo rodó sin parar por el pasto.
Los primeros partidos se jugaron enfrente de donde estaba por aquellos días la Escuela Normal, (hoy se encuentra la Escuela Superior de Comercio) posteriormente, se siguió jugando enfrente del Hospital de la Caridad (hoy Hospital José María Cullen). Siempre bajo la dirección honoraria de Agenor Albornoz, se comenzaron a dar las primeras patadas a la pelota en la ciudad.
Desde la Escuela Normal llegó el primer reglamento.
Al poco tiempo se realizó el primer match, con algunos premios para los más hábiles. Los hermanos Ignacio y Carlos Costa se llevaron una medalla de plata, que luego fue donada a la Escuela Normal. Al año siguiente, disputaron un partido contra los alumnos de la Escuela Normal de Esperanza, este fue el primer encuentro de fútbol que se tenga memoria. Ocurrió un 25 de mayo de 1897 y duró dos horas con un descanso, previo acuerdo entre los capitanes de cada equipo.
En 1898, los normalistas de Santa Fe se trasladaron a Paraná para jugar contra los alumnos del Colegio Nacional del Uruguay. Insólitamente aquel partido no se jugó debido a que los paranaenses corrían detrás de la pelota con botines y los santafesinos en alpargatas. Motivo que ocasionó el enojo de los visitantes. Una de las frases célebres y recordadas que recuperara un medio local, fue la del director de la Escuela Normal, Jiménez, quien afirmó: “Nos derrotaron completamente, conformándonos con parodiar a Sarmiento: la civilización con botines de cuero venció a la barbarie calzada de alpargatas”.
Otro educador normalista, José E. Valle, que en una caída corriendo la pelota se dislocó el brazo y no pudo seguir jugando. Valle, confirma en una de sus cartas lo que decíamos más arriba. Fue 1896 el año en donde comenzó a practicarse el fútbol en la ciudad: “formamos los primeros cuadros de estudiantes-jugadores, sin duda alguna los más ‘chambones’ que había dando vuelta. Pero el más habilidoso resultó ser José Oroño. También Alfredo Bello, Francisco Bosch, Ubaldo Silva, Antonio Mori, Angel Monje, Sebastian García, Saturnino Zarate, Cecilio Molini, Avelino Azcuenaga, Máximo Agüero, Augusto Donno, Enrique Rotta”.
En 1900 se funda el Club Atlético Normal, con la fundación nace el primer reglamento de juego que se conoce en Santa Fe impreso en el taller de tipografía de la Escuela Industrial.
El artículo primero dice que los arcos deberán tener un largo de 5, 50 metros y un alto de 2,50 metros. El artículo segundo dispone un número de 22 hombres para poder jugar. El capitán del equipo dará el puntapié inicial en la dirección que quiera.
Antigua formación en el campo.
El artículo nueve dice: “los hombres se distribuyen en la cancha de la siguiente manera: cinco son “los ágiles” que forman la primera línea con el capitán en el centro. A doce metros de los arcos se ubicaran dos jugadores, “los seguros”, seguidos más adelante de “los fuertes”.
Lo insólito de este artículo es que solo al capitán le es permitido pasarse de un lugar a otro de la cancha y jugar por cualquier lado del campo: “una vez que la pelota haya pasado la línea de ‘fuertes’ contraria, intentarán hacer un tanto en el marcador siendo preferible que lo haga el capitán por ser quien avanza de manera perpendicular al arco”.
El artículo veintiuno apela a la caballerosidad: “deben ser gritadas las faltas por los dos bandos” y el veintitrés reza lo siguiente: “Deben ser los capitanes los que desempeñen el lugar de jueces, o en todo caso, deberán nombrar un árbitro ellos mismos”.
El Club Atlético Normal dejó de existir dos años después. No se saben exactamente las causas de su desaparición pero condicen con la mudanza de la escuela a su nuevo y actual lugar en la ciudad