Por José Bordón
Por José Bordón
Desde el lunes pasado, esta ciudad de casi 20 mil habitantes, último poblado santafesino por la Ruta Nacional 34 antes de ingresar a territorio santiagueño, sólo se habla de un tema: la desaparición de Maximiliano Sosa. El menor, cuya foto aparece en todos los negocios y lugares públicos de la ciudad, desapareció cerca de mediodía del 21, cuando se dirigía a una vivienda cercana a la suya, a jugar con amiguitos.
Desde entonces se lo buscó por aire, tierra y hasta en el agua acumulada en una laguna no tan cercana al barrio Juan Pablo II, donde vive la familia Sosa, en el acceso sur al pueblo, próximo a lo que se conoció como “El viejo hospital”, aquel nosocomio que alcanzó a construirse sólo en sus bases y quedó olvidado desde la década del 60.
Hasta el momento de escribir estas líneas, Maxi está en esa condición: desaparecido. Y no hay ningún indicio que oriente la investigación. Los investigadores parecen convencidos de que el hecho tiene que comenzar a aclararse desde el mismo grupo familiar y de vecinos. No puede ser que nadie lo haya visto o haya observado si alguien lo llevaba del lugar. En ese convencimiento, se anunció el pago de una recompensa de 50 mil pesos a quien aporte dato o referencia que permita avanzar en la investigación. La cifra es “tentadora” para un barrio con necesidades insatisfechas. Lo es más si se admite que el caso tiene testigos y que con el correr de los días aparecerán actitudes de colaboración.
Ceres no habla de otra cosa. Pero como sucede en estos casos, todos los ceresinos se han convertido en investigadores y tienen sus propias teorías. Están los que sugieren vincular al caso con el narcotráfico (la ciudad es una de las apuntadas como punto de referencia de los investigadores de este tema), también se escucha la versión de una venganza por disputas familiares. Otros ya aseguran que al chico se lo llevaron para “venderlo” y los más pesimistas apuntan hacia un desenlace trágico.
En el barrio, en la Navidad, los vecinos acompañaron a los familiares de Maximiliano con un rezo comunitario, pidiendo por la aparición del niño sano y salvo. Y esta mañana, después del descanso de ayer, los rescatistas (bomberos, gendarmes, policías) volvieron a la tarea de buscar y buscar un indicio que resuelva el caso.
Como está en juego la vida de Maxi, el trabajo judicial sigue. Ayer, el fiscal general Carlos Arietti y la fiscal de la causa que investiga la desaparición de Maxi, Dra. Silvina Verney, se reunieron con la Junta de Protección Civil y con los familiares del menor. Se reiteró que la prioridad es seguir buscando a Maximiliano Sosa con vida.