Jueves 2.2.2023
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“Estelares. Detrás de las canciones” es un libro de Andrea Álvarez Mujica, publicado por su editorial Hormigas Negras. A través de un entretejido de testimonios de protagonistas, colegas y allegados al grupo, la periodista y escritora avanza desde Licuados Corazones, pasando por Peregrinos, hasta cada una de las canciones materializadas en discos -incluso, inéditos-, insumos hoy de la vasta cultura popular argentina. Es el relato vital de un poeta fértil de verdad, de diagonales musicales que se cruzan en el tango y en Leonardo Favio, pero también en John Cassavetes y Wim Wenders, y de una convicción inoxidable: se puede vivir de la música. Se puede vivir del amor.
Este misterio
Corría el otoño de 2017. Andrea volvía de pilates imaginando un desayuno tardío para avanzar en los detalles finales de su libro “Horas de rock”... y se le ocurrió sumar un texto dedicado a Estelares. “Como sabía poco de su historia, le consulté a Manuel cuál libro me recomendaba comprar. Me contestó que no había ninguno y al toque le propuse hacer la biografía. Recuerdo el entusiasmo que sentí, el vértigo”, reconstruye Álvarez Mujica.
Los encuentros con Moretti fueron tomando forma de ritual: los jueves en el barcito de Almagro. “Cuando comenzamos a reunirnos, Manuel era un misterio para mí. Yo había recibido el impacto de las canciones y quería saber más sobre el compositor. Me gustaba escucharlo hablar. Creo que eso es necesario para hacer un libro de estas características. Prender el grabador y esperar. Se supone que la clave de una entrevista es la pregunta. Pero la disposición de escuchar es complementaria. La mente de Manuel es muy interesante”.
Ey, ¿te acordás?
Tom Lupo fue el ignitor del fuego creador que devino en el libro. La autora recuerda al eterno gestor cultural, periodista, psicoanalista y poeta como un gran amigo. “Tenía mucho humor y dos listas de chistes, los obvios y los sofisticados, y los intercalaba sin prejuicios. Su voz era maravillosa, cualquier texto leído por él adquiría categoría”, rememora.
Tom tuvo una estrategia delicada y eficaz. A través de un amigo en común que había visitado a Andrea por otro tema, le hizo llegar “Extraño lugar” (1996), “Amantes suicidas” (1998), “Ardimos” (2003), “Sistema nervioso central” (2006), y dos incunables ediciones independientes de la discografía estelar: el “Demo verde” y “Lados B”. Antes de irse, el visitante sacó de su morral los discos y le transmitió un mensaje a ella: “Dice Tom que esta es la banda que está captando la época”.
Lo raro, reconoce la escritora y editora, “es que guardé los discos pensando en ponerlos al rato y pasaron un par de años. Una tarde de febrero de 2012 los escuché todos seguidos. Me fascinó la música de Estelares. Se abrió para mí un universo nuevo, que a la vez me resultaba familiar, con capas culturales compartidas”.
“La vigencia de las letras de Manuel es porque lo que él cuenta nos representa”, agrega. Foto: Gentileza Flor CosinY recordé todo
El proceso total del libro, desde la primera conversación hasta la salida de imprenta demandó un total de cinco años. De mayo de 2017 a mayo de 2022. “Decidí empezar la biografía con la llegada de Manuel a La Plata. Avanzábamos de forma cronológica. Mi fuente primaria era él. Luego de cada encuentro, le pedía que pensara cuáles eran las personas involucradas en la etapa de la que habíamos conversado”.
De este modo, se fue entretejiendo el núcleo de testimonios que articulan la obra. “Trabajé con la memoria de los otros”, recupera Andrea. “Tuve en cuenta que a veces los recuerdos tardan en llegar o emergen fragmentados. Todos los entrevistados iluminaron el libro; destaco a Pilar Ungaro, Carolina Farías y Julieta De Marziani. Esperamos meses a Andrés Calamaro que estaba con una gira monumental. Sabíamos que cuando se sentara a escribir nos iba a dar algo muy bueno. Nos faltó Fito Páez, que estaba escribiendo los tomos de su autobiografía y no pudo atendernos”.
-En un pasaje de la obra, De Marziani dice: “La Plata era así, caminabas y en algún momento caías en donde estaban los amigos”. ¿Qué condiciones de posibilidad tuvo y aprovechó Estelares al irrumpir en La Plata? ¿Cuál creés que es el mayor aporte, transformación o disrupción que generó el grupo en la escena?
-Hay elementos de los Peregrinos y de los primeros Estelares conectados con los tempranos Redondos, en cuanto a la mística de vivir dentro del arte cuestionándolo todo. Detrás de la música de Estelares está Virus, no porque traten de parecerse, ellos van siempre hacia su propio sonido y personalidad, pero se escucha esa identidad de rock platense. Uno de sus aportes es la valorización del lenguaje, la elección de las palabras, la poética. Luego está la cuestión del tango. Moretti, (Torio) Bertamoni y (Pali) Silvera son los fundadores del sonido de Estelares, y los tres tuvieron un paso importante por el tango.
Le di mi vida
Una de las lecturas posibles sobre “Estelares. Detrás de las canciones” es la de una biografía coral. Una suerte de homenaje a los permanentes movimientos de Manuel y sus compañeros de ruta. Consultada respecto a la intencionalidad -o no- del gesto, Álvarez Mujica responde con el fervor del título: “Mi idea era que lo central fueran las canciones. Hablar de los procesos creativos. Del entorno vital de cada disco”.
En cuanto a la estructura narrativa, Andrea fue fiel a su plan maestro. “Quise que la historia estuviera lo más hilvanada posible, que la lectura corriera fácil. Me propuse que la información rebotara y se complementara en distintos puntos de la lectura, que es un recurso más cercano a la novela. Indefectiblemente, Manuel y Víctor son los protagonistas de la historia que el libro cuenta, son los héroes (o los antihéroes), en lucha”.
Viniendo a celebrar
Pero hay otras varias formas de interpretar la obra. Como la historia de -más de- una generación, como la geografía de un territorio fértil (La Plata), como la configuración de un grupo de amigos, como la novela de un antihéroe convencido y sensible. Entonces, ¿entre qué fronteras se desplaza el libro? “Las fronteras del libro están fuera de cuadro”, afirma su creadora. “Voy con una linterna recorriendo parte de la historia del underground platense de finales de los 80 y comienzos de los 90, pero no lo abarco, sigo los pasos de mis protagonistas. Espero haber logrado transmitir el clima de época y la ebullición. Por supuesto que hay homenajes a la cultura platense en las canciones y en el entramado de Estelares y por lo tanto en el libro”.
Entrevistados por Álvarez Mujica, el músico Sebastián Escofet y el periodista cultural Eduardo Fabregat coinciden en destacar la esencia popular de Estelares. ¿Cuál es el sustrato de esa conexión que genera el grupo a través de los álbumes y que se renueva en los shows por distintos puntos del país? “Hago una lista: la cantidad de canciones buenas, la voluntad de estar permanentemente de gira por lugares no tan usuales en el mapa de una banda de rock, la descripción de lo íntimo que es a la vez universal, la propuesta de que el show se viva como una fiesta, el carisma de Manuel. Por último, creo que Estelares entiende que el formato de la canción trae en sí la esencia de lo popular. Por eso, una canción termina de constituirse cuando no importa quién es el autor. Es de la gente. Y Estelares ya tiene varias canciones apropiadas por el público”.
Es el amor
“La vigencia de las letras de Manuel es porque lo que él cuenta nos representa”, explica Andrea ante el por qué invisible desatado por su anterior respuesta. “Canta espiando nuestros corazones, hace treinta años y hoy. Las canciones de Estelares siguen estando cargadas de sensualidad, melancolía y tiempos dorados. La congoja y la desolación del verso se transforman en esperanza en el estribillo. El amor como solución”.
El texto presta atención a un gesto morettiano de recuperar letras o melodías de otros tiempos y encastrarlas en un nuevo dispositivo de sentidos, en un álbum fulgurante. “Un artista ubica piezas en el tiempo y en el espacio de su biografía. Manuel vuelve sobre esas piezas, las observa como si fueran ajenas, las evalúa, las pule, las retoca y las ofrece sin perder su esencia”.
Algo así pasó con “América”, himno estelar sobreviviente de Licuados Corazones. “Tengo una extensa lista de canciones preferidas que abarca casi toda la discografía”, repone Álvarez Mujica. “Me gusta escuchar los discos completos, tengo esa cultura. Hay bandas en las que los mejores temas son los de difusión y hay bandas en las que todos los temas están a la altura. Las canciones ocultas de Estelares son tan buenas o superan a las canciones más conocidas. Elijo ‘América’, con su letra original, porque es una de sus canciones raíz”.
Defiende tu ilusión
Hablar de antihéroes convencidos y sensibles es, también, enfocarse en una ética, una estética, en recurrencias, búsquedas, heridas y sanaciones. Por ello, no es fácil quedarse con un solo momento de la trama estelar. Andrea, en cambio, tiene en claro su fragmento elegido: la partida de La Plata a Buenos Aires. “Es la clave de la historia de Estelares. Un movimiento que hace Manuel en medio de dos sucesos históricos: el cambio de milenio y la crisis del 2001. Manuel es del 65. No era tan joven y en cierta forma estaba en cero. Llega a Buenos Aires sin plata, sin contrato, sin casa y sin trabajo. Y es durante ese periodo de bohemia épica, con los anteojos rotos, con sus pertenencias en una mochila, cuando compone las canciones de ‘Sistema nervioso central’, el disco de los hits”.
El álbum que siguió, “Una temporada en el amor” (2009) tiene un cierre dramático llamado “Un viaje a Irlanda”. Esta canción, que en el festejo de los 20 años en el Gran Rex tuvo a Palo Pandolfo como voz aliada, es utilizada por la autora para referir a una de las caras compositivas de Moretti, el narrador focal. “Orhan Pamuk toma la ‘famosa distinción’ de Friedrich Schiller entre los poetas ingenuos, aquellos que escriben espontáneamente, y los poetas sentimentales, aquellos que escriben reflexionando, y dice que en la novela hay que oscilar entre los dos registros. Manuel escribe las letras con esa oscilación; a veces los versos se le presentan completos como si se los dictara otro y, a veces, elige fríamente (reflexivamente, dirían Schiller/Pamuk), las palabras en función de lo que quiere contar”.