Lunes 19.9.2022
/Última actualización 10:10
Germán Moldes es conocido por el trabajo que desempeñó durante más de dos décadas como fiscal general ante la Cámara Federal porteña. Pero el magistrado tiene una afición por la cultura italiana que lo llevó a escribir una serie de libros de divulgación como “Maquiavelo, ayer, hoy y mañana”, “Cuarenta iglesias romanas” y “Roma, un día hace 2000 años”. El más reciente lleva por título “Florencia y el esplendor del Renacimiento” y propone “un paseo por la revolución del arte, las ideas y la política”. Además de brindar diversos detalles sobre los profundos cambios de esa época, Moldes repasa a quienes fueron sus artífices principales, aquellos que motorizaron cambios radicales a través del rescate y la relectura de los valores del mundo clásico. De esta forma, aparecen arquitectos, poetas, escritores, artistas y mecenas.
Catedral de Florencia. Foto: ArchivoEn una entrevista con este medio, Moldes explicó los motivos que lo llevaron a volver los ojos en 2022 al período renacentista. “Realmente, es uno de los momentos más brillantes de la historia de la humanidad. Y hoy no lo es. Eso está claro. Pero no es la única explicación. En realidad, los que amamos el arte, los que amamos este tipo de expresiones del sentir humano, nunca sacamos los ojos del Renacimiento. Y siempre volvemos a él, en nuestros libros, en nuestras bibliotecas, en nuestros recuerdos, en nuestros conocimientos y en nuestros viajes. Esto me parece que es lo más importante. Cuando viajamos, recorremos esos lugares que habitaron, que recorrieron y donde predicaron los genios de la humanidad que fueron los que llenaron esa etapa”, explicó.
Ponte Vecchio, un puente medieval sobre el río Arno en Florencia. Foto: Archivo-A lo largo de su libro aparecen diversas figuras que hicieron de Florencia un faro renacentista ¿Cuál de todas es la que mejor sintetiza, desde su óptica, ese período?
-No tengo ninguna duda: es Lorenzo de Médici. Lorenzo encarna el Renacimiento en una sola persona. Es estadista, diplomático, poeta, mecenas. Pocos recuerdan que poeta. Es uno de los representantes del dolce stil nuovo, de aquella poesía que enhebraba sus versos en el amor cortés. Recuerdo precisamente una donde él decía: “Com'è bella la giovinezza eppure sfugge” (“que bella es la juventud y sin embargo se escapa”). Expresa una reflexión del Renacimiento, propia de una mente renacentista como la de Lorenzo.
Retrato de Lorenzo de Médici. Foto: Archivo-Otra cosa que está muy presente y valorada en el libro, es la figura de los mecenas, en tanto fueron los que posibilitaron las expresiones de los artistas.
-Hoy, los que son económicamente poderosos lo único que hacen es multiplicar su poder. En aquel tiempo, esos que eran económicamente poderosos multiplicaban las expresiones artísticas, financiando y sustentando a los que tenían las condiciones y el genio necesarios para exponerlo.
Portada del libro de Moldes. Foto: Crítica-¿Los poderosos de hoy deberían, entonces, mirar ese período histórico?
-No parecen dispuestos a hacerlo. Parecen más bien enfrascados en sus propias ganancias. Está bien que así sea, porque el dinero necesita ser multiplicado. Es una de las características del sistema capitalista. Yo hablaba de Lorenzo pero Lorenzo no es el único Médici. Su padre, el iniciador de la dinastía, era muy rico y además era banquero. Florencia es la cuna de la concepción del banco. Era un banquero que se extendió por toda Europa y que tenía sucursales en París, en Bruselas, en Amberes. De modo tal que no estaban, de ninguna manera, peleados con el dinero. Y sin embargo eran también destacados mecenas.
El David, escultura realizada por Miguel Ángel Buonarroti. Foto: Archivo-¿Fue desafiante hacer de la complejidad del Renacimiento un texto didáctico y comprensible para todo público?
-La idea es que no escribo complicado. Me parece una petulancia y una pedantería el que escribe de tal manera que solo le pueda entender un porcentaje ínfimo de la población. Uno tiene que escribir, aún siendo temas complejos o enmarañados, de tal manera que cualquiera pueda comprenderlos. No se trata de aislar un asunto como este. Por el contrario, lo importante es expandirlo. Uno no escribe para uno mismo, escribe para un lector. En el acto mismo de escribir hay un lector. No sabemos quien es, no lo conocemos pero sabemos que estará ahí. Si no, no escribiríamos. Ese otro a quien todavía no conocemos, merece respeto.