Martes 2.8.2022
/Última actualización 16:14
Fabiana Cantilo llega en agosto para presentarse en Tribus Club de Arte (República de Siria 3572); agotadas las entradas para el domingo 14, suma una nueva función el lunes 15 (feriado) a las 20. Las entradas están a la venta en la boletería de Tribus (miércoles a domingo de 18 a 0) y a través del sistema Ticketway y sus puntos de venta (online y físicos).
Cuando atiende a El Litoral, para charlar sobre esta gira, Fabiana está en movimiento, abriendo nuevos proyectos: está conversando con Pichón Baldinú (cofundador de las compañías escénicas La Organización Negra, De La Guarda y Ojalá) para una propuesta a presentarse el año que viene: “Estamos viendo qué vamos a hacer, me encantó. Una puesta re grosa: ¡quiero volar! (risas). Se me ocurrió algo que no te puedo contar (risas)”.
-En 2019 estabas de gira en dúo con Marian Pellegrino, en pandemia presentaste el streaming “Hijxs del rigor” en formato banda, con Brenda Martin de Eruca Sativa y voces invitadas (Silvina Moreno, Mery Granados y Stefi Roitman). ¿Por dónde pasa la propuesta en esta gira que se viene en agosto y septiembre?
-Uf, el power trío. Marian está con Los Caligaris, también estuve colaborando ahí; la extraño un montón. Estoy con Cay Gutiérrez y Darío Casciaro, un trío en el que rotamos: yo toco la batería, Cay también, el stage toca el bajo; tenemos un trío polifacético. Tocamos todos los estilos, todas las canciones, tango y folclore.
-Y buena parte de tu repertorio.
-Claro, todo, más las nuevas canciones, y canciones que no están también: hacemos silencio (risas).
-¿De folclore que están haciendo?
-Siempre canto folclore; antes no me dejaban los de las discográficas, pero soy libre, independiente, hace bastante ya. Si se fijan un poco en mi historia, se ve que hacía folclore desde antes, desde la época en que estaba con Fito (Páez): "No entregues tu corazón", en “¿De qué se ríen?”, allá por el 98, ya grababa folclore; pero nadie se daba cuenta.
Además hago una nueva lista, por si algunos me vieron en algún lado, no es la misma lista que venía haciendo, en esta gira interior de invierno con el power trío. Se mantienen algunos hits, porque no me queda otra: a la gente le gustan, a mí me parecen un plomo (risas). Tengo que mantener algunas, “Para siempre”, algunos volé, no se si “Mary Poppins” o “Mi enfermedad”. Pero cambié algunas viejas y entraron otras. También tengo un dúo y una banda, depende el dinero que tenga el productor de turno.
Y por supuesto reversiono al querido Charly, porque soy (según mi propio criterio) una de las personas dentro del rock que puede con todo carisma que me acompaña cantar a García. El tiempo y las trompadas me permiten cantarlo.
-¡Me lo gané, carajo, mierda! ¿Quién me va a decir que no? Y a Luis (Spinetta) también. Hago covers de Luis y de Charly, con todo lo que eso significa, con honor. A la vejez viruela: ahora me digo “soy bárbara”.
-Un trabajo sobre la estima.
-La autoestima la tengo bien recién ahora, señores. Si no, ¿quién va a hablar bien de mí? (risas). Como en la película que escribí: ¿quién me va a contratar si no yo?
Días de rodaje
-Justamente estás trabajando con Gabriel Grieco haciendo “Lagrimas de fuego”, escribís, protagonizás y obviamente vas a hacer la banda sonora. ¿Qué se puede contar de eso?
-Que estoy re copada. Ahora vamos a seguir en agosto, porque con todo el despelote económico que hay tuvimos que parar para recibir los fondos del Incaa (de eso no me encargo yo, sino los productores). Estoy fascinada.
-Tenés que buscar los días de filmación en medio de la gira.
-Como dijo el gran (Daniel) Melingo: “La música es el arte de combinar horarios”. Estoy re organizada entre Bárbara Márquez, mi personal manager, y María Watson, mi manager. Mi otro asistente, Julito Rodríguez Mena. Tengo un gran staff formado por mí, porque como estoy en recuperación hace 23 años, soy una capa (risas). Es muy importante ser profesional, para que la gente pueda contar con uno. Ahora me doy cuenta de que es un plomo el que viene drogado y no está, me da ganas de cachetear a esa gente.
-Termina perjudicando a terceros.
-Exacto. Todo el mundo que tenga problemas que vaya a Narcóticos Anónimos, yo voy ahí. Pero no hablemos de la droga que es un plomo.
-Estábamos hablando de la película, con el gran elenco que tenés: Inés Estévez, Julia Zenko, Magui Bravi y Gastón Pauls, entre otras figuras.
-Gastón está en recuperación, y además lo conozco de antes, de toda la vida: se nos dio, viste que uno es amigote de alguna gente. Inés es un ángel que me tocó conocer en la vida y nos queremos un montón; si bien no nos vemos siempre, nos admiramos y nos queremos. Y hace años, cuando estaba escribiendo la peli, Inés me explicó lo que es una escaleta: es como el esqueleto de la película.
La empecé con Sebastián Mónaco, que es el nieto de Lucas Demare, protagonista de muchos videos de un ex mío, Nahuel Lerena. Después de que hice “Proyecto 33”, que fue un disco en vivo (por el cual me gané un Gardel) en 2016, decidí hacer esta película: empecé a escribir y se dilató en el tiempo, como toda película.
Uno de estos años Cintia Pulido, mi asistente en la película, me dijo: “¿Por qué no lo llamás a Grieco?”. Lo conocía porque me llamó para hacer “Hipersomnia”, en la que actué de mala. Yo seguí escribiendo tranquila; una vez que tenía la visión general de cómo era iba escribiendo las diferentes escenas. Después vino el director, dijo “hay que ampliar”, entonces vino Santiago Montes de Oca (el mejor alumno de mi maestra de teatro, Luz Palazón) y terminó de redondear el guión: escribió toda una parte de Gastón Pauls, mi marido en la ficción.
Se habla del abuso; es muy David Lynch, porque además de que tiene una parte re seria tiene otra disparatada y cómica. Conviven el disparate, la comicidad y el horror, como en la vida real. Hay gente que no se lo banca, pero la vida es así... por lo menos la mía. El asesino serial es un señor que está con sus nenitos rubios en la mesa, y después va y aniquila a otro, y nadie se da cuenta.
-No es malo todo el tiempo.
-Claro, el abusador tampoco. Y el abuso del que hablo hay mucho más de lo que la gente cree. Planteo el tema del abuso, de la droga; deja una esperanza la película: hay un guiño gracioso al karma y a la cosa de que “si la hacés la pagás”.
Letras apiladas
-Hablando de expandirte en diferentes disciplinas, el año pasado salió “Desvío”, tu primer libro de poemas. ¿Cómo es esta faceta de Fabi escribiendo por fuera de la dinámica y la estructura de canción?
-Escribo desde chiquita, no escribía canciones, sino poemas, cualquier cosa. Como dibujar, desde pequeña: escribía, bailaba, cantaba. Por suerte mis viejos (si bien estaban re chiflados, eran una familia bastante disfuncional (nunca tuvieron problemas con la parte artística. “Vos cantás, pero ¿de qué vas a trabajar?”, eso nunca sucedió: me mandaron a estudiar danza, guitarra, todo a los seis años; era un ser muy dotado, dibujaba. Nunca hubo un cuestionamiento sobre qué iba a hacer yo, ya sabía que era una artista pequeña. En ese sentido nunca hubo problema.
Mi problema fue y será la cosa emocional, los desbordes emocionales, que los trato. Estoy muy bien aspectada, estoy contenida. Ahora mi problema es por qué me levanto a las 2 de la mañana cuando me dormí a las 10 de la noche. Ahora mis problemas son una pelotudez, cuál es el enemigo de la semana. Estoy en los grupos de recuperación hace 23 años (llevo nueve años y nueve meses limpia) y digo: “¿Problemas de qué?”. Lo que uno tiene a veces son problemas de lujo.
Escribía porque era una forma de sublimar el horror, mi familia era disfuncional; no soy de las que cuentan todos los detalles de su vida: mi vida privada es mi vida privada y la de mi familia (solo por hoy: por ahí a los 80 años cuento todo). Con la música, el teatro, la danza y la escritura sublimaba. Hacía ensayos filosóficos y poemas, que no sabía qué eran. Y leía: Cortázar, todos los sudamericanos me los tragué a los 15 años, y cuando era chiquita leía libros de niños. En ese sentido debo agradecer a mi madre: estaba re loca, pero a nivel artístico le tengo que agradecer. Pobre, ahora la voy a llamar, porque a veces la puteo por todo (risas).
-¿De qué etapa son estos textos?
-De todas: en este libro hice un resumen. La agarré a la pobre Cintia Pulido en pandemia, agarré una caja que tenía guardada (me ayudó otra Cintia también) desde los 18 años, le dije: “Tomá, arreglate vos”. Seleccionó, y de eso seleccioné yo. Hay un montón más, y sigo escribiendo.
Canciones compartidas
-En cuanto a la música, tu último lanzamiento fue “En la vereda del sol”, con David Lebón, parte del segundo volumen de “Lebón & Co.”. ¿Cómo salió ese convite, y cómo fue grabarlo?
-Genial, facilísimo. Estoy haciendo clases con la chica que canta conmigo, Marisa Mere; siempre estudio canto, y estoy cada vez mejor: hay que estudiar canto muchachos, porque son como un músculo las cuerdas vocales.
Un placer, porque Lebón fue el primero de todos mis ídolos, desde chiquita que lo sigo. Aparte está bárbaro reencontrarme con él, que lo conozco de toda la vida, desde antes de Serú Girán, en las reuniones de amigos. Nos queremos un montón con el quía. Fue fácil, rápido y amoroso todo.
-Antes habías hecho “Los años salvajes”, con Fito, es de imaginar que fue mucho más fácil: un telefonazo y estuviste ahí.
-Sí; fue más largo, porque hubo que filmar. Pero con Fito siempre me divierto: como no lo puedo ver nunca, porque no para de hacer cosas... Con Fito somos directamente hermanos cósmicos, porque nos vemos cada muerte de obispo, pero nos amamos mucho.
Sigan a Rodolfo y Hada Cósmica: hay una chica amorosa Paula, una genia que escribe muy bien. Antes de que Fito haga su vida, que va a sacar ahora en Netflix. Es una artista: exagera la relación mía y de Fito, como si él me siguiera escribiendo (que no me escribe todo el tiempo a mí). Pero es hermoso, es una cosa tierna.
Después hay un pibe que se llama Conejo, que está haciendo Mundo Cantilo en Instagram: es mi vida, me veo a mí misma ahí, y digo: “Qué bueno que alguien registra mi vida”, porque yo no la tenía registrada.
Los tengo que invitar a tomar el té a estos pibes, me vinieron dos duendes hermosos de la vida. Tienen grabaciones que digo: “¿Y esto cuándo fue? ¿Cuándo me puse esa pollerita? ¿Esa noche me fui a dormir o no?”. Les agradezco públicamente a los dos.