Viernes 4.2.2022
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“El novelista es el historiador del presente, mientras que el historiador es el novelista del pasado”. El francés Georges Duhamel, nacido en 1884, quien pronunció esta frase, eligió la primera de las alternativas y se hizo novelista. El material principal a través del cual moldeó la parte más conocida de su obra fueron las atrocidades de la Primera Guerra Mundial, que presenció desde el lugar que le tocó ocupar como médico militar. La crítica es unánime al respecto: Duhamel fue uno de los escritores que lograron explicitar en sus obras los sentimientos y pesares del francés medio del siglo XX.
“La vida de los mártires” (“Vie des martyrs”, en su idioma original), fue editada en 1917. Allí, Duhamel se basó en sus experiencias en el frente de batalla, donde fue comandante de ambulancias quirúrgicas. La Primera Guerra Mundial, que se extendió desde 1914 hasta 1918, fue particularmente cruenta en relación a los conflictos bélicos anteriores por la incorporación de tecnología al servicio de las matanzas masivas. La utilización de granadas, gases venenosos y artillería, además de submarinos, aviones y tanques, provocaron más de nueve millones de muertos.
Archivo El Litoral / Hemeroteca digital Castañeda D.RFoto: Archivo El Litoral / Hemeroteca digital Castañeda
El siguiente fragmento de “La vida de los mártires” expresa parte de los padecimientos de los soldados: “A fuerza de lanzar granadas, Mathouillet ha acabado por recibir una, y buena de veras. En tan desgraciado trance ha perdido un riñón, ha tenido varias heridas, y se ha quedado sordo, o poco menos. Ese es el lote que ha correspondido al artillero granadero Mathouillet. El artillero granadero tiene un dulce rostro imberbe que, durante varias semanas, ha tenido que expresar grandes sufrimientos, y que ahora aprende a expresar un poco de bienestar. Pero Mathouiller oye tan mal cuando se le habla, que, por respuesta se limita a sonreír”.
El contexto bélico fue referenciado por Duhamel también en su segundo libro, “Civilización”, donde bajo el seudónimo de Denis Thévenin incluyó relatos bélicos breves. Escribió más adelante “Diario de Salavin”, mezcla de ensayo y novela en la cual el desconfiado y solitario oficinista parisino Luis Salavin decide transformar su vida, escribir un diario para narrarse a sí mismo, construirse un destino como santo y encontrar alivio en la introspección. La novela es un registro de sus sufrimientos y plasma una época en la cual, aparentemente, solo importa seguir los dictados del deseo. Y “Crónica de los Pasquier”, varios volúmenes que repasan el devenir de varias generaciones de una familia parisina.
Durante la ocupación de los alemanes en Francia, durante la Segunda Guerra Mundial, Duhamel ocupó el puesto de secretario de la Academia Francesa, entidad a la que había accedido en 1935. Desde ese lugar, ayudó a muchos escritores perseguidos por la Gestapo y colaboró con los intelectuales que fueron tomados como prisioneros. Hasta que se produjo la liberación por parte de los Aliados, el escritor se negó a publicar artículos en la prensa francesa, para no tener que someterse a la censura de los nazis. Por este motivo, fue mantenido en su puesto, pero dimitió para realizar viajes por distintos lugares del planeta, hasta su fallecimiento el 13 de abril de 1966 en la pequeña población de Valmondois.
Archivo D.RFrancia, un “taller del porvenir”
El Litoral anunció el paso de Duhamel a Santa Fe en su edición del 15 de agosto de 1947. Bajo el título “Visitará nuestra ciudad el domingo, el escritor francés George Duhamel”, el vespertino indicaba que el hombre de letras tenía previsto pronunciar una conferencia en el Club Francés en el marco de un recorrido por el país, que incluiría también las ciudades de Buenos Aires y Córdoba.
Su exposición, que se concretó en el Club Francés, se concretó bajo el título “La Francia de mi vida” y puso hincapié en las distintas alternativas de la actividad cultural de ese país durante la primera mitad del siglo XX, del cual fue un testigo privilegiado. Al principio apuntó que, desde su punto de vista, las naciones se dividen en tres categorías: las que saben aprovechar los aparatos inventados por las otras pero no saben arreglarlos cuando se descomponen; las que saben utilizarlos y también repararlos; y las que además de aprovecharlos y repararlos, saben también inventarlos. “El problema consiste en saber si la Francia del siglo XX merece ser contada en la tercera categoría”, remarcó el escritor.
Luego, hizo un pormenorizado repaso de los valores con que contó en los diversos aspectos de la actividad creativa. En primer término, se refirió a la literatura. Evocó a los poetas Mallarmé, Rimbaud, Claudel, Válery, Aragón y Eluard, a los novelistas France, Gide y Proust, entre otros. Pasó a ocuparse luego de los autores consagrados al teatro y destacó después a los creadores musicales que vio florecer: Debussy, Lukas, Ravel y Faure. Cuando pasó al plano de la pintura, afirmó que su juventud coincidió con la madurez de creadores como Manet, Renoir y Van Gogh, a la vez que resaltó a sus contemporáneos Vuillard, Matisse, Utrillo y Picasso.
Archivo El Litoral / Hemeroteca digital Castañeda D.RFoto: Archivo El Litoral / Hemeroteca digital Castañeda
Pero los tramos de la conferencia en los cuales el autor de “Crónica de los Pasquier” ingresó al terreno filosófico quedaron entre los más sustanciosos. Destacó la personalidad de Henri Bergson, al que calificó como “el más grande filósofo contemporáneo”. Bergson, fallecido en 1941, fue quien reactualizó la tradición del espiritualismo francés y encarnó la reacción contra el positivismo y el intelectualismo. En el campo científico, Duhamel valoró el trabajo del médico Charles Nicolle, que mereció el premio Nobel por librar al mundo del tifus exantemático.
En la última parte de su conferencia, el escritor francés hizo una emotiva referencia a la situación de la Francia de 1947, “entregada a ser algo viviente y el taller del porvenir”. Finalizada la disertación, la señora Duhamel recitó dos poemas, uno de ellos perteneciente a su esposo, que suscitó la ovación de los presentes.
Archivo El Litoral / Hemeroteca digital Castañeda D.RFoto: Archivo El Litoral / Hemeroteca digital Castañeda
Al día siguiente de la exposición de Duhamel, se concretó otra conferencia en Santa Fe, también vinculada con la literatura, lo cual, en perspectiva, pone de manifiesto la intensa actividad cultural que registraba la Santa Fe de aquellos años, con amplia repercusión en la sociedad. En este caso, con motivo del 75 aniversario de la publicación de “Martín Fierro”, el escritor, periodista y docente Carlos Alberto Leuman, nacido en Santa Fe pero radicado desde muy joven en Buenos Aires, donde trabajó en importantes medios, se explayó sobre el tema bajo el título “El drama histórico de José Hernández”.