Lunes 10.4.2023
/Última actualización 19:35
Con la idea de celebrar más de 20 años de amistad y el placer de hacer música juntos, Ginkgobiloba vuelve a los escenarios presentando el Abrazo Tour 2023, con un puñado de nuevas canciones que serán grabadas como parte de un nuevo lanzamiento discográfico. Además, habrá reversiones de temas de todos sus discos. De esta manera, Emiliano “Memo” Beltzer (bajo y voz), Demian Pozzo (guitarra y voz) y Jorge Mockert (batería y voz) se presentarán el viernes en la Asociación Cultural El Puente (1° de Mayo 3349) a partir de las 21; el 29 de abril será el turno de la parada porteña, en Páramo Cultural. Las anticipadas con descuento para la fecha santafesina pueden adquirirse al WhatsApp 3425169231.
En medio de los preparativos del concierto, Pozzo conversó con El Litoral para adelantar novedades y repasar más de dos décadas de vivencias artísticas.
Juntos a la par
-¿Cómo se están preparando para esto que va a ser el Abrazo Tour, que va a pasar por Santa Fe y por Buenos Aires (la ciudad natal y la ciudad de adopción)? ¿Y cómo están viviendo esta previa?
-Hasta hace poquitos días la organización venía a distancia: el Memo en Australia, Jorge en Santa Fe y yo en Buenos Aires, a través de videollamadas; pensando ideas, saber que qué hacer, cómo hacerlo, dónde hacerlo, qué tenemos ganas de hacer. El domingo (2 de abril) llegó Memo de Australia; estuvo en Buenos Aires en mi casa, ya estuvimos tocando un poco algunas canciones, y desde el jueves arrancaron los ensayos a full.
Estamos re contentos, re emocionados, porque de la última reunión de Ginkgobiloba se cumplieron cinco años, fue en el 2018.
-Claro. Lo veníamos haciendo al menos una vez por año, después con la pandemia eso se interrumpió. La pandemia acrecentó todos los programas que ya trae la distancia. Ahora estamos logrando una nueva reunión, que dimos en llamar Abrazo Tour, porque es un reencuentro después de un montón de tiempo; reconectarnos con esta fase creativa que tenemos entre los tres. Cada uno tiene su carrera musical independiente, pero hay algo de la conexión que hay entre nosotros tres que sólo la encontramos acá.
-¿Cómo se viven estos reencuentros, tanto arriba como abajo del escenario? ¿Qué pasa a nivel a nivel humano y a nivel musical?
-Lo primero es lo emocional, la felicidad de encontrarnos, porque primero que nada somos amigos de toda la vida: nos conocemos desde la escuela secundaria, y ya es un montón de vida; prácticamente hace más tiempo que somos amigos que el tiempo que no nos conocíamos, que éramos chiquitos. Una felicidad enorme de compartir tiempo juntos, eso ya es un montón.
Pero aparte algo que veníamos charlando con Memo es que hay desde lo musical una conexión que tiene que ver con haber tocado tanto tiempo juntos, a una edad o en un período de nuestras vidas muy especial, donde nació toda nuestra capacidad creativa.
Después tenés otros proyectos musicales, los tres trabajamos de tocar y dar clases, y nos dedicamos a la música en distintos ámbitos; pero hay algo de la conexión desde lo musical que es muy especial y que no hemos encontrado en otro lado. Nos juntamos, estamos un par de horas juntos, y eso aparece enseguida, a pesar del mucho tiempo (en este caso fueron años) de no vernos, o de no tocar juntos. Apenas empezamos a ensayar, o a tararear canciones, o pensar ideas, ya desde lo conceptual, desde lo musical, ya eso empieza a fluir de una manera muy especial.
-Muchas cosas las aprendieron juntos; y que por otro lado no es lo mismo el acercamiento a un proyecto desde el amateurismo adolescente a un proyecto que hagas ahora, por más que te guste mucho.
-Claro. Cuando empezamos, éramos prácticamente amateurs: éramos estudiantes de escuela secundaria que nos estamos empezando a dedicar a la música medio de lleno, pero no sabíamos nada. Y de repente fuimos aprendiendo a ser músicos profesionales, o a transitar este oficio en este proyecto. Entonces desde lo creativo hay algo que inventamos: hay un sonido que es propio del grupo, que no está en otras bandas o en otros artistas; mejor o peor, es nuestro.
Por otro lado, después de tanto tiempo de recorrer tantos proyectos vas aprendiendo un montón de cosas desde lo profesional: cómo se graba, cómo se ensaya, cómo hay que planificar una fecha, cómo se produce. Cómo se hacen todas las cosas las empezamos a aprender ahí; después la fuimos desarrollando.
Ahora se junta todo: el recorrido de tanto tiempo juntos con el de cada uno, que enriquece a todo lo que pasa en el grupo.
Transoceánicos
-Para estos shows prometen invitados. ¿Se puede contar quienes van a hacer?
-Músicos muy queridos que ya han participado con nosotros la mayoría. No daría nombres porque por ahí nos falta alguien, o por ahí nombramos a alguien que finalmente no pueda.
Lo que vamos a ofrecer en el puente el viernes sería: temas de todos nuestros discos, con algunas reversiones; vamos a ver qué va saliendo en los ensayos. Y también estamos presentando música nueva: el proyecto es tocar en vivo nuevas canciones. Y después, junto con la fecha de Buenos Aires, hay una sesión de grabación: vamos a registrar ese material nuevo.
Así que eso estamos presentando música de todos nuestros discos, más música nueva, más un Ginkgobiloba extendido: gente que ya ha tocado con nosotros, para enriquecer tímbricamente y que suene todo un poquito más grande; y también para compartir este abrazo con amigos músicos.
-¿Cuántas canciones entrarían a grabar?
-Cuatro o cinco: vamos a ver que llegamos a armar. Sería como una especie de EP.
-En pandemia habían salido dos, que fueron "Rateada" y "Humedad".
-Claro, se publicaron durante 2020 en plataformas digitales, pero los grabamos en nuestro último reencuentro, que fue en el 2018: hicimos una sesión en un estudio que se llama Eleven Palace. Los videos habían salido antes en YouTube (en 2019), después subimos el audio a Spotify durante la pandemia.
-Muchas de estas cuestiones creativas las han mantenido también en la distancia pasándose materiales. Los últimos dos discos (“La tostada y el gato” y “Desiertos y jardines”) los hicieron ya con Memo en Australia. ¿Qué significa Ginkgobiloba como para decir: “Mantengamos vivo el proyecto de estudio, independientemente de que bueno de que las juntadas puedan espaciarse”?
-“La tostada y el gato” es un repertorio que veníamos trabajando antes de que Memo se vaya, y llegamos a grabar las bases los tres juntos: no sé si no fue el día antes de que te vaya. Después lo seguimos trabajando a la distancia: la mezcla, las sobregrabaciones y todo lo que vino en la postproducción.
“Desiertos y jardines” ya es más como decís: de mandarnos demos, cachitos de temas y letras, todo a la distancia; y después en una de las venidas de Memo hicimos la grabación en estudio, que después de vuelta se continuó a la distancia.
Las sesiones de base (batería guitarra y bajo) las hacemos siempre los tres juntos, tocando al mismo tiempo. Buscamos que se escuche lo que pasa con la banda tocando los tres juntos. En estos discos (“La tostada y el gato” y “Desiertos y jardines”) éramos cuatro, entonces tocamos los cuatro juntos, cuando estaba Francisco Larpín en la percusión.
Después tiene sobregrabaciones, las voces se graban aparte, se suman guitarras; pero las bases las grabamos siempre así en todos los discos: tratar de lograr lo que se acerque lo más posible al sonido de la banda en vivo.
Estos temas que estamos trabajando ahora son producciones de cada uno, que nos vamos mostrando; ahora empezaremos a ver qué pasa con eso, qué vuelta le buscamos, cómo lo adaptamos al sonido del grupo: como lo “ginkgobilobizamos” para darle ese sonido particular que buscamos.
Recorridos
-Están cumpliendo más de 20 años desde arrancó el proyecto; el primer disco va por los 19 (salió en 2004).
-Nuestra primera fecha fue en septiembre/octubre de 2001.
-Una época entretenida del país...
-Una puntería impresionante... de banda tenemos casi 22 años.
-¿Cómo se recuerdan aquellos años fundacionales? Decir: “Nuestra primera fecha, nuestro primer disco, presentar en vivo el disco, nuestros primeros shows en Buenos Aires”. Cuando todo era nuevo.
-Era una época de una inocencia impresionante. Claramente hay cosas que hoy haríamos de otra manera, pero las recordamos con mucho cariño: cuando escuchamos nuestro primer disco, hoy no haríamos esas canciones, o de esa manera; o un montón de decisiones que hemos tomado que decimos “¿por qué hicimos esto?”. Pero es todo parte del camino que recorrimos, todo parte del aprendizaje. Y cuando escuchamos el primer disco todavía lo sentimos propio: es como cuando ves una foto tuya de chiquito, que decís: “Crecí un montón, me acuerdo de cuando mandé esa cagada”, pero igual te ves te ves reflejado.
En toda la discografía se ve un crecimiento impresionante, y lo recordamos todo con mucho cariño. Hemos hecho tantas cosas... tiene que ver con el aprendizaje de toda una vida de estar tocando.
-En todo ese tiempo les pasaron un montón de cosas, como participar en el álbum homenaje a Spinetta, “Al Flaco... dale gracias”. ¿Qué postales o momentos te vienen a la mente?
-El encuentro con Fernando Samalea fue muy lindo, porque aparte fue en nuestro comienzo: para nosotros fue un paso impresionante. Conocerlo a Fernando nos permitió ir a Buenos Aires, compartir fecha con él, compartir con otros muchos músicos con los que él se codeaba, y que de repente estábamos todos juntos arriba del escenario. Cuando tocamos con él en la sala AB del Centro Cultural San Martín, de repente estaban Hilda Lizarazu, Fernando Nalé (bajista de Cerati), Fernando Kabusacki. Después vino él a Santa Fe tocando su música...
-Sí. Después haber grabado en estudios en Buenos Aires re copados, haber compartido con infinidad de músicos (ahora ni me acuerdo: hay cosas que pasaron hace demasiado tiempo). Hemos compartido fechas con Eruca Sativa cuando todavía estaban arrancando, hemos compartido con Parteplaneta también.
Sentirnos parte de la historia del rock santafesino también es muy lindo: hacer memoria y Parte planeta decir: “Nosotros íbamos a ver a Carneviva, Azul de Metileno y La Cruda”; y charlar con el “Tano” (Luciano) Farelli y que él nos cuente que a lo cuando tenía 14 años nos venía a ver a nosotros y él se imaginaba arriba de un escenario viéndonos. Ser parte de la historia del rock de Santa Fe también es lindo.
También pienso en el homenaje al rock santafesino que hizo Ensamble Sinfónico del Litoral, dirigido por Lea Valdez: ahí tocaron una canción nuestra, “La semilla”, cantada por Cintia Bertolino, también fue un reconocimiento muy lindo. Cuando uno mira el camino recorrido, sentirse parte se parte de la historia de la ciudad es reconfortante.